Sensaciones

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            🔞 Aviso importante 🔞

Este capítulo contiene lenguaje explícito y escenas subidas de tono.

                

Desde aquel día en el comedor, pasaron las semanas volando, y no tuve noticias de Niels, ni de ninguno de los populares.

Me dedicaba a pasar más tiempo con Josh y Maggi, noté que teníamos más cosas en común de lo que yo me pensaba.

Era lunes por la tarde y mi madre me había comentado, ya hacía una semana, de ir a una de las casas donde ella trabajaba para que le ayudara con la limpieza de los cristales.

La dueña de la mansión donde estábamos era una mujer rubia, preciosa, con piel de porcelana, aunque seguro que tenía más edad de la que aparentaba.

Tenía un pedazo de Porsche Cayenne en la entrada y mamá me comentó que era ministra, la mano derecha del gobernador de Idaho, gente influyente y conservadora.

Republicanos, en pocas palabras. Pero con lo que alucinaba era que, si tan nacionalistas eran, por qué tenían a dos inmigrantes trabajando para ellos, si según decían le quitábamos el trabajo a los americanos.

Contradicciones que no me entraban en la cabeza.

Esa casa era nueve veces la mía, tenía de todo, piscina, gimnasio y un gran estanque en una parte del jardín.

Mi madre estaba en la segunda planta ya acabando y yo en la primera terminando de repasar el cristal, cuando de pronto, se abrió la puerta del comedor y, de reojo, vi que entró un muchacho en ropa de deporte. No quise mirar del todo y continué con mi faena.

—¿Jess?

¿Esa voz? Me era conocida... ¡Mierda! Sí, era...

—¿Niels? —Lo miré desconcertada sin saber qué más decir.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

Era evidente por mi ropa y por la manera en cómo me encontró que no había ido a tomar el té. Igualmente preferí responder.

—Ayudo a mi madre con la limpieza de esta casa. Y ¿tú? —Pero no dejé que respondiera porque rápidamente caí y añadí—: ¿Vives aquí?

Él me miró de forma burlesca y ladeó la cabeza.

—Me temo que sí.

—¿Tu madre es la ministra?

Él alzó la ceja y mirándome respondió:

—¿No lo sabías? Pensé que tus amigos te lo habían dicho —ironizó.

—No, no lo sabía, mi madre limpia tu casa y hoy la ayudo porque va de culo.

Me miró sorprendido y con ganas de seguir hablando.

—Lo dices con mucho orgullo —soltó en tono bajo.

—¿El qué? —pregunté entornando los ojos. ¿Acaso se refería a lo que hacía?

—¡Lo de tu trabajo! —agregó él.

Pues estaba en lo cierto, pensé.

—Nos ganamos la vida honradamente, no robamos, ni matamos, no hacemos daño a nadie y claro que lo digo con orgullo. Simplemente, trabajamos duro, bueno, ella más. Yo se lo recompenso con las notas.

Me miró fijamente como solo sabía hacerlo él.

—Ya quisiera yo sentir eso que sientes tú por tu familia.

Lo miré con cara de no entender lo que me decía. Si él ¡lo tenía todo! Pensé. No entendía de que se quejaba.

—Jess, cariño, no te voy... —Comenzó mamá a decirme en castellano y calló cuando vio a Niels de pie y le saludó—: ¡Buenos días, joven Stewart! Perdone, pero tenía que hablar con mi hija. —Mi pobre madre en su spanglish se lo explicó cómo pudo—. Me tengo que ir a la otra casa, Jess. Lo digo para que te lleve Lena al pueblo.

Dos Polos Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora