Capítulo cuarenta y seis: Campo de girasoles.

1.7K 186 16
                                    

El silencio se sentía tan incómodo. Sus manos empezaban a sudar, y sin notarlo había comenzado a mover su pie izquierdo de arriba hacia abajo para disipar su ansiedad.

—¿Vas a decirme a dónde me llevas?

Santiago no respondió como lo había hecho las anteriores veces simplemente le ignoró y siguió con lo suyo.

—Deja de hacer eso—pidió impacientándose poco después, le ponía nervioso que hiciera aquello. 

—Primero contesta mi pregunta.

El mayor suspiró y siguió manejando. Cada vez se alejaban más de la ciudad, los edificios quedaban atrás y las casas comenzaban a ser más pequeñas. Pronto comenzó a rodearlos la vegetación, árboles y después áreas verdes extensas. Genial, Joaquín no lograba identificar el lugar, se sintió perdido, si algo malo pasaba, estaría en definitiva muerto. Cerró los ojos dándose por vencido, pero no pasó mucho tiempo cuando escuchó el automóvil parar. Algo confuso abrió los ojos, viendo como el mayor salía, así que hizo lo mismo.

No sabía cómo sentirse al respecto de lo que veían sus ojos.

Un campo enorme de girasoles se extendía frente a él, rodeándolo de colores vibrantes y llamativos.

—¿Qué hacemos aquí?

—Sabes amo estas flores—caminó hacia allá, esperando a que le siguiera, sin embargo no lo hizo.

—Dime la verdad.

—En parte lo es, pero, bien—volteó hacia él y cruzó los brazos–. Necesitaba alejarme.

—¿Para qué?, es algo sospechoso—alzó ambas cejas.

—La señal aquí es nula.

—Acabas de hacerlo aún peor—sonrío de lado y se recargó en el auto.

—Joaquín—suspiró pasando sus manos con fuerza sobre su rostro—. Estoy metido en asuntos, este tal vez es el único lugar donde podría estar contigo sin ponerte en peligro.

—¿Peligro?, necesitas explicarme.

—Todo empezó en las vacaciones, cuando no me pude contactar contigo—empezó, caminando hacia las flores.

—Lo recuerdo.

—Donde estaba me aburría de estar solo mientras mis padres salían a sus negocios, así que me escapé una noche y entré a una fiesta—contó viendo hacia los pétalos procediendo a acariciarlos suavemente—. Unos chicos me dieron drogas de todos los tipos, acepté por morbo, pero en poco tiempo podría decirse que me volví adicto—rió con tristeza.

—Santi...

—Ellos vieron una oportunidad en mi—continuó—. Sabes la habilidad que tengo con la gente, así que me ofrecieron vender, acepté por imbécil, básicamente. Pero todo comenzó a ir mal, mi actitud había cambiado así que no podía venderlas y terminaba consumiéndolas, actualmente debo mucho dinero, así que tengo que estar con ellos para que no me maten a mí o a mi familia.

El silencio llegó. Joaquín se sentía extraño, enterarse de todo eso de repente era mucho. Recién la noche anterior se había desmayado al saber que estaba vivo, y ahora... Esto. 

—No sé qué decir.

—Joaquín, realmente quiero que me perdones—trató de acercarse, el menor lo permitió.

—No puedes simplemente aparecer de un día a otro y pedirme perdón—se alejó sintiendo una furia repentina—. ¡Creí que estabas muerto!, todos pensamos eso, estas loco.

—Tuve que hacerlo, estoy metido en cosas muy feas, fue lo mejor que pude hacer, para no meter en peligro a nadie más que a mí—trató de explicar. 

—¿Y qué quieres que haga?.

—Solo perdóname—murmuró respirando pesadamente–. No volverás a verme, te dejaré en paz.

—Bien—contestó seguro.

—¿En verdad?

—Si—su rostro cambió, una sonrisa brillante apareció—. Algo me decía que subiera al auto, tenía bastante miedo a decir verdad, pero me alegra haberlo hecho, siento un peso menos encima. Se que no eres malo y no lo serás jamás, aunque estés obligado a ese asunto de las drogas.

—Eres increíble Joaco—le sonrió enseñando su perfecta dentadura—, siempre me arrepentiré de lo que te hice, pero no estaba en mis cinco sentidos. También perdón por lo de los mensajes y toda esa falsedad que creé, pero era la única manera en que no comenzaran a investigarme y llegar a ti.

—¿Algún día crees salir de eso?

—Realmente lo espero, todo está volviéndose cada vez más turbio, y es vergonzoso confesarlo—se tomó el tiempo para decirlo—, pero tengo mucho miedo.

—No tiene que darte vergüenza—acarició suavemente su brazo—, el miedo es algo natural y completamente normal.

—Supongo...

—¿Podrías llevarme de regreso ahora?—pidió sintiéndose extrañamente mejor—, estoy seguro que si no estoy allá comenzarán a ponerse locos.

—¿No dejaste alguna nota?

—Claro, y dice: Iré a dar una vuelta con Santiago, mi ex novio el muerto—rodó los ojos.

—Tienes razón, bien, vamos, sólo que no te dejaré exactamente ahí. Seguro la policía ya está buscándome.

—¿Dónde me dejaras entonces?—preguntó con una ceja alzada.

—Ya verás.

Subieron al auto nuevamente, se pusieron el cinturón de seguridad y Santiago comenzó a manejar. Ambos se sentían mejor, era algo que les faltaba.

—Recuerda que no podremos hacer como si esto hubiera pasado, actúa como que me sigues odiando y yo seguiré siendo un imbécil.

—Lo sé.

—Me alegra poder arreglar todo esto.

—A mí también.

Ambos se sonrieron y el trayecto siguió en un cómodo silencio que era acompañado solo por el sonido del aire entrando por las ventanas.

No sabían lo que les esperaba.















︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶

¿Lo veían venir?, yo de hecho no... Tenía escrito un capítulo totalmente diferente, pero decidí cambiarlo.

La trama se alargaría mucho con el secuestro de Joaquín y siento que ya estoy tardando mucho con esta historia, ¿o ustedes preferirían eso?

Aparte ya no quería hacerlo sufrir unu, siento que es mi hijo y no thanxs, jaja.

Gracias por seguir aquí, ¡les amo!💜

•accιdenтalмenтe enaмorado• EMILIACO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora