Capítulo 10

246 24 0
                                    

—El segundo piso no tiene habitaciones.— Comienzo a explicarle a Jacob cuando llegamos al segundo piso. —Es, solamente, la oficina de mi madre, un pequeño spa, una biblioteca, el cuarto de vigilanacia, un gimnasio, etc.

—¿El cuarto de vigilancia?— Pregunta.

—Sí. Ahí están las computadoras que dejan ver todo lo que las cámaras alrededor de la casa están grabando, pero no se le permite a nadie entrar, sólo Edward tiene la llave.

—¿Quién es Edward?— Pregunta, mientras comenzamos a subir al tercer piso.

—El que se encarga de vigilar quién entra y quién sale, a veces arregla el jardín, ayuda con cosas técnicas y así.

—Ya veo.

—Bienvenido a tu nueva habitación.— Digo abriendo la puerta.

Hay una habitación en cada extremo del pasillo y dos en el medio. La mía está en un extremo y la de Jacob en la de en medio que está más alejada de la mía, sólo por si acaso.

—Vaya, gracias.— Dice, dejando sus maletas en el suelo.

—¿Irás al mismo instituto que yo?— Pregunto, intentando averiguar un poco más acerca de este desconocido.

—No.— Responde. —Terminé el instituto hace dos años.

—Oh, entonces ¿qué haces con tu tiempo libre?

—Trabajo.— Dice, comenzando a sacar y acomodar sus cosas.

—¿En qué?

Jacob se detiene y me mira con una ceja alzada, como si no tuviera el derecho de hacer tantas preguntas. Lo reto con la mirada y los brazos cruzados desde el marco de la puerta, pero antes de poder decir algo, escucho la voz de mi madre.

—Leslie, ¡baja enseguida!— Grita mi madre desde el primer piso. —Tienes visitas.

Examino a Jacob de arriba a abajo para, después, darme la vuelta y comenzar a bajar las escaleras.

Estoy bajando las últimas escaleras cuando me detengo de golpe a ver a mi madre agarrando cosas y a Cameron ayudándola.

—¿Mamá?— La llamo.

—Leslie, tu educado amigo se ha ofrecido a llevar mis bolsos al auto.— Dice sonriente.

—Hola, Les.— Dice Cameron, con una sonrisa mientras que se encoge de hombros y me muestra las cosas de mi madre en sus manos.

—Hola.— Le sonrío, pero luego dirijo mi mirada hacia mi madre. —¿Te vas otra vez?

—El tiempo es dinero, Leslie.— Me dice. —Son sólo negocios.

—Llevaré esto al auto.— Dice Cameron, saliendo por la puerta para evitar quedar atrapado dentro esta conversación.

—Estuviste aquí menos de dos horas.

—No planeaba venir en lo absoluto.— Se mira en el espejo para acomodarse el cabello. —Solamente vine a dejar a Jacob, ahora debo irme.

—Además me dejarás viviendo con un completo extraño.

—Espero que cuando vuelva de Londres, Jacob ya no sea un completo extraño.— Mi madre besa mi frente y sale de la casa, cerrando la puerta tras de ella.

Normalmente, los viajes de mi madre no me afectan, pues me he acostumbrado, pero éste sí que me dolió. El que mi madre se haya tomado el tiempo de ponerle pausa a su trabajo, ir a buscar a Jacob a quién sabe donde, traerlo aquí y darle un hogar me ha dejado, oficialmente, celosa. 

¿Por qué será que yo nunca he sido suficiente como para pausar su trabajo, aunque sea por un sólo día? Pero un completo extraño, claro que lo es.

Todos los celos, la ira y el dolor se juntan dentro de mí, mostrando en mi mente una imagen solamente. Navajas.

Antes de que la primera lágrima se derrame, comienzo a subir las escaleras con la meta de llegar a mi baño lo antes posible y poder enfocarme en un dolor físico y no emocional, poder fingir que el problema no está ahí, al menos por un corto rato, pero cuando voy en, apenas, la tercera escalera, escucho una voz. Su voz.

—¿Les?— Dice Cameron, entrando por la puerta.

Me detengo en seco y, antes de darme la vuelta para verlo, respiro y contengo mis lágrimas. A los dos segundos ya había logrado obligar a mi rostro a relajarse.

Me doy la vuelta y bajo las escaleras, mirando el suelo. Cameron me sorprende abrazándome con mucha fuerza, tanta que temo que las lágrimas se escapen de una vez por todas, así que me separo de él.

—¿Estás bien?— Me pregunta.

—Sí, claro que lo estoy.— Le sonrío.

Pero la sonrisa casi se me borra cuando esa picazón en mi antebrazo me exige que suba las escaleras y me encierre en el baño. Es tan fuerte que tengo que rascar disimuladamente para poder aguantar.

—Pensé que podíamos ver una película.— Se encoge de hombros, dirigiéndose a la sala de estar

—Al parecer alguien ya se siente dueño de la casa.— Bromeo, sentándome en el blanco sofá que se encuentra frente al televisor.

—Oye, si quieres que  me marche sólo dime.— Me mira serio, pero un brillo de burla se asoma por sus ojos.

—No.— Río. —No te marches, es un alivio que estés aquí y yo no esté sola con Jacob.

—¿Quién es Jacob?— Pregunta Cameron, sentándose junto a mí en el sofá y comenzando a hacer círculos suaves en mi rodilla.

—El hijo de una amiga de mi madre que acaba de fallecer.— Le explico. —Probablemente no sea nada, sólo que se siente raro que alguien que conocí hace dos horas ya viva conmigo.

—¿Sabes, de casualidad, su apellido?— Pregunta.

—No. No lo...— Me interrumpen.

—Williams.— Se escucha una voz detrás de nosotros. —Mi nombre es Jacob Williams.

Cameron, al verlo, se pone de pie tan rápido que parece que se teletransportó. Su piel bronceada ha quedado, de repente, blanca. Sus ojos parecen estar viendo a alguien que ha vuelto de la muerte y, sus puños, están fuertemente formados junto a sus caderas.

—¿Se conocen?— Pregunto, sin entender nada de lo que está pasando.

Minuto A MinutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora