Capítulo 3

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Se levantó y caminó hasta la casa. Lo vi desaparecer. Me quede quieta, sin saber que hacer. Estaba un poco más intrigada que antes, como si eso fuese posible. ¿Qué historia? ¿Él tenía una historia? ¿Iara sabía esa historia?

¿Por qué no podía sonreírme? Habíamos dormido juntos, ¿no? Recordé.

No, no lo habíamos hecho.

Él había esperado a que me durmiera y se había ido. No había dormido conmigo. Suspiré confundida. Necesitaba dormir, creo.

-Te doy 500 pesos si me decís lo que pensas-Me dijo Iara acercándose.

¿Por qué estaba ella intrigada en lo que yo pensaba? Yo tendría que estar intrigada en lo que ella sabía.

-No hace falta la plata, estoy pensando en que carajos es lo que pasa con Tomás - Respondí directa y un poco harta de tantas vueltas. Rió como si supiese que iba a decirle eso.

-Ya te dije, es raro. ¿Qué te dijo?

-Que...que no valía la pena arruinarme con su historia- Dije intentando procesar esas palabras pero no, no había ninguna pista ahí.

-Te quiere mantener al margen, supongo- Se encogió de brazos.

-Mantener al margen, ¿de qué?

-De su vida

Levanté una ceja, ¿qué le pasaba a todo el mundo?

-Iara, lo conocí ayer. Tengo 19 años. No estoy pensando en que quiero casarme con él. Me dio un beso y me parece que lo que al menos me merezco es que no mire con esa cara de orto. No estoy esperando a que me cuente de su vida.

Bueno, mentí. Sí quería saber un poco sobre él. Un poco bastante, pero nada más por todo este misterio que me habían creado.

-Demasiado lejos fue con el beso, Valu- Explicó.

-¿De qué hablas? No entiendo- Exclamé harta. -¿Nunca había chapado? ¿Es virgen? ¿Es fóbico a la gente? ¿Vende droga? ¿Mató a alguien?

La cara de mi amiga se transformó.

-Bueno, no me mires así tampoco. Dije cualquier cosa que se me cruzó, pero que se yo, boluda. No te entiendo. Explicate

Se levantó un poco incómoda.

-No te puedo andar contando cosas que no son mías amiga, perdón- Dio media vuelta y se fue.

La miré desaparecer ahora a ella. Me tomé la cabeza, ¿desde cuando mi amiga no podía contarme algo? Estaba molesta, confundida, y enojada.

Caminé hasta la casa para entrar al baño, agarrar mis cosas y buscar las llaves de mi auto entre el desorden.

-¿Te vas?

Levanté la mirada. ¿Qué te importa? No tengo ganas de arruinarte la vida yéndome, Tomás.

-Sí, me voy- Me limité a responder.

-¿Me llevas?- Preguntó y mi cara se transformó.

¿Qué le pasaba? Estaba indispuesto, quizá. Maldije, ya le había agarrado bronca.

-Le voy a dejar mi auto a Mauro, se van a quedar acá con Iara hasta mañana

-Como quieras- Le dije haciendo una seña con mis brazos, no necesitaba tantas explicaciones.
Capaz te arruino explicando, Tomás.

Salí con mi bolso al hombro e hice un saludo general con la mano. Tomás me siguió y las caras de Mauro e Iara mostraron asombro.
Tuve ganas de tirar el bolso en el medio de la quinta, pararme sobre el techo de mi auto y preguntarles a todos de una maldita vez que diablos estaba pasando. Me contuve.

Abrí el baúl para meter el bolso y me senté de mala gana en el asiento. Tomás entró por el otro lado y ahora parecía tenso.

Los diez primeros minutos de viaje fueron en total silencio. Me odié a mi misma por aceptar llevarlo a su casa sabiendo que la quinta de Iara quedaba a bastantes minutos de la ciudad.

-¿Vivís sola?- Preguntó sacándome de mis pensamientos.

¿Por qué se hacía el amistoso ahora? Lo miré.

-No te quiero arruinar la vida con mi historia, Tomás- Esta vez lo dije en voz alta.

Miré su expresión mientras dibujaba una sonrisa en su rostro. Por algún motivo me calmé. Todo era mejor si sonría.

-Lindo carácter, ¿eh?- Exclamó y ahora me sonrió más alegre.

Por un momento pensé que había dejado su mal humor de lado y estaba apunto de sonreírle.

-Mira para adelante.- Me ordenó ahora serio y lo obedecí, no sé por qué.

Bufé y subí la música. La bajó. Lo miré, ¿qué le pasaba? Volví a subirla.

Sonrió una vez más, mientras la bajaba. Que ciclotímico era este tipo, por favor.

-Bueno, ¿y? ¿Vivís sola?

-Sí, vivo sola- Respondí de mala gana subiendo el volumen.

-¿La cortas?-Gritó.

Lo miré. Es mi auto, estúpido, ¿qué te pasa? Anoche no la cortaste cuando te pedía que dejaras de zigzaguear.
Recordé por un segundo su humor anoche. Tan distinto. No parecía borracho pero se ve que sí, lo estaba.

-Hablame bien- Ordené.

-Respondeme bien

-No me respondiste bien en todo el día, ¿por qué tengo que responderte bien?- Le pregunté sin muchas vueltas, mirándolo confundida.

-Mira para adelante cuando manejas- Dijo de repente y no aguanté más.
Suspiré mientras me acercaba al cordón de la calle.

Puse el freno de mano, desabroché mi cinturón y salí del auto pegando un portazo.

-¿Qué haces? No podes estacionar acá, Valeria- Me gritó saliendo del auto.

-Ya sé que no puedo parar acá- Añadí irónica.

-Entonces, ¿por qué lo haces? Nos van a poner una multa

-Estoy harta de que me grites y me des órdenes: deja de molestarme o maneja vos- Exclamé y me crucé de brazos molesta.

Él se refregó la cara, creo yo, para no insultarme.

-Ok- Dijo. Levanté una ceja. -Manejo yo, subite al auto

Hizo una seña con sus brazos y separé los míos para pegarlos con fuerza a mis piernas. Bufé. Estaba enojada, muy.

Se subió al auto y tocó bocina apurándome. Grité frustrada. Me acomodé en el asiento acompañante de mala gana: me senté de chinito mirando la ventanilla.

-No puedo creer que seas así de testaruda

-Yo no puedo creer que seas así de idiota- Agregué murmurando.

-Abrochate el cinturón

-¿Vos me estás cargando?-Grité indignada.

Quería llegar a mi casa cuanto antes. Arqueó una ceja desentendido.

-¿No te cansas de dar órdenes, no?

-No

Abroché el cinturón y me senté recta, mirando al frente, deseando no escucharlo más. Se puso sus anteojos de sol antes de poner en marcha el auto. Lo miré de reojo, disimuladamente: ahora que no manejaba, podía observarlo mejor.

Era tan lindo así: callado. Hasta parecía bueno, normal.

bueno no se si les esta gustando o algo, son medio embole los capítulos pero ya se viene lo picante lo prometo ahre

diferentes • c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora