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Instituto de Seúl

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Instituto de Seúl.
Seúl, Corea del Sur.

Las calles del instituto eran conocidas por ser muy tranquilas, aunque vaya que era un adjetivo muy lejos de ser un sinónimo de lo que la mayoría vivía ahí dentro.

Sobre todo para aquellos que llevaban la marca, la marca que muchos de los estudiantes llevaron hasta el día de su muerte. Cada uno de ellos recordaba a la perfección el infierno que se les hizo pasar dentro de las aulas, el baño, el almuerzo, el cuarto de limpieza, el jardín trasero, todos les recordaban una tortura diferente.

Todos eran chicos, desde Jeon hasta Yoo. Porque era más divertido ver cómo intentaban defenderse y como siempre fallaban.

Pero aquel verano, se habían permitido que su obsesión por lastimar personas recorriera otros límites.

—¡Vamos Jin!, aún no terminamos—dijo un Daesung entusiasmado.

A pesar de que todos ellos estaban cansados, no querían terminar con la diversión que la menor les daba.

Yoo Jinyoung se arrastró por el asfalto con una herida en su estómago que hechaba sangre casi a chorros. No perdió la esperanza de que alguien escuchara sus gritos de socorro.

—Puedes correr a donde quieras—Son Jeonghan se acercó caminando a ella, aún con la navaja en su mano derecha—Tú. Ya tienes la marca—sonrió mirando con admiración el rostro de Jinyoung.

Pero ese fue solo el principio. Todo se convirtió en un círculo vicioso de pesadillas en donde Yoo Jinyoung se había convertido en la protagonista.

Nadie lo había notado, ni siquiera los maestros, Jinyoung estaba en la etapa final de la vida de un marcado.

La etapa donde quieres que todo se termine. Donde tu mente se decide por entrar en un estado de trauma o por hallar la salida más cerca.

Jinyoung estaba a punto de descubrirlo.

—¡Yoo Jinyoung!—Jeonghan alzó la voz

La chica no quiso ni girar su rostro porque sabía que no podía soportar la sonrisa de Jeonghan otro día más.

—¡Yoo Jinyoung!—gritó de nuevo pero esta vez su mano tocó el hombro de la chica.

Jinyoung se quedó congelada en su lugar al sentir la frialdad que la mano del más alto le proporcionaba. Sin duda alguna su contacto le daba miedo, repulsión, en todos los sentidos posibles.

—¿A dónde vas tan a prisa?—cuestionó ladeando su cabeza hacia el rostro de Yoo

La chica tragó saliva y sus manos comenzaron a temblar

—A casa—dijo en un murmullo, pues sabía bien que pasaba cuando daba la respuesta incorrecta

Jeonghan la rodeó hasta que estuvo frente a ella. Todos los miraban de reojo mientras pasaban por ahí, para el colmo, Jeonghan era bastante atractivo.

𝗢𝗕𝗦𝗘𝗦𝗦𝗜𝗢𝗡 | L. TAEYONGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora