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Lynnea despertó sobresaltada por la pesadilla (mejor dicho, recuerdo) que había asaltado a su mente. Se palpó el pecho y aún estaban esas quemaduras de cigarrillos (y para qué hablar de los latigazos) ... quería morir en ese entonces, pero logró escapar y ahora vive. Por ahora vive, pues siente que Hayashi no ha acabado con ella, que ayer había sido un descuido.

De repente, la mirada que había visto de él cuando lo vio por primera vez le causó un escalofrío que recorrió dichoso por la columna vertebral de la maltratada chica. Sin más que esperar, se levantó con cuidado y tomó una croquera junto a un lápiz y se sentó para comenzar a dibujar.

Luego de varios intentos fallidos, logró (algo estilo manga) recrear aquella mirada que la perseguía incluso despierta... esa mirada tan profunda que caló en lo más interno de ella.

Recortó el dibujo para solo apreciar la similitud de este con la versión en carne y hueso de ese hombre

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Recortó el dibujo para solo apreciar la similitud de este con la versión en carne y hueso de ese hombre. Quedó algo traumada por ese encuentro -admitió -, era el encuentro más cercano que tuvo con la muerte misma. Lo que ella no sabía era que el mismísimo Akato Hayashi estaba pensando en Lynnea Carter en ese instante.

Lya se levantó de la mesa -como pudo -negándose a ocultarse toda la vida y llamó a Kuro.

-¿Lynnea- shi? Hey, ¿qué tal?
-Salgamos -dijo rápido -. Necesito salir con alguien.
-Uh, vale. ¿En dónde?
-Junto a los Cerezos Mágicos. Nos vemos en treinta minutos.

Y colgó nerviosa.

Abrió su pequeño armario y sacó unos vaqueros negros, una polera simple con agujeros en los hombros, su ropa interior que OBVIAMENTE debía combinar y sus zapatillas negras favoritas.

Sí, todo le dolía. Cada roce que tenía con la ropa le recordaba a cada momento, cada patada, el puñetazo en el estómago... todo.

Y otra vez esa mirada.

Esa maldita mirada.

<<¿Por qué me tuve que enamorar del peligro?>>

Pero ella sabía la respuesta. Estaba acostumbrada a él, a escapar y sobrevivir.... Existir. Ella se engaña continuamente con la idea de que está viviendo. Viviendo. VIVIR.

Sacudió la cabeza y se levantó de su cama. Estaba divagando como de costumbre. Fue por su pequeño bolso donde puso el bolso pequeño de la cámara, su cartera con una cantidad medida de dinero, una coleta y comida para estar con su amigo por un rato.

<<Sí, estoy lista>>.

Lya salió de su casa y tomó la primera locomoción colectiva y comenzó el viaje hacia los Cerezos Mágicos como a ella le gustaba llamarles.

Aquel lugar tiene un horrible pero tranquilizador recuerdo: cuando no tenía nada ni a nadie en Japón. Ahí llegó a parar. Ahí se congeló varias noches. Ahí se murió de hambre. Ahí murió Stephania Collins y nació Lynnea Carter.

Al llegar, Kuro ya estaba sentado sobre una manta bajo el segundo árbol de tres que había en el centro del parque. Él la salvó una vez de un intento de suicidio y Lya se dio cuenta de que valía la pena ser amiga de ese japonés.

-¡Lynnea-shi!
-¡Kuro-kun! -respondió acercándose.
-Toma asiento.
-Vaya preparación tienes -dijo riéndose mientras Kuro se encogió de hombros con aire burlón. Se sentó aguantándose el dolor.
-Lya-shi, me ha sorprendido con tu llamada. Soy un hombre encantador que atrapa a mujeres americanas -y guiñó.
-Sí, ajá. Todo el tiempo -se burló.
-¿Tienes comida?
-Sí, mi asiático encantador -Lya sacó la comida de su mochila y comenzaron a comer.

Conversaron toda la mañana y almorzaron en su cafetería favorita a las 14 horas. Ambos pidieron un sándwich junto a un refresco, pero eso no detenía su plática de horas y horas.

Sin embargo, Lynnea no contó ni se acercó al tema que la aplastaba, mucho menos que estaba golpeada y maltratada. Para su gozo, él no sospechó nada.

Ya saliendo de la cafetería a las 15 horas, conversando, se devolvían a los Cerezos Mágicos, sonriendo... hasta que pasó un auto negro con el vidrio trasero abajo. Una mirada. Esa mirada se cruzó con la de Lya. El vehículo se fue subió el vidrio y desapareció.

Esa mirada no la volvió a dejar tranquila.

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Akato Hayashi en cuanto vio a Lynnea, tuvo la imperiosa necesidad de que ella también lo viera por lo que bajó el vidrio de su ventana. Cuando ambas miradas chocaron, una sonrisa de satisfacción apareció dentro de él. Subió el vidrio y sonrió tranquilo sabiendo que nadie lo vería y decidió hacer algo que tenía que haber hecho en cuanto ella lo metió en problemas: investigarla. Pero no lo hace porque quiere...

<<Recuerda, es un estorbo, nada más>>. Y comenzó la investigación.

Lamento haberme tardado taaaaaaaanto en actualizar, pero recién ayer se me fue el bloqueo mental que tenía. ¡Aquí estamos! Espero que estén bien, ¡saludos!

Blood of Midnight (Sangre de medianoche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora