¡Si las miradas mataran!

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El lunes por la mañana estaba Niels esperándome para ir juntos al instituto, estaba muy emocionada de poder ir como pareja, que raro sonaba por dios.

Me puse unos vaqueros de pitillo un poco rotos de las piernas, mis converse de color azul, una camiseta negra de Linkin Park y una cazadora azul.

Me puse en el cabello un poco de espuma para que no se levantaran mis puntas, me eché un perfume de Victoria Secret que olía a frutas, un poco de maquillaje en los ojos y mis labios al natural.

Cuando lo vi llegar desde mi ventana, salí corriendo prácticamente sin desayunar, me había dejado la leche a la mitad.

—¡Hola, guapo!

Y le di un dulce beso. Él me sonrió...

—¡Qué bien hueles! ¿Dormiste bien? —Me miró con picardía.

—Sí, hasta muy tarde... —respondí.

—Te eché de menos ayer, como sabía que estabas con tu amiga no quería molestar vuestro momento.

—A Maggi no le hubiera importado, pero quizás necesitaba una charla con una amiga.

—Espero que le hayas hablado bien de mí.

Puse cara de buena y dije:

—Solo un poquito, le dije que eras bastante pervertido.

Se carcajeó de mi comentario y agregó:

—¿Le has contado nuestras intimidades?

—¡Con pelos y señales! ¡Qué no, tontín! Quería saber qué cara ponías y veo que te hubiera incomodado.

No podía parar de reír por la expresión que había puesto segundos antes.

—Pequeña traviesa —susurró.

Llegamos al instituto y cuando bajamos, inmediatamente, pude ver todas las miradas sobre nosotros dos.

Él me cogió de la mano e íbamos hablando tan tranquilos del horario que me tocaba, él quería estar al tanto de mis clases y en la única que coincidíamos era química.

Cuando pasamos cerca de sus amigos, me di cuenta de que las cheerleaders estaban hablando entre ellas y que, Stacy y Mía no me quitaban el ojo de encima.

Niels saludó a Dylan y Derek, yo los saludé con la mano.

—¡Qué pasa, tío! Has estado perdido este fin de semana —soltó Dylan.

—Más o menos —comentó Niels.

La pelirroja se acercó a nosotros y dijo sin cortarse...

—¿Estáis juntos? —preguntó observando nuestras manos enlazadas.

Yo iba a responder, pero Niels fue más rápido y contestó:

—¡Si!, Jess es mi novia —dijo sin ningún titubeo.

Stacy me miró de pies a cabeza, que, si las miradas mataran, yo estaría muerta y enterrada.

Mía miró a Niels muy desafiante e interrogó:

—¿Y esa regla que tenías?

—Con Jess esa regla no existe —afirmó con toda la tranquilidad del mundo.

—Las reglas cambiaron —añadió Derek hacia las chicas...

Lo cual agradecí viniendo de su parte.

—Lo único que sé, Niels, es que el sábado te perdiste el baile de Moulin Rouge que hicieron estas chicas —dijo señalando hacia Stacy y Mía—, quitaban el hipo viéndolas en lencería.

Dos Polos Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora