Todo Tiene Su Momento

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Al día siguiente me levanté temprano para poder empezar otra vez mi jornada laboral, ya que solo me había pedido unos días.

Me había duchado y arreglado el pelo en el baño, salí en albornoz para cambiarme y me encontré con sus hermosos ojos observándome.

—¡Buenos días, preciosa! Me iré contigo que quiero buscar trabajo y un sitio donde poder quedarme.

—¿Este no es un buen lugar para quedarte? —pregunté, levantando mi ceja derecha.

—¿Me estás ofreciendo que me quede aquí? Pensé que querías ir más lento.

—¡¿Te parece que esto va lento?!

—No... Para nada. —Se quedó observándome mientras me cambiaba.

Y era verdad, íbamos demasiado deprisa, pero ¿para qué esperar tanto, si teníamos sentimientos guardados y encontrados?

—¡Jess! Me quedaré... Pero con una condición...

—Ahora me pones condiciones... —Me acerqué dándole un dulce beso y pregunté—: ¿Cuál es la condición Niels Stewart?

—Me quedo solo si me dejas pagar el alquiler.

—¿Qué? A ver, Niels, ¡no! Si quieres lo pagamos mitad y mitad eso es más justo, pero todo... ¡No! Eso nunca lo aceptaría y lo sabes. —Se lo dije apuntando con mi dedo hacia él.

Él hizo una mueca de disgusto.

—Bueno si te vas a sentir más cómoda de esa manera que así sea. Pero no estoy de acuerdo, sabes que yo no tengo problemas de dinero, Jess.

—Lo sé, Niels, pero mi madre siempre me ha inculcado que debo ser independiente, no porque tengas dinero tengo que dejar que tú tomes el control de mi casa, mi trabajo o mi vida, y menos aprovecharme de esa condición tuya; yo alquilé este lugar sola y estoy muy orgullosa de todo lo que he podido conseguir por mi propio mérito.

Se me acercó y me devolvió el beso que antes le di.

—Así será, jamás me meteré en tu vida de esa manera que crees, te entiendo y lo respeto, así que pagaremos los dos juntos.

Así pudimos llegar a un acuerdo bastante neutral, quizás tenía mucho orgullo, pero no podía dejar que él se hiciera cargo de todo.

Mientras me terminaba de cambiar, él hizo el desayuno, sí, lo hacía todos los días, me iba a acostumbrar muy mal...

Estaba todo muy rico, le di una copia de las llaves y salí prácticamente corriendo, ya que llegaría tarde.

Cogí mi coche para llegar a la empresa, iba pensando en toda esta locura precipitada con Niels, pero tenía una sonrisa en mi cara. Hacía que no me sentía tan feliz desde aquellos meses maravillosos que pasamos en Bonneville.

Cuando llegué a mi oficina entró Rony a saludarme y preguntándome:

—¿Qué tal la boda, Jess?

Yo no pude evitar poner una sonrisa enorme.

—¡Muy bien! Disfruté mucho y sobre todo... Ver feliz a mi amiga no tiene precio.

—Las montañas allí tienen que ser increíbles —comentó Rony.

—¡Sí! De película...

Noté que estaba un poco nervioso y de repente preguntó:

—Jess, ehh... Me preguntaba si tienes algo que hacer esta noche. —Lo miré un poco confundida—. Era para invitarte a cenar, como una cita no sé... ¿Qué te parece?

Dos Polos Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora