Abrí los ojos y me revolví en la cama. El viento que entraba por la ventana me había despertado. Miré la hora en el reloj de pared: 8.43 am. Genial, ¿cómo iba a volver a dormirme ahora?
Me senté en la cama para refregarme los ojos y me tomé unos segundos para comprobar que, efectivamente, estaba desnuda.
Desnuda y sola.
Tuve que acomodar mi mente para recordar lo sucedido anteriormente. Se ve que un momento de lujuria me invadió y mi mente casi pasa por alto que acababa de tener sexo con Tomás.
Aclaré mis ideas y recordé cuantas veces lo había visto. Tres, sí, creo que tres. Sin contar que dos habían sido un mismo día.
Él, claramente, había desaparecido justo después de conseguir lo que quería. ¿El lo quería? ¿O yo lo quería? Los dos lo queríamos, creo. No me hubiese molestado que al menos me dejara un mensaje, o un Whatsapp.
Estaba molesta conmigo misma. Me sentía como una auténtica puta ahora mismo.
Estaba molesta con él también. ¿Cuál era su plan?
Me había ignorado y rechazado hacía menos de 24hs. Me trató mal la última vez que lo había visto. ¿Por qué me acosté con él?
Bufé. Me enredé en la sábana y me levante para cerrar la ventana. Fui hasta la cocina para tomar un vaso de agua. Me senté en la barra y tomé el celular para leer los Whatsapp de mi amiga, que antes había ignorado:
Reí sola ante su mensaje. Su teoría era que, quien bailaba bien, cogia bien. Siempre lo había sostenido. Tecleé.
Excelente. Sí, me parecía correcto para describirlo. Opté por dejar descansar a mi cuerpo y mi cerebro y acostarme.
El ruido del ascensor me despertó. Giré en la cama y comprobé que me dolía cada centímetro de mi cuerpo. Me levanté rápido para evitar el dolor. Pase al baño y, luego de una larga ducha, me vestí.
.
Miré el celular: 6.48pm. Bueno, al menos se había pasado rápido el día. Tenía dos Whatsapp. Abrí la aplicación expectante. Pero no, Iara una vez más.
Siempre íbamos a la quinta. Era grande y nos relajaba. Nadie nos decía que hacer, a que hora comer, cuándo bañarnos. Éramos libres.
Nunca dudaba en ir. Pero ahora estaba él. Ayer habíamos salido juntos, era amigo de Mauro...no había forma de que no fuera. Iara lo sabía, no me hubiese obligado a ir de no ser así.
Escribí y esperé su respuesta.
Miré confundida el celular. Lo bloqueé mientras pensaba. Intente distraerme mirando algún que otro programa en la TV pero fue imposible. El timbre me sacó de mis pensamientos.
Maldije. Iara siempre venía cuando me quería convencer de algo. Llevé mi cabeza hacia atrás, cerré los ojos y tomé aire. Cuando los abrí casi me desmayo.
-Iara dice que tardo menos en convencerte que ella- Dijo con un acento gracioso que no me causo nada.
-Hola, ¿no?- Exclamé y me odie por no poder ocultar la molestia.
-Hola- Agregó feliz y besó mi mejilla. Estaba suave, perfumado, y lindo. -¿No me vas a dejar pasar?
-¿Debería?- Retruqué casi al instante. Levantó una ceja y comprobé lo desconcertado que estaba.
-¿Estás molesta por algo?
-¿Te parece?- Bufé. No podía controlar la ironía.
-Bien, ¿y por qué estás tan enojada?- Su tono gracioso me molestaba más aún.
-¿Querés una lista?- Pregunté.
"Mira para adelante cuando manejas", "ya arreglé cosas para hoy", "no tengo ganas de verla a Valeria"... ¿por dónde empezar? Pensé por un segundo que estaba más molesta por todas esas cosas que porque se haya ido casi al segundo después de estar conmigo y me haya dejado sola como una prostituta.
-¿Hay una lista?- Preguntó sorprendido.
-Sí. Una bastante larga
-Wow- Exclamó y se rascó la nuca.
Acomodó su pelo. Tuve que agarrarme al marco de la puerta para no caerme.
-¿Podemos hablarlo en la cama?- Preguntó con una sonrisa en su cara y tuve que procesar sus palabras unos segundos.
-No- Grité, casi aterrada. No, ¿o tal vez sí? Sacudí mi cabeza.
-Era un chiste- Dijo divertido.
Wow. Que gran chiste. Me puse seria.
-¿No me vas a dejar pasar?- Preguntó ahora más calmado.
-Creo que no
-Bueno, entonces vamos- Dijo y tiró de mi brazo.
Vamos, ¿a dónde vamos?