Capítulo 5

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Abrí los ojos y supe que había tenido una pesadilla.

Por suerte no la recordaba. La luz del sol entraba por la ventana de mi habitación. Era de día, pero no tenía idea de que hora era. Manoteé mi celular de la mesa de luz. Apreté el botón y nada. Maldije. No funcionaba. Le saqué la batería. Nada. Estaba muerto.

Me tome la cabeza. Que lindo momento para que se te muera el celular. Por un segundo pensé que su número me había traído mala suerte. Reí de mis propios pensamientos mientras me levantaba.

Entré al baño, me higienicé y bañe. Me cambié lo más rápido que pude al comprobar que eran las 12.40 del medio día en el reloj de pared.

Bajé hasta el subsuelo y saqué mi auto del garaje para dirigirme a la casa de mis padres y almorzar en familia. Estaba ida, no tenía idea de lo que había pasado durante la comida y eso me molestaba un poco. Este tema me estaba complicando todo: mi atención, mi relación con Iara...y hasta la vida de mi celular. Opté por echarle la culpa de todo lo que pasara de ahora en más a él, a Tomás.

Fui con mi papá a comprar un nuevo teléfono. Se había quemado, o algo así.
Estaba todo dañado, desde el equipo hasta la memoria y el chip. ¿Era eso posible?

Odié a todo el mundo cuando me dijeron que tardarían más de 24hs en activarme la red de internet en el celular. ¿Qué iba a hacer con mensajes de texto y llamadas? Guardé el número de mi amiga, el cual sabía de memoria, y no dude en escribirle.

 ¿Qué iba a hacer con mensajes de texto y llamadas? Guardé el número de mi amiga, el cual sabía de memoria, y no dude en escribirle

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Pasé el resto de la tarde con mi hermana y mi mamá. Hablando de cosas, que en realidad eran nada. No tenía idea de lo que ocurría a mí alrededor y nada me preocupaba más que saber que había hecho algo malo. Muy malo, como para que alguien no quiera verme.

Quise gritar y pegarme por estresarme tanto por un pibe al cual ni siquiera conocía. Solo lo había visto dos veces. Las dos veces había sido completamente diferente. ¿Será bipolar?

Me encogí de hombros mientras tocaba el botón para que el portón de la cochera se abriera. Ingresé al departamento y lo primero que hice fue conectarme al WiFi.

Un Whatsapp de Iara no tardó en llegar.

Un Whatsapp de Iara no tardó en llegar

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"Mauro hablo con Tomi. Hoy salimos con ellos." Releí.

¿Tomás quería salir conmigo? No, claramente.

Estaban presionándolo de la misma manera que me presionaban a mí. No nos bancábamos, ¿por qué tanto problema?

Pensé por un momento que había aceptado salir por algún motivo. Anoche me había cortado el rostro increíblemente, aunque no era más que una tonta excusa. Hubiese preferido un "no tengo ganas de verte", creo.

Apagué el celular y lo deje sobre el sillón. Fui a la cocina para prepararme un café y tomarlo mientras veía algún programa de moda en la TV.

Me desperté confundida y supe que me había quedado dormida con el café en la mano. Refregué mis ojos, dejé la taza sobre la mesa ratona y encendí el celular. Wow. La una de la mañana. Vibró el teléfono.

Bostecé

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Bostecé. No respondí pero obedecí. Pensé que sería una buena idea salir juntas, solas, después de tantas discusiones en el último tiempo.

Me duché rápidamente. Sequé mi pelo y me maquillé. Abrí el placard pensando en que ponerme y un mono corto negro de encaje llamo mi atención. No tenía nada más que un escote en la espalda que llegaba casi a la cintura. Busqué mis zapatos más altos y un collar.

Me tiré exhausta sobre el sillón: prepararse en veinte minutos no era algo para mí. El timbre no tardó en sonar y me pare entusiasmada. Abrí la puerta seguido a un ruido extraño de felicidad. Pero mi amiga no estaba ahí.

-¿Qué haces acá?- No pude ocultar el asombro en mi voz.

-Vine a arruinarte la vida un rato

diferentes • c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora