Miré la pantalla del celular. Las ocho llamadas perdidas de Tomás me ponían de malhumor. Le había prometido que nos íbamos a ver. Lo había dejado plantado, y me odiaba por eso. Ahora mismo tenía ganas de volver el tiempo atrás, cancelar la salida y quedarme con él, todo el día.
Justo cuando estaba pensando en lo genial que hubiese sido despertarme a su lado, en lugar de al lado de Seba, mi celular sonó.
Apenas toqué el botón para atenderla, empezó a hablar: Iara.
-Necesito que alguien me diga que paso anoche.
Suspiré. Al menos no era la única. Me levanté de la cama y me propuse prepararme una ducha.
-Necesito que alguien me diga porque aparecí durmiendo con Sebastián
-¿Te cogiste a Seba?- Gritó.
-¿Te podes callar?- Agregué, como si alguien la pudiera escuchar. Abrí con fuerza la canilla de la bañadera, aún no podía creerlo.
-Necesito que vengas. Me siento mal. Pero mal físicamente.
-Yo también. Tengo como un pedo pero crónico. Algo paso.
"Algo paso". Sí, algo extraño había pasado. Corté la llamada mientras miraba algún punto fijo. Algo raro había pasado, y se sentía horrible no poder recordar qué.
.
-Fueron los hielos.- Exclamó Iara entrando desesperada, apenas le abrí la puerta.
La miré cruzar todo el living nerviosa. Justo detrás de ella entró Seba. Le hice un gesto con la mano para saludarlo, no sabía muy bien como reaccionar. Él estaba igual.
-¿Qué pasa con los hielos?- Pregunté totalmente perdida.
-Apenas llegamos el flaco de la barra nos dio hielos raros. Dijo que tenían pedazos de limón, para el Gancia, ¿no te acordás?
Recordé al instante. Grité. Por fin recordaba algo. La miré anonadada.
-Ahora que decís, sí
Seba se dejó caer en el sillón tomándose su cara con las manos. Iara me miraba preocupada.
-Nos re mil drogaron.
-Dice que se llama "Rohypnol: la droga de los violadores".- Comentó Iara mirando la pantalla de la computadora. Parecía la más asustada de los tres.
-Síntomas- Continuó leyendo en voz alta. -Pérdida de frenos inhibitorios.
Llevó su mirada hacia nosotros dos, que la mirábamos desde el sillón. Maldita sea.
-No voy a leer más síntomas creo- Agregó divertida.
-No estuvimos- Me dijo Sebastián mirándome de la nada. Abrí los ojos sorprendida. -Tuve como un flashback y me acordé que te quedaste dormida de golpe apenas salimos del ascensor.
-Que suerte, otro síntoma era el sueño repentino- Agregó irónica Iara.
Un alivio corrió por mi cuerpo. ¿Cómo podía estar aliviada si no recordaba que había hecho la noche anterior?
-En general, dice como que causa una amnesia temporal. Dice que la usan los violadores con sus víctimas- Se encogió de hombros mientras cerraba la notebook.
Suspiró y se paró frente a nosotros.
-Bueno, al menos ahora puedo dormir tranquila. Se sentía horrible no saber que había pasado- Comentó tomando de la mano a Seba para ponerlo de pie.
Me levanté de golpe para caminar hasta la puerta. Les di un beso, ahora, a los dos. Mi amigo me sonrió y eso me alivió.
-Bueno, ahora que estamos más tranquilos es tiempo de que aceptes que no es tan malo despertarse durmiendo al lado mío- Bromeó mientras abría la puerta.
Reí. La cara de los dos se transformó.
No, por favor, no.
Pero sí.
Tomás estaba del otro lado y el odio brotaba por sus ojos.
-Que idiota soy- Dijo.
Vi su bronca bajando por su cuello. Cerró los ojos para no reaccionar.