~47~

39 3 4
                                    

ÚLTIMO CAPÍTULO

Pasó una semana luego de haber salido de las garras de Himura Amisami quien había fallecido ese mismo día.

Akato y Lynnea estaban hospedados en el hotel más costoso de Singapur. Lya estaba tomando sol en la piscina mientras que Hayashi buscaba información en su tableta electrónica. No fueron buenas noticias y no estaba seguro de si su coneja podía tomar bien lo que averiguó.

Ella se giró y lo miró sonriendo. Esa sonrisa le alegraba la vida y su existencia; equilibraba su personalidad y complementaba su alma. Sí, se había enamorado de esa chica que lo miraba con esos ojos celestes que lo volvían loco. Le sonrió de vuelta y se inclinó para besarle la nariz. Ella se levantó mostrando su biquini rosado y arrastró a Akato dentro de la piscina. Fueron al borde donde no había gente.

-Lya-san tengo que hablar contigo sobre cosas.
-¿En privado?
-Algunas sí, otras te las puedo decir aquí mismo.
-Estoy lista -dijo colgándose de su cuello.
-Sé que te haz estado preguntando varias cosas sobre personas como Aki Fukui, Jonas O'Conell, de mí y de dónde vienes en verdad. ¿Segura que quieres hablarlo aquí?
-¿Qué tal si tenemos sexo a escondidas en este mismo momento y luego subimos para tener una amarga conversación?
-Me parece estupendo.

Ella se rio. Solo bastó poner sus piernas alrededor de la cadera de Akato e inició el show del cosquilleo.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

En la habitación, los dos se sentaron en la cama.

-Bien, Akato-senpai, dime qué ocurrió con el señor Fukui.
-Lo mutilaron y se lo tiraron a los cocodrilos que tengo en una casa.
-Ah -dijo y tragó saliva -. Iba en serio lo de ''no volverlo a ver''.
-Exacto.
-¿Cómo es tu familia?
-Nunca consideré, ni a mi padre ni a mi padrastro, personas de mi familia. Solo lo componía mi madre. Ella salió una noche y llegó llorando despavorida. Yo tenía quince años en ese entonces. La subí a su dormitorio y me explicó lo que había pasado. Fue violada por dos hombres y se quitó la vida dos semanas después del evento. En su carta dijo que no soportaba ni mirarse en el espejo del asco que sentía, de las sensaciones vividas.
-De verdad lo siento mucho.
-Es por eso que no toleré que te manosearan aquella noche del parkour, ¿recuerdas?
-Claro, al que le rompí el tabique -y rieron.
-Sigue preguntando.
-¿Qué averiguaste sobre Jonas O'Conell?
-Está muerto. Él ya no podrá hacer más daño a personas como tú.
-Así que lo maté.
-Desangrado, sí.
-Bien -levantó la cara -, me alegro.
-Sigue.
-¿Qué cosas malas haz hecho?
-Vale -tragó saliva por la pregunta inesperada -. He torturado, mandado a matar, sobornado, vendido cosas ilícitas y secuestrado.
-Creí que tú solo dabas la orden.
-Alguien debe enseñar.
-Ah -ahora fue ella quien tragó saliva -. Bien... Para torturar, ¿cómo lo hacías?
-A veces era con objetos, con una máquina o a golpes. Todo dependía de con quién tratas en el momento.
-¿Y qué pasó con mi muñeca, el martillo y Himura-sama?
-Hay dos opciones: ser nadie o ser muy importante como para estar muerta.
-Entiendo. ¿A qué edad iniciaste con todo esto?
-Vaya pregunta... A los 18 comencé, no te diré de qué forma, en los negocios ilegales. Mi padre nunca supo hasta que fue tarde.
-¿Tarde?
-Deshonor. Deshonró la memoria de mi madre culpándola de todo. Sigue vivo, a duras penas -dijo y ella supo que no debía preguntar más al respecto, pero sentía curiosidad.

Akato apartó la mirada de Lynnea hacia la bella vista del balcón. Suspiró con la mandíbula apretada y asintió.

-¿Qué era Himura-sama antes de ser lo que yo conocí?
-Era una chica perdida. La encontré pidiendo limosna. Le ofrecí trabajo en mi mansión como sirvienta. Era buena, rápida y eficaz en todo lo que hacía. Un día confié de más en ella. Le conté cómo funcionaban estas organizaciones y me robó el dinero suficiente para iniciar la suya. Se separó, cambió... pero había algo que permanecía. Nunca entendí qué.
-Ella enloquecía cuando me comparaba con sí misma.
-No quiero pensar en esa mujer. Prosigue.
-Vale -tragó saliva pensando en si era correcta la siguiente pregunta -. ¿Qué hiciste con tu padrastro y tu padre?

Akato se tensó y ella, al ver en sus ojos, pudo notar el odio que yacía en su interior; concluyó que les hizo cosas inefables.

-Siguen vivos. Es todo lo que diré al respecto.
-Está bien, solo sentía un poco de curiosidad... Espero que estén pagando.
-Y hasta su muerte lo harán.

Lynnea abrió los ojos: <<eso quiere decir que... ¿él los tiene como prisioneros?>>

-Sigamos con otra pregunta. Cuando me sacaste de donde Himura-sama, hablaste de un tal Matt, ¿quién es él?
-Un amigo. Es de otro continente, es latinoamericano. Chileno, específicamente. Nos conocimos mediante una junta privada en donde planeamos deshacernos de una organización del Mercado: odiamos la trata de personas y creemos que eliminar esto es de prioridad máxima.
-¿Qué negocios hacen ustedes dos?
-Uff -respiró hondo y retomó -. Matt busca destruir de a poco el Mercado; él estuvo involucrado con drogas, principalmente. Yo veo drogas y armas.
-No entiendo, ¿son amigos?
-Algo así. La verdad es que estamos preparando algo entre los dos ante un posible suceso. Él es mayo que yo por uno o dos años, así que me explicó varias cosas que me convirtieron en el Rey de Tokyo.
-Pero, si él está queriendo destruir todo lo ilícito, ¿por qué le ayudas?
-De momento estamos generando responsabilidad dado que uno consume la droga por acto propio: nadie te obliga. Estos productos no nos presionan para hacerlo desaparecer, sino, como te dije, nos preocupa la trata de personas.
-Entiendo, o eso creo.
-Tranquila, es complejo de digerir.

Lynnea se dio un respiro largo mientras estiraba las piernas y los brazos. Akato la imitó, porque ya se acercaba un tema más delicado. Ambos volvieron a sentarse.

-¿De dónde vengo? -dijo mirándolo a los ojos.
-Eso quería confirmar -se levantó para buscar la tableta y se volvió a sentar -. ¿Este es tu Señor Calvo?
-Déjame ver -ella se acercó y asintió -. Es él, fue quien me vendió a Jonas a los cinco años.
-Él es... A ver. Este señor es Phineas Brown, es un hombre que está a cargo de mujeres de alquiler.
-Entonces...
-Comparé tu ADN con las mujeres que están ahí y hubo una coincidencia -Lynnea sintió una punzada en su pecho -. Ella se llama...
-No quiero saberlo -Akato la miró -. Si de verdad me quiso, no habría permitido que me vendieran. Yo no tengo recuerdos de mujeres que hayan hecho algo por mí. Ni siquiera las que eran prostituidas conmigo en Estados Unidos. Gracias, Zorro, pero ya sé quiénes son mi familia.
-Como tú digas, Sangre Joven.
-¿Es todo?
-Sí. ¡No! Digo, no. También tengo algo que decirte.
-Adelante.
-Sabes que tengo 32 años y que nosotros dos estamos involucrados... Quería formalizar lo nuestro -Lya lo miró mientras se levantaba y sacó una cajita pequeña -. No te estoy pidiendo matrimonio, quiero que digas que eres mi novia -y abrió la caja en donde había un anillo con una piedra de amatista -. ¿Quieres ser mi novia, Lya-san? Te prometo una vida de lujos y de aventura a mi lado. No será fácil, las cosas que sí lo son no valen la pena. ¿Qué dices, Sangre Joven?
-Acepto -estiró su mano derecha y él le puso el anillo -. Eso sí, debes aceptar a mi familia, ellos son muy importantes para mí.
-Y acéptame a mí con todos los defectos.
-Te amo, Akato-senpai.
-Y yo a ti -dijo por fin -, Lya-san.
-¿No me vas a besar? -le preguntó mirándolo con segundas intenciones.
-La verdad...
-¿No lo harás?

Él la tomó en brazos y la besó. Al separarse, ella sonrió victoriosa.

-Tendrás que acostumbrarte a que la dominante en la relación sea yo -le guiñó un ojo.
-¿Ah, sí?
-Sí.
-¿Segura? -la dejó en la cama y se subió sobre ella arrodillado.
-Completamente.
-Veremos si cambias de opinión -levantó sus manos -con esto.
-No, nonono -ríe nerviosa -. Aléjate.

Akato la atacó con cosquillas en el estómago, en el cuello y en sus piernas. Tanta fue la desesperación cuando llegó a sus pies que lo pateó en la cara y lo botó de la cama.

-¿Estás bien? -preguntó preocupada.
-Vaya, vaya -se levantó -. Eres peligrosa, Sangre Joven. Y amo el peligro.

Siguieron jugueteando hasta cansarse. Vieron películas y ella fue quien cayó primero al sueño. Akato le acariciaba el cabello y las heridas. Recordó las tres palabras que le dieron unos exreclutas de su amigo Lang y supo, viéndola y conociéndola, que, si las personas no estaban un poco dañadas, no tenían tanto valor. Quizá ella estaba rota, pero era la persona más pura que había conocido jamás.

Entre la respiración que Lynnea hacía al dormir, ella notó que el peso de su pasado se había ido. Estaba liviana como una pluma. Stephania Collins dejó de existir y Lynnea Carter surgió, desde las tristes cenizas, con fuerza y determinación.

Lynnea Carter ha renacido.

Fin cronología número 2.

Blood of Midnight (Sangre de medianoche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora