Capítulo 1

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Y aquí estoy de nuevo, intentando mantener las ácidas lágrimas dentro de mis ojos, los cuales reflejan tristeza, pero, más que nada, cansancio. Ese tipo de cansancio emocional que no te puedes quitar de encima, ese que te dice que te vayas a dormir de una vez por todas, literalmente.

-Leslie, baja a desayunar. ¡Hoy es tu último primer día!- Escucho la voz de Abby desde la cocina.

Me miro en el espejo una última vez. Tengo unos jeans rotos, unas botas negras y una blusa holgada del mismo color. Me cuelgo la mochila en el hombro y bajo las escaleras. Mi habitación está en el tercer piso de la casa, así que intento apresurar a mis pies.

Entro al comedor y lo primero que veo es a mi madre vestida elegante, como siempre, leyendo el periódico mientras que bebe de su taza. Probablemente esté leyendo las críticas que debieron publicar hoy de su nuevo libro; ella es una de las abogadas más codiciadas de Seattle, nunca ha perdido un caso. Siempre está trabajando y, muchas veces, viajando, así que no paso mucho tiempo con ella, pero así ha sido desde que tengo memoria y me he acostumbrado.

-Siéntate ya o se enfriará tu desayuno.- Me dice Abby, dándome un beso en la frente.

La obedezco mientras que la veo asentar un plato con waffles cubiertos de nutella frente a mí y un vaso de leche con chocolate.

Abby trabaja en la casa desde hace diecinueve años, yo tengo dieciocho, así que ella es la que, básicamente, ha cuidado de mí toda mi vida. Nunca se casó ni tuvo hijos, así que soy su consentida.

-Gracias Abby.- Le sonrío y me apresuro a terminármelo todo. No tengo mucha hambre, pero a Abby no le gusta cuando no me termino la comida.

Mi madre está tan enfocada en el periódico que no ha dicho ni una palabra y Abby continúa limpiando la casa, así que termino mi desayuno en silencio y limpio mi plato y mi vaso. Voy a la sala y me encuentro a Abby limpiando el polvo de las ventanas.

-Ya me voy al instituto. ¿Necesitas algo?, puedo pasar a la tienda en el camino de regreso.- Le pregunto.

-Gracias, princesa. Tengo todo lo que necesito, ahora vete y concéntrate en tus clases.- Me lanza una dulce sonrisa.

Asiento con la cabeza, me cuelgo de nuevo mi mochila y salgo de la casa para dirigirme al garaje. Me quedo observando los autos que tenemos, pero al segundo sacudo mi cabeza y me dedico a subirme a mi auto, un convertible negro mate.

Mando un mensaje al grupo que tengo con mis dos mejores amigos y les aviso que voy en camino. Enciendo mi auto y emprendo camino hasta llegar a la puerta principal de mi casa, abro la reja eléctrica con el botón que está instalado en mi auto y me despido de Edward, quien me regresa el gesto desde la ventanilla.

Muevo mis dedos sobre el volante al ritmo de la música y, antes de darme cuenta, ya estoy frente a casa de Mike. Su casa, en lo personal, me encanta. Es pequeña y muy hogareña, es blanca con rejas de color miel y una jardinería preciosa.

Mike sale de su casa a toda velocidad antes de subirse al asiento del copiloto y cerrar la puerta tan fuerte que me planteo la idea de revisar si la ha dañado. Tiene una camisa de botones blanca y un saco azul celeste sobre ella, unos pantalones a juego y unos elegantes zapatos.

-De acuerdo, ¿por qué la prisa?- Pregunto con una sonrisa de burla mientras nos dirigimos a casa de Alice que, por suerte, está a tan sólo dos cuadras.

-Esperaré a que Alice esté aquí para contárselo a las dos.- Me dice en tono calmado y elegante, pero por cómo se está apretando los muslos con las manos y por cómo su rostro comienza a quedar rojo, puedo notar que es algo que lo tiene bastante emocionado.

