Capítulo 6

274 26 0
                                    

Hay un lago con agua cristalina, se pueden ver coloridos y pequeños peces nadando tranquilamente entre la flora marina. Alrededor, hay enormes árboles que acarician el cielo con sus ramas en lentos movimientos, miles de aves paseando por todos lados y, si miras con cuidado, al fondo puedes ver grandes montañas asomándose entre las nubes.

—¿Qué te parece?— Pregunta Cameron.

—¿Cómo has encontrado este lugar?— Logro preguntar boquiabierta.

—Paseando.— Dice sin importancia, encogiéndose de hombros.

El aire se siente tan puro que parece que estoy respirando por primera vez. Todo está tan tranquilo. Alzo mis brazos y me dejo caer libremente sobre el pasto, sintiéndolo envolverme.

—¿Qué haces?— Pregunta.

—Disfrutando de la naturaleza.— Digo sin más.

—Tengo una mejor idea.

Con los ojos cerrados escucho el maletero de su auto abrirse y, luego cerrarse. Escucho como el pasto cruje al contacto con sus botas motociclistas, cada vez más cerca de mí.

—Mejor esto a ensuciarnos.— Comenta.

Abro los ojos y noto que ha colocado una manta color café claro a unos pasos de mí. Evitando levantarme, ruedo hasta quedar sobre la manta y cierro los ojos de nuevo, pero escucho su risa ronca que, por reflejo, me hace sonreír.

—¿De qué sirve poner la manta si vas a revolcarte en el pasto?

—No seas princesa.— Sonrío. —Es sólo pasto.

—Me suena a reto.— Dice, acostándose a mi lado.

Nos quedamos así, en silencio, por un tiempo. Contemplando las aves que vuelan sobre nosotros y escuchando algunos peces que salen del agua y se vuelven a sumergir.

—No estoