𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐝𝐚𝐲

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El punto de partida de mi historia podría situarse desde mi nacimiento pero nada interesante pasó sino hasta que crecí lo suficiente como para entender ciertas cosas...

— ¿Papá?— hablé aún con pavor y mi mano en el pecho.

Él se encontraba de espaldas, tratando de normalizar su incontrolable respiración, al no oírlo hablar evalúe toda la escena frente a mí.
El hermano de mi padre yacía en el suelo, no pude ver con claridad su rostro ya que este estaba casi desfigurado y las manos de mi padre estaban manchadas de sangre, incluso de sus uñas goteaba sangre, el escenario era abrumador, el teléfono colgaba de la pared, una mesa de madera estaba quebrada por la mitad, botellas de vidrio hechas añicos sobre licor, algunos cuadros de las paredes estaban inclinados... era evidente que algo violento había ocurrido.

— Hija...— reaccionó papá al cabo de unos segundos, naturalmente retrocedí asustada.

No por él, sino porque no entendía lo que había pasado.

— ¿Qué pasó?— me atreví a preguntar pese a mí notable ausencia de valor.

— Te dije que esperarás en el auto.— me reprendió sin ganas para luego abrazarme.

— No volvías y oí ruidos extraños... Me preocupé.— logré contestar con firmeza.

En ese momento papá suspiró y desvaneció nuestro abrazo, ahora me miraba fijamente.

— Hope... No estás segura, debes saberlo, por eso lo hice...— dijo en un tono de abatimiento que jamás había oído en él.— No ibas a estar segura si él lo sabía... Tuve qué... Tuve...

Papá estaba muy nervioso, sudaba en exceso y aunque su respiración parecía que se regularizaba él seguía inquieto y nervioso.
No comprendí, solo lo miré y arrugue las cejas, tras nosotros se oían las escandalosas sirenas de las patrullas. Papá se giró nuevamente hacía el cuerpo sin vida de su hermano y pasó aun lado de él, como si nada.

— ¿Papá?

Lo seguí hasta la puerta, tres vehículos policiales se estacionaban y los oficiales salían de sus vehículos apuntando hacía mi padre.

— ¡Las manos a la cabeza!— ordenó un oficial.

Papá acató la orden y cuando iban a llevárselo, corrí hacia él para abrazarlo, estúpidamente creí que eso evitaría el arresto. Una pequeña parte de mi sabía lo que papá había hecho pero mi cariño hacia papá me hizo perder la cabeza esos débiles instantes, así que seguí abrazándolo por la cintura. No oía bien lo que los policías decían, solo la voz de papá diciendo:

"Voy a estar bien, calabaza. Suéltame, déjame ir."

Quizás él lo estaría... Pero no yo.

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𝐴𝑆𝑆𝐻𝑂𝐿𝐸; 𝖩𝖺𝗌𝗈𝗇 𝖳𝗈𝖽𝖽/𝖣𝖺𝗆𝗂𝖺𝗇 𝖶𝖺𝗒𝗇𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora