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(Instagram: carolinarabarca
Página de Facebook: carolinarabarca
Twitter: carolinarabarca)

Ya había pasado una semana.

Eran las diez y media de la noche cuando recordó que tenía otras fotos jugosas que ofrecerle a el ‘’señor de la editorial’’. <<Dinero es dinero>> se dijo para levantarse y vestirse para ir corriendo al edificio que aún estaba abierto.

Para llegar más rápido, se puso sus zapatillas para correr; así llegaría en treinta minutos a su destino y no sería tan tarde como para toparse con los seguidores de Himura.

Ya eran las once con diez minutos cuando entró al edificio. Le dijo a los dos gorilas, que esperaban por el gran jefe –cuyo nombre no se sabía –, que venía a ver a Aki Fukui y que era una trabajadora privada de él. La dejaron entrar y esta corrió por las escaleras al sexto piso y sacó las fotos que estaban en su bolso de mano.

Lynnea iba a avisar que quería entrar en el despacho de Aki Fukui, pero escuchó algo que la detuvo:

-No quiero matarla, ella trae buenas noticias que mantienen viva a la editorial. Es una gran mujer, ágil y hábil.

<<¿Habla de mí?>>

-La americana, de ella te hablo.

<<Vale, sí>>.

-Sí, pero –pausa –. Entiendo.
-Señor, ya no estamos a solas –dijo otra voz.

De repente la puerta se abrió de golpe y el joven alto la tiró al suelo dentro de la habitación.

-Lynnea Carter –comenzó a decir Fukui –, y yo que te estaba defendiendo. Dije en varias ocasiones que vales más viva que muerta y te pillo aquí espiándome.
-No era mi intención.
-¿Hace cuánto que estabas ahí?
-Hace casi nada de rato, unos segundos, es todo.

<<No tiembles, no tiembles>>.

-Lo siento, Lya –abre un cajón de su escritorio mientras se levanta de su asiento –, pero –la apunta –no puedes vivir sabiendo esto.
-Señor Fukui –comenzó a hablar mientras se ponía de pie –, no lo haga. Nos conocemos hace años, ¿es necesario?
-Lo es –dijo el joven que resultaba ser el chico que nunca hablaba en la oficina –. Es necesaria tu muerte.
-Mierda –mira a ambos –. Señor Fukui, si me mata –extiende los brazos –hágalo rápido.
-Tus deseos son…
-Pero no hoy.

Lynnea golpeó al joven en la rodilla tan fuerte que lo hizo caer. Antes de darle chance a Aki Fukui de disparar, huye por la puerta cerrándola. Aprieta el botón del ascensor y aprieta todos los botones desde el quinto hacia abajo y corre por las escaleras.

Abajo, caminó tranquilamente y se devolvió a su casa caminando por debajo de los techos de las tiendas que estaban en su camino. <<Creo que tengo fugas en estos momentos, debo detenerme en un baño>>. Para su suerte, había una tienda abierta.

Ya en casa, entró para anotar lo que le pasó en un cuaderno y luego quemar las hojas, pero un sonido metálico algo familiar la descolocó.

-¿Creíste que huirías?

Se giró lentamente. Ese hombre estaba en su casa y apuntándole. Ella tragó saliva.

-La locomoción es más rápida que una persona caminando; no me demoré. Entré por la ventana de tu cocina. Tienes problemas de seguridad.
-Es un defecto, lo admito.
-Lynnea, de verdad lo siento.
-Lo siento más yo, la verdad. Viví encerrada por años como para que ahora, recién que vivo, me vengan a apuntar con una pistola. Y más aún siendo un sinvergüenza como usted.
-Y yo que creía que te agradaba… Qué desperdicio. Buenas noches, Carter.

Pero antes de que este jalara el gatillo, una bala atravesó la ventana principal aterrizando en la cabeza de Aki. Lya se tapó la boca y se sentó en el suelo deslizándose por la pared. Estaba espantada por la grotesca imagen que veía.

Un hombre entró por la ventana de la cocina mientras otro entraba por la puerta que ella había dejado abierta.

-¿Estás herida? –le pregunto Akato.
-Yo… yo no, no sé.

Él cerró la puerta y se hincó a su lado para apartarle la cara de la escena sangrienta para poder examinarla. Estaba visiblemente alterada y… sana.

-Fujimoto-san, deshazte de esto y que quede como nuevo. También haz algo con la ventana, se nota que entró una bala. Yo me llevaré a la señorita Carter de aquí.
-No, no –respondió ella –. Yo quiero irme a mi cama, por favor.
-Estarás más segura si…
-Por favor.

La cara de espanto que ella tenía junto a esa voz de súplica le hicieron obedecer. La tomó en brazos y la cargó hasta la cama detrás de la única otra puerta que había ahí. Hayashi se preguntaba por qué demonios debían existir casas tan pequeñas.

-Bien –dijo sentándola en la cama –, son más de las 12. Deberías dormir.

<<Mi útero tiene otros planes, señor Hayashi>>.

El silencio que ella le dio como respuesta lo alertó.

-Tienes algo que decirme, pero te lo dijiste mentalmente. ¿Me equivoco?
-Rayos.
-Dime.
-No creo que sea…
-Ahora.
-Estoy con cólicos.

Él se quedó perplejo y ella se ruborizó.

-¿Tienes té de canela?
-Eh, sí.
-Iré a prepararte.
-Bueno…

Y se fue de la habitación. Lynnea se iba a levantar, pero un dolor intenso comenzó en su vientre bajo, tan fuerte que la obligó a ponerse en posición fetal afirmándose ahí. Y como nada viene por uno, llegaron las náuseas. Se sintió asqueada por la misma menstruación, pero estaban más intensas por el recuerdo de aquel hombre con la cara ensangrentada…

-¡Mi vagina no para de sangrar, Jonas! –le grité con pánico.
-Es la menstruación, deja de lloriquear. Es normal ya, tienes dieciséis.
-Me metieron cosas raras. ¡Maldita sea, Jonas, presta atención!
-A la próxima que me grites –dijo afirmándome un brazo –, te meteré un puto cactus.

-Bien –Lynnea se sobresaltó –, debí carraspear mientras me acercaba a tu lado. Como decía, acá está tu té –lo dejó en su velador –. Dormiré en tu sillón. Te custodiarán dos guardias que estarán afuera en tu puerta, yo estaré con Fujimoto-san. Buenas noches.
-Buenas noches. Oh, Akato –este se giró hacia ella –, en ese armario hay mantas.
-Las tomaré, gracias.
-A ti.

El té se enfrió cuando ella dormía acompañada de sus pesadillas.

Lo del té de canela yo lo uso y me alivia: dato xD

Blood of Midnight (Sangre de medianoche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora