—¿Ya me contarás sobre aquel chico por el cual llegaste tarde?—preguntó por enésima vez en el día.
—Uhm, no, aún no—respondió con cansancio.
—¿Por qué?
—Necesitamos a Ana para eso—explicó rodando los ojos.
—¿Ana?, ¿qué están tramando?—siguió con su largo e interminable interrogatorio.
—Que te lo diga ella misma.
Llegaron a una casa color blanco, llena de plantas con diferentes colores. Diego miró a Emilio y después tocó el timbre. Lo primero en aparecer fue un enorme perro, el cual al verlos ladró y agitó su cola con felicidad.
—Hola Lides, dile a tu dueña que salga de su cueva—el peliblanco metió su mano entre las rejas y acarició al canino en la cabeza.
El perro ladró como si hubiera entendido, entró a la casa y unos segundos después salió con Ana.
—¿Qué ocurre chicos?, estoy haciendo un trabajo muy importante—dijo malhumorada.
—Pues el menso de Diego quiere saber sobre ya sabes que, y no planeo decírselo yo—contó Emilio haciéndose el inocente.
—¡Emilio!, se supone que era un secreto—le miró mal, el otro sonrío.
—¿Por qué crees que lo traje?, para que le digas tú, aparte los tres somos amigos, no seas dramática—trató de quitarle importancia.
—Bien, pasen. Vamos a mi cuarto, les contaré mientras sigo haciendo el proyecto, o si no nunca terminaré.
Ambos asintieron y la siguieron, entraron a la habitación, se sentaron en la cama, o más bien, se tiraron en esta como si fuera suya.
—Ahora, desembucha mujer—ordenó el teñido.
—Mailo me está ayudando con un pequeño plan que tengo en mente—dijo, mientras escribía en su computadora.
—Ajá.
—Esacercadeunchicoquemegusta—contó con rapidez, amontonando las palabras.
—¿Qué?, habla bien.
—La estoy ayudando con un wey que le gusta—terminó por decir Emilio.
—¡No mames!—gritó—, ¿en serio?, ¿a la loca esta por fin le gusta alguien?
Emilio asintió con una sonrisa burlona, Ana resopló y le lanzó una almohada a ambos.
—¡Auch!, me diste—se quejó Diego.
—Lárguense de aquí antes de que mi puño se estrelle casualmente en sus caras, sobre todo en ti Jack Frost—insultó con enojo, señalándole.
—Bien, ya nos vamos, vente Diego, vamos a echarnos una reta—se levantó de la cama y pasó su mano entre sus rizos, acomodándolos.
—Va, pero primero vamos a tu casa por el balón.
—Vientos, nos vemos dude—se despidió Emilio, despeinado a su amiga.
—No me digan dude pendejos—le dio un manotazo al rizado.
—Adiós, dude, bro, carnalito.
La chica sonrío negando mientras veía a sus mejores amigos salir, la trataban como un hombre, en parte había sido su culpa, pues nunca se quejó y siempre le seguía al juego, realmente no le molestaba, pero, suponía que había un momento en que debía hacerlos parar. Suspiró y siguió con su trabajo.
—¿Y cómo es el chico ese?—preguntó Diego después de un corto silencio.
—Pues, normal. Un morrito básico, usa de esos pantalones elegantes de cuadros a blanco y negro arremangados para que se le vea una parte de sus calcetines, también tenía metida la playera, ya sabes, aquí bien "fifi"—extendió sus brazos e hizo las comillas al aire—. Físicamente es más bajo que yo, tiene el cabello castaño y rizado, pero corto, su piel es blanca, como lechosa, sus ojos eran—se calló por un momento, tratando de recordar—, creo que cafés, así como los míos, aaah, y tiene las pestañas tupidas, tal vez eso es lo que le gustó a Ana, lo hacían ver cómo, adorable, o eso dijo ella.
—Okay...—dijo extrañado—. Demasiada información. Jamás te fijas tanto en nadie—agregó rascándose la nuca.
—Pues es la primera persona que le gusta, pensé que sería asexual. Necesitaba ver que tenía de especial, ya sabes—explicó con nerviosismo, extrañamente su corazón se aceleró, no le tomó importancia.
—Te creo, está raro.
—Carreritas hasta mi casa, quien pierda paga los tacos—dijo para hacer menos incómodo el momento comenzando a correr.
—¡Tramposo!
Diego corrió tras su amigo, trató lo posible para alcanzarlo, pero el otro tenía mejor condición física. Se rindió a las tres cuadras y tan solo miró como Emilio se hacía pequeño cada vez más. Paró un taxi y dijo la dirección, a los pocos minutos había llegado, esperó otros más para ver llegar a su amigo con una sonrisa y la respiración acelerada.
—Tardaste un chingo—dijo con los brazos cruzados.
—Diego, eres un tramposo, así no se vale. No te pagaré nada—espetó de manera entrecortada.
—Ya, llorón, mejor abre, que parece que te me vas a morir.
Emilio lo fulminó con la mirada y sacó sus llaves, abrió la puerta para después ir directo a la cocina, se sirvió agua y la tomó con rapidez, al terminar vio una nota pegada en el refrigerador. Era de su madre, esta decía que había salido por motivos de trabajo y que llegaría en unos días.
—¿Qué pasa?, se te puso la carita triste—comentó.
—Mamá, otra vez se fue—masculló con impotencia.
—Tranqui, me quedo yo, vemos Netflix y comemos porquerias, ¿va?—sugirió, tratando de animarlo.
—Gracias.
—Para eso estamos.
Los dos sonrieron, tomaron unos paquetes de palomitas y las hicieron con tranquilidad, sacaron de la alacena varios paquetes de papas y las metieron en un bowl, cada uno agarró una lata de refresco para después sentarse en los enormes y cómodos sillones de la sala, encendieron el televisor, escogieron una película y comenzaron a verla sin preocupaciones.
El día estaba pasando con tranquilidad, el filme estaba por terminar y una llamada fue lo que perturbó el curso de las cosas. Era un número desconocido. Justo como en la película. Ambos se miraron asustados, decidieron que lo mejor era no contestar. Emilio bloqueó su móvil y lo silenció, sin embargo un mensaje apareció en su WhatsApp.
Hola, soy Joaquín, perdón si te moleste en un momento importante.
—Wey, es el morrito de An, ponle pausa, veamos qué onda con él—pidió con una sonrisa.
Diego acató las órdenes y se juntó más hacia Emilio, para poder ver el chat.
—¿Qué le digo?
–Pues, que no estabas haciendo nada importante, solo que no tenias el celular con sonido—sugirió.
—Va.
Perdón, tenía el cel sin sonido y apenas vi que me llamaste.
Oh, okay, igual solo quería hablarte para que guardaras mi numero y quedar bien acerca del recorrido que me prometiste.
—Ay, qué galán, le vas a dar un recorrido—le guiñó un ojo.
—Cállate pendejo, necesito ser su amigo, es parte del plan.
Claro, tú dime cuando tengas tiempo, yo ando libre estos días.
¿Te parece el viernes?
Va, te veo después, hasta luego.
Hasta luego Emi.
—¿Emi?, que le pasa a ese, se toma muchas libertades, apenas te conoce—se ofendió.
—Aún mejor, ya entró en confianza, será más fácil esto.
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•accιdenтalмenтe enaмorado• EMILIACO
Hayran Kurgu────────── . │ │ │ . . │ │ ◦ . . │ ◦ 「❛ "Donde Ana se enamora de Joaquín y le pide ayuda a su mejor amigo Emilio. Lo que no tomó en cuenta son los sentimientos que se...