Suelto una risa y acelero la velocidad. Al llegar a casa de Alice, la vemos salir con toda calma, un poco despeinada y soltando un largo bostezo. Tiene unas gruesas botas militares, unos shorts bastante cortos y una blusa que le llega poco más por debajo de los pechos.

Entra al auto y, por fin, emprendemos camino al instituto.

-Hola, chicos.- Saluda Alice.

-¡De acuerdo, les contaré!- Grita Mike con todas sus fuerzas, haciendo que Alice y yo peguemos un pequeño brinco en nuestros asientos.

-Carajo, Mike. Odio cuando haces eso.- Dice Alice, con la mano en el pecho y la respiración agitada.

-Corre el rumor de que habrá un chico de nuevo ingreso.- Dice con voz chillona mientras que da pequeños aplausos rápidamente.

-¡Ya era hora!- Exclama Alice. -A ese lugar le urge carne nueva y fresca.

-Intenta guardar esa emoción, Mike. No queremos que Jack se ponga celoso.- Digo riéndome y Alice me iguala.

-Oh, terminé con él.- Dice calmado mientras que se mira su manicura perfecta color rosa claro.

-¿Por qué?- Pregunta Alice, nada sorprendida.

-Me aburrió, no había chispa en él.- Comenta Mike.

-Estuviste con él por dos semanas.- Digo en tono de burla.

-Y que dé gracias que aguanté tanto.- Dice rodando los ojos.

Mike es muy guapo y es una gran competencia en cuanto se trata de ganar corazones, logra cautivar a cualquier género, aunque, claro está, solamente le interesa uno en particular. Sin embargo, se aburre a la semana y los deja en el pasado para cazar a una nueva presa.

El aire comienza a oler a clasismo social y nos indica que hemos llegado al instituto. Me dirijo al lugar que está cerca de la reja de salida, siempre me estaciono ahí porque es más fácil evitar el tráfico de idiotas que no saben manejar al timbre de salida. Al llegar, noto que hay un auto color rojo estacionado ahí. Alice comienza a gritar insultos a los cuatro vientos, pero yo me quedo mirando el coche. Es nuevo. Me estaciono en el lugar siguiente a ese y apago el motor.

Nos bajamos del auto y Alice enciende un cigarrillo.

-Alice, nena, no sabes todo lo que hay dentro de ese pequeño cigarro.- Le dice Mike.

-Supéralo, corazón, a nadie le interesa.- Le contesta Alice, dándole un beso en la mejilla.

Comenzamos a caminar hacia la puerta principal y mis ojos se dirigen instantáneamente hacia Jessica y a sus tres perritas falderas. Jessica es rubia, ojos verdes, cuerpo increíble, mucho dinero, mala actitud y sigue sin encontrar su cerebro, ¿qué más se puede pedir?

Jessica me lanza una mirada asesina, pero sus ojos se desvían rápidamente.

-Uy, ¿quién es el nuevo?- Pregunta mordiéndose el labio.

-Oh. Por. Dios.- Escucho a Mike y Alice exclamar boquiabiertos.

Me doy la vuelta para mirar lo que, aparentemente, todo el mundo está mirando.

Un chico de cabello café claro perfectamente despeinado, chaqueta y botas de cuero, jeans rasgados y lentes de sol viene caminando con un rostro demasiado serio. Su gran entrada parece estar en cámara lenta, interminable. Dejará una gran primera impresión sin duda alguna.

Pasa a nuestro lado sin siquiera voltearnos a ver, con la mirada puesta en la puerta principal como si su vida dependiera de ello, al menos, eso es lo que creo, ya que sus lentes de sol no me dejan confirmarlo. A pesar de completamente ignorar a todos, estoy segura de que, al pasar a nuestro lado, ha soltado una pequeña risa.

-Apuesto a que es gay.- Suspira Mike con ojos brillantes.

-Apuesto a que sus ojos son de color azul.- Lo iguala Alice.

-Apuesto a que ya hemos llegado tarde a recoger nuestros horarios.- Digo en el mismo tono que ellos, para después, darles un pequeño golpe en la cabeza a ambos y entrar al instituto.

Minuto A MinutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora