Capítulo 25.

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-Entonces, ¿me quedé dormido en el sillón mientras me preparabas un café?- Preguntó y se llevó una papa frita a la boca.

Estábamos en McDonalds, claramente. Eran como las... ¿cuatro de la tarde? ¿En qué otro lugar íbamos a poder almorzar a esta hora?

Asentí tomando un sorbo de gaseosa. Arqueó una ceja.

-No me gusta el café- Dijo. Ladeé la cabeza para mirarlo irónica.

¿A qué persona en la faz de la tierra no le gusta el café? Suspiré.

-Si me hubieses dicho esto antes no te hubiese aguantado en mi departamento

Se rió despreocupado.

-Mauro me soporto bastante más que vos, creo

-¿Saliste con Mauro?- Pregunté sorprendida. Pero no sé por qué: era su amigo. Me alivié que no haya salido por ahí a tomar y emborracharse solo... o con alguien más.

Solo era Mauro. Y Mauro era todo lo que estaba bien, a veces.

-Iara le escribió para que la pasara a buscar por tu casa

Abrí la boca sorprendida. ¿Por qué Iara seguía comportándose como si fuese amiga de él, en lugar de mía?

-Me dejó entrar al edificio cuando salió. Y...hasta ahí recuerdo

Se limpió la boca con una servilleta y se puso de pie. Me estiró la mano e hizo que me levantara yo también. Evidentemente, quería irse de ahí.

-Bueno y... ¿vamos a tu casa o a la mía?- Curioseó cuando llegamos a su auto. Lo miré sarcástica.

-...A mirar una película, ¿no era eso lo que habíamos dicho?- Continuó entre risas, inocente.

-Lo que vos dijiste- Le recordé. Yo no había aceptado ningún trato.

-Como sea- Giró sus ojos y cerró la puerta dejándome sola al lado del auto. Bufé.

Cuando estaba de humor me olvidaba de toda su historia y de los problemas que nos causábamos mutuamente.

No me dejó pensar un segundo más.

Bajó el vidrio del acompañante desde su lugar y me miró, desde adentro, con anteojos de sol puestos y un cigarro entre sus dientes.

-¿Vas a tardar mucho más?- Preguntó insistente.

-No te banco- Grité, y entré al auto. Me senté a su lado. Crucé mis brazos y miré por la ventana, todo el viaje. Ligeramente me di cuenta que nos dirigíamos a mi casa.

Y mi cerebro no tardó en empezar a maquinar. ¿Qué había con su departamento? ¿Había estado con alguna chica en su departamento después de...de eso? Recordé su inmensa cama, con las sábanas y los acolchados negros. La piel se me erizó. ¿Habrá sido...ahí? Negué con mi cabeza rápidamente para sacar esos pensamientos macabros de mi cabeza.

-Perdón- Dije, y la palabra casi se escapo entre mis labios. No quería decirlo en voz alta.

Me miró para luego sonreírme. Estaba esperando esto. Pensé unos segundos antes de seguir hablando.

-Sé que te dije que no iba a salir corriendo- Lo miré.

Esta vez no se giró a mirarme. Fijo su vista en la calle y sujeto el volante con fuerza.

-Pero...me asusté.

Apoyó su mano sobre mi pierna. Me detuve para mirarla. La apretó con fuerza, como si intentara decirme algo. Me tomé unos minutos para controlar mi respiración.

-Desde el primer día estuvieron tratándome distinto. Sabía que algo pasaba pero no qué. Y me intrigué. No quise meterme en tus cosas y mucho menos obligarte a contarme algo si no querías hacerlo.

Y ahora sí, me miró. Levantó una ceja.

-No lo hiciste, Valeria

Valeria, wow. Bajé mi mirada. No quería seguir arruinando cosas con mi curiosidad. Aún tenía miles de preguntas dando vueltas en mi cabeza, y no estaba segura de poder encontrar respuestas en algún lado.

¿Seguía tomando alguna medicación? ¿Su departamento era el mismo en el cuál había pasado todo? Su... ¿su cama? Cerré los ojos.

-Lo que paso...- Comenzó a hablar. No puede evitar volver a mirarlo. -...ya pasó. Marcó mi vida. Esta y la vida siguiente. Y la otra, y la otra también. Pero ya pasó.

Tragó saliva de una manera tan fuerte que pude escucharlo. Puso el freno de mano y en ese momento me di cuenta de que habíamos llegado. Bajó del auto. Arqueé una ceja, ¿iba a dejar todo por la mitad? Lo imité y abrí rápidamente la puerta principal. Pedí el ascensor mientras él cerraba el auto.

Entramos juntos al rectángulo de metal. Llegamos al piso, abrí la puerta y dejé mis cosas en el sillón. Él me imitó y se sentó. Me alegré de que siguiera hablando.

-Sin embargo es un pasado que va a estar siempre en mi presente. No hay manera de que no lo esté. Pero...alguien me dijo que en algún momento todo el dolor va a cesar. Y que voy a estar bien

La piel se me erizó. No podía escucharlo hablar así.

Su voz temblaba.

-Y creo que te necesito para que eso pase

Cerré los ojos.

-Nunca estuve tan bien como en estos días. Quizá para vos fui un poco histérico, ciclotímico y muchas cosas más, pero...yo también me asusté. Nunca había sentido nada como esto después de lo que pasó. Tenía miedo, y tengo. Pero cuando estoy con vos me olvido de todo

Sí, confirmado. Sentí mis lágrimas saladas en mis labios. Me había aguantado el llanto tanto tiempo, pero ahora lo único que quería era llorar, besarlo y abrazarlo. No importaba lo demás.

-No remover el pasado...o algo así- Dijo para hacerme reír.

-¿Hablaste con Iara?- Pregunté.

No había otra manera de que me estuviera diciendo lo mismo que ella me había dicho horas antes.

-Con Mauro- Explicó. Reímos juntos.

Lo vi reír y no aguanté un segundo más. Me arrojé en sus brazos para abrazarlo con fuerza. Pensé por un momento como me estaba afectando todo esto a mí. Seguramente era nada comparado a lo que lo afectaba a él.

Estuve unos segundos apoyada sobre su pecho mientras él me tranquilizaba con caricias en el pelo. Dejó un beso en mi frente para alejarme un poco y mirarme a los ojos.

Los cerré antes de chocar nuestros labios. Y en ese momento me di cuenta de cuánto lo necesitaba.

¿Cómo podía hacerme la enojada con una persona así?

Mordí su labio mientras calmaba mis pensamientos. Tiró con delicadeza de mi pelo para besarme más aún.

-¿Podemos saltearnos la película?- Preguntó besando mi cuello.

Y mis piernas temblaron. Tenía el don de poder cambiar de humor de un segundo a otro.

diferentes • c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora