Rubio rubiales

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Estaba entrando en la clase y la persona que estaba ahí tenía la cabeza apoyada en el escritorio como si estuviera echándose la siesta.

—¡Hola! ¿Sabes quién se encarga de la clase?

Él levantó la cabeza y nos quedamos mirando por unos segundos hasta que contestó a mi pregunta.

—Ahora vendrá la tutora...

Sorprendida porque era el rubio terriblemente atractivo que dijo que yo era invisible, me quedé quieta y sin decir nada más. Sin embargo, él rompió el silencio.

—¿Tú, aquí? Tan pronto y ¿ya te estás metiendo en problemas? —preguntó.

—Las invisibles también nos metemos en problemas algunas veces.

Me miró con una sonrisa ladina, estaba tan diferente a la otra vez, tenía unos ojos azules grandes color cielo, unos labios bien formados rosados y una nariz fina un pelín respingona. La verdad que era un adonis si no fuera por lo estúpido que fue conmigo, estaría babeando, aunque ahora mismo me siento a la defensiva.

Alzó la ceja izquierda y agregó:

—Sí que te dolió ese comentario...

Miré un pupitre en la otra punta y me senté, mirando mi móvil y pasando de él, no pensaba contestar.

Justo en ese momento entró la tutora.

—¡Muchachos! Como veo que sois dos, vais a ir a la biblioteca a ordenar libros que nuestra bibliotecaria ha tenido un accidente y no puede subir las escaleras. De paso, haréis una buena acción.

Nos dirigimos a la biblioteca, allí una mujer mayor en muletas nos dijo lo que teníamos que hacer y había varios carritos con muchos libros para colocar en orden. No se veía una faena muy complicada.

Vi que Niels o cómo se llamase el rubiales porque no recordaba si ese fue el nombre que me dijo Maggi, fue a hablar con la mujer encargada de la biblioteca, parecía preocupado por ella, supuse que se conocían de toda la vida.

Yo empecé a hacer el inventario, solo quería terminar aquel castigo e ir a casa.

Estaba agachada en una de las estanterías acomodando y poniendo en orden los libros cuando sentí pasos a mi lado.

—¿No me vas a contar por qué te castigaron? —Preguntó Niels mientras cogía algunos libros para ordenar.

Lo miré, tampoco quería ser una borde ni grosera como él lo fue, y solo me limité a decir...

—Llegué tarde a la primera clase y me castigaron por impuntual, ¿y tú?

—Me salté la clase de química con la mala suerte de que me pilló la tutora y, encima, tendré que repasar el doble porque había un trabajo que tenía que presentar y no lo hice.

—Sí que estás en problemas, yo no sé aquí, pero en Miami cuando algún deportista iba mal, corría peligro de salir del equipo.

Alzó la ceja y añadió:

—Lo mismo aquí, solo tengo que presentar el trabajo y listo. ¿Es verdad eso que dicen?

Lo miré con cara de desconcierto.

—¿Qué dicen? No sé leer la mente todavía, así que no tengo ni idea de qué me hablas.

Él soltó una carcajada por mi ironía...

—¡Sí que eres directa! ¿Eres española? ―asentí con la cabeza―. Me gusta...

¡Qué rápido corren las noticias! Al ser un pueblo supongo que los chismes vuelan.

Dos Polos Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora