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(Instagram: carolinarabarca
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RECTA FINAL

''No te rindas, Sangre Joven. Sé que podrás hacerlo bien'', le había dijo Akato cuando entrenaron en Navidad.

Lynnea despertó con el labio hinchado y el vestido rasgado. Estaba sola en su habitación. Se sentía extraña. Recuerdos del pasado y del presente se mezclaban en su mente. Jonas había vuelto a su vida. Estaba más viejo y su cabello ya no era rubio, ahora era castaño como el de ella. También cojeaba, ¿será por la puñalada que ella le dio a los 18?

La puerta se abrió.

-Pequeña, me hiciste ganar una buena suma de dinero gracias a tus servicios –dijo Jonas con una sonrisa.
-''Servicios''.
-Bueno, gracias a tu humilde disposición –se sentó en la cama –. Te eché de menos por las noches, pequeña.
-Para mí fueron las mejores sin ti.
-Ja, estás toda una guerrera. ¿Dónde quedó mi niñita de 5 años que anhelaba tener amigos de su edad?
-Está muerta.
-Eres tú, Stephania.
-¡Stephania está muerta!

Jonas la miró sonriendo. Amaba verla así: indomable.

-Ya nadie nos separará, pequeña mía.
-Ya verás que logaré huir de ti.
-''Huir''. Qué interesante. ¿Por qué no decir ''deshacerme de ti''?

Lynnea solo le sonrió evitando que salieran sus lágrimas. Pudo ver que él cargaba una navaja en su pantalón. Apartó la vista de inmediato para no hacer obvio lo que maquinaba.

-Me costó mucho reponerme luego de tu último regalo, ¿sabes? La puñalada que me diste llegó muy adentro y...
-¿Por qué no solo me tomas?

Jonas la evaluó y solo se le vino a la mente que las drogas seguían haciendo efecto. Qué equivocado estaba.

-Entonces, ven, pequeña mía.

Lynnea se subió sobre él y lo besó. Subió su polera y le pasaba las uñas por el torso y jugueteaba con su pelvis. Jonas sonreía feliz, por fin iba a estar con su Niña Puta. Ella se levantó y quedó desnuda frente a los ojos de él. Le bailó sensualmente mostrándose ida. Él se levantó para reclamarla.

-Por fin –dijo besando sus labios –, luego de tantos años masturbándome al verte dormir, por fin te tengo conmigo y para mí.

De pronto, se escucharon gritos. Lya aprovechó la distracción de él para tomarle la navaja y apuñalarle en una zona distinta: su miembro. Él gritó de dolor sosteniéndose la navaja en su entrepierna, pero ella sacó la gagball que estaba colgada y se la puso.

-Recuerda las reglas del juego, Jonas. Las mismas que me dijiste –se dio vuelta y sacó el látigo normal y el látigo con punta de cuchilla. Con la otra mano, sacó las esposas.

Dejó los látigos en el suelo y esposó a Jonas con las manos en la espalda. Él jadeaba y lloraba pidiendo que se detuviera. Stephania no le dio el gusto.

-¿Estás llorando? Eres un cobarde, Jonas. Los buenos chicos no lloran.

Tomó el látigo normal y lo alzó.

-Regla uno: no gritar.

Y lo golpeó en la cara.

-Regla número dos: el placer del paciente va primero que el propio.

Lo volvió a golpear y este rozó la navaja. Jadeó llorando.

-Regla número tres: no llorar –lo volvió a golpear –. Regla número cuatro: no enfadar al amo.

Jonas se arratraba de lado en el suelo intentando escapar, pero ella estaba decidida a hacerlo experimentar unos minutos del tormento de Stephania Collins.

Ella era el fuego vivo en esos momentos. Lynnea Carter solo era las brasas.

-Regla número 5: no escapar del servicio comprado –y lo golpeó en la espalda tres veces seguidas –. Regla número seis: no poner los propios intereses por sobre los del cliente –y lo volvió a golpear –. Hey, ¿por qué lloras, eh? –dijo con lágrimas en los ojos –. Es injusto. Yo jamás pude hacerlo en el acto ni cuando tenía 7... ¡siete, maldita sea! Me vendiste a los 7 por unos billetes. Eres una mierda. La desgracia del mundo está en ti, Jonas. Mereces la tortura más grande del mundo... Pero yo no soy como tú.

Botó el látigo y caminó hacia la cama.

-Soy peor –y le dio un golpe con el látigo de cuchilla en la espalda. El grito de Jonas la satisfizo. Llena de rencor, de ira, Stephania lo golpeo una y otra vez rajándole la espalda. Hasta que se detuvo –. Mírame –dijo mientras se arrodillaba detrás de él. Obedeció –. Buen chico, Jonas. ¿No te gustó tanto masturbarte con una menor de edad? –puso su mano en la navaja aún clavada en su miembro –. Pues ahora tendrás lo que tanto querías: que te masturbara.

Collins le arrancó la navaja de golpe haciéndolo gritar. Le bajó los pantalones y comenzó a subir y bajar su mano mientras lo masturbaba. Jonas gritaba y se retorcía de dolor. Ella era imparable. Quería verlo sufrir como ella lo había hecho. Todos sus recuerdos se juntaron en su mente y salieron en esto momentos cuando le apretó el miembro provocando que sangrase más aún. Ella se detuvo y lo subió –a rastras –en la cama. Se bajó, se vistió con el vestido rajado y lo quedó mirando sosteniendo un antifaz.

-Buenas noches, Jonas. Recuerda que ni la oscuridad te salvará de tu destino –y le puso la máscara.

La puerta de su habitación se abrió. Ella se giró con una postura distinta: el de una reina.

-¿Lynnea Carter?
-Con ella.
-Soy un hombre de Fey Lang-sama. Vámonos.

Ella miró al hombre que lloraba a su lado y, antes de irse, le besó la frente y apagó la luz.

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-¡Lya-san! –gritó Akemi abrazándola.
-Akemi-kun, te eché de menos. ¿Estás bien?
-Gracias a ti, sí.
-Lynnea-san –dijo Fey viéndola con moretones en la cara y en su pecho –. ¿Cómo te sientes?
-Bien... viva.

VENGANZA PERRAS!

Blood of Midnight (Sangre de medianoche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora