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-Akato-senpai -comenzó a decir la chica mientras despertaba al día siguiente del incidente.
-Lynnea-san -dijo acercándose a su lado de la cama -. Por fin despiertas.

Abrió los ojos. La cabeza le giraba y todo le dolía. Su espalda estaba extraña, pues estaba con puntos y parchada, pero ella aún no lo sabía. Akato la ayudó a sentarse y cuando lo consiguió, se ladeó por el dolor que sentía por culpa de los desgarros. Se quejó sin aguantarse..

No extrañaba la sensación bestial que la acompañó desde pequeña; solo podía pensar lo de siempre: solo es una más que pasará.

-Lya-san, el médico que te vino a ver te suturó las heridas de la espalda y desinfectó todo, menos en ''esas'' zonas. Para ellas, él me dejó una crema que te servirá. El tema es que tú no puedes aplicarte...
-¿Te estás ofreciendo?

Él asintió serio. Ella lo miró a los ojos y pudo comprender que estaba tan asustado y preocupado como ella.

-Bien. ¿Cómo me pongo?
-Yo veo eso. Quédate así mismo si estás cómoda.

Ella no se movió hasta que Akato se levantó para ir al lado izquierdo de la cama en donde ella estaba. Él le quitó las mantas de la cama y le levantó con cuidado la falda del vestido para acceder a su intimidad. Lya dejó de mirarlo por la vergüenza que estaba sintiendo.

-Bien, aquí voy. Lo haré rápido para que no te duela tanto, ¿sí?
-Por favor.

Abrió la crema y puso un poco en su dedo índice. Respiró hondo y, con su otra mano, aplicó en la zona más expuesta: el ano. Ella ahogó un chillido mientras él la consolaba con un tarareo de una cuna. Antes de volverse a poner crema en el dedo, movió las piernas de Lya de forma que tuviera acceso a su vagina. Ya puestas bien, le aplicó rápidamente la crema y Lynnea, chillando, le buscaba una mano.

-Acá está -dijo entregándole la izquierda -. Hemos acabado. Quizá te duela un poco, pero ya sanará.
-Gracias -dijo mientras soltaba la mano.
-De nada -respondió mientras la volvía a tapar -. Te prepararé el desayuno. El té que te serviré te hará aterrizar bien; tienes restos de la droga de anoche.
-Bien. ¿Hablaremos sobre lo que pasó?
-A su debido tiempo, sí.
-Vale.

Akato en la sala de estar, llamó a la recepción para pedir el desayuno de Lynnea.

-¿Diga?
-Señorita, soy del 605 y quiero pedir un desayuno, por favor.
-Voy en seguida.

Y colgó.

Su móvil, en la habitación, comenzó a vibrar. Lynnea se asomó como pudo y palideció al leer el nombre: Fey Lang.

-¡Akato-senpai, te llaman!
-¿Quién -dijo entrando y cogió el móvil -será?

Su cara se endureció al leer que el hombre de abajo le estaba llamando.

-El desayuno ya viene. Con permiso, veré qué quiere este idiota.

<<Ese nombre lo escuché ayer. No recuerdo en qué momento... Bueno, no recuerdo mucho. Me alegra saber que no se llevan bien>>.

-¿Qué quieres? -le preguntó Akato de mala gana.
-Yo muy bien, gracias por preguntar.
-¿Crees que estoy de humor como para tolerarte?
-Cierto, cierto. Como yo no la tuve enfrente, es como si no hubiese estado.
-Ni siquiera te importó lo dañada que la dejaste, bastardo.
-¿De qué hablas? Solo la obligaron a responder sobre algo, ni que la hubiesen torturado.
-Pues fíjate -comenzó a hablar con sarcasmo -qué tonto fui entonces. Era kétchup lo que tenía y la carne que se le veía en la espalda era maquillaje. Qué estúpido fue llamar a un médico para eso, ¿no?

Silencio.

-No sé de qué hablas, en serio -respondió perplejo.
-Fey-sama, no me vengas con...
-De verdad, no entiendo de qué hablas. Yo no les dije que hicieran eso, lo juro.
-Pues tendrás que hablar con los responsables -sonó el timbre y fue a recoger el desayuno -, porque si no lo haces...
-Créeme que habrá una charla -dijo Fey colgando furioso.
Akato se guardó el móvil en el bolsillo de sus vaqueros, agradeció a la chica que esperaba en la puerta, cerró y fue donde Lynnea con una bandeja.

Blood of Midnight (Sangre de medianoche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora