Capítulo 6.

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Me quedé parada sin saber que hacer. Lo observé. Estaba apoyado contra un lado de la puerta. Tenía un pantalón ajustado azul oscuro y una remera de algunos talles más grandes, color negro.

Bastante...interesante. Di un paso hacia el costado para dejarlo pasar, y luego pensé en el orden del departamento. Le eché un vistazo. No estaba tan mal.

-Sentate- Le dije señalando el sillón.

-¿No vamos a salir?- Preguntó divertido mientas tomaba asiento. Tenía una expresión distinta.

Estaba...no tan serio.

-Yo...- Arranqué y me detuve al mirarlo. Era lindo.-Yo iba a salir con Iara- Terminé.

-Sí, ya lo sé- Asintió e hizo una mueca. -Te mandé un Whatsapp.

Wow, esto no me lo esperaba. Respondí casi al instante.

-Murió mi celular

-También lo sé

Se rió y sonreí. Todo parecía tranquilo, normal.

-Veo que hablaste con Iara

Afirmó con un gesto.

-¿Querés tomar algo?- Pregunte, solo por cortesía.

-No, vamos- Se levantó. Arqueé una ceja.

-¿A dónde?

-Al boliche, ¿o no? Mauro me dijo que iban para allá.- Ahora el confundido era él. Me reí.

-Sí, vamos- Dije tomando un abrigo del perchero.

Salió del departamento sin decir una palabra y lo vi apretar el botón del ascensor. Tardé más de lo normal en cerrar la puerta: no podía embocarle a la cerradura, estaba muy entretenida mirándolo. No dejaba de mover el pie y me estaba poniendo nerviosa.

El ascensor llegó y me abrió la puerta. Pasé y me miré, poco disimulada, en el espejo. Él hizo lo mismo. Saqué mi celular y abrí la conversación con mi amiga.

 Saqué mi celular y abrí la conversación con mi amiga

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Levanté la mirada y lo encontré mirándome.

Sí, gracias, Iara. Suspire.

Llegamos a planta baja y saludo al portero con un gesto amigable. Instantáneamente supe que lo había dejado pasar. Salió por la puerta principal y adiviné que iríamos en su auto. Bueno, al menos no me pediría que mire para adelante al manejar.

-Pensé que venías a arruinarme un rato- Le comenté irónica mientras entraba al auto. Vi su sonrisa por detrás del vidrio. Abrió la puerta y se sentó.

-Puedo arruinártela en pocos minutos- Me dijo todavía riendo y me miró a los ojos. ¿Qué cosa tan mala podría tener este chico?

-¿Por qué motivo podrías arruinarme tanto?- Prácticamente rogué una explicación. Este tema me estaba carcomiendo por dentro.

-Yo no soy como vos- Largó.

Lo miré y encendió el auto. Era más sexy de lo común manejando. Revolvió algo en su bolsillo y sacó un cigarrillo para ponerlo entre sus dientes. Buscó en el otro bolsillo un encendedor y lo prendió. ¿Cómo iba a prestarle atención a lo que dijera de ahora en más?

-Yo soy mujer- Dije como una estúpida.

-Y yo varón- Rió. Yo también, de la estupidez que había dicho.

-Me refiero a que no soy como vos en otro sentido. Soy... raro.

Sé que pensó un segundo la palabra perfecta para describirse. Raro. Iara también lo había caracterizado así.

-Somos...distintos. Desparejos. Diferentes- Continuó hablando y, por más de que quise, no pude prestarle mucha atención a sus palabras.

-¿En serio?- Pregunté algo irónica y dubitativa. -Los dos vivimos solos, tenemos casi la misma edad...tenemos algunas cosas en común.- Alenté. Me odie por estar tan desesperada.

-Seguimos siendo bastante diferentes- Agregó.
Paró en un semáforo. Bajó un poco el vidrio para sacudir el cigarrillo al mismo tiempo que depositaba una mano sobre su pierna. Tragué saliva ante tan lindo espectáculo.

-¿Por qué?- Inquirí nuevamente.

-Vos estas...llena de vida, y yo tengo un muerto en el placard

diferentes • c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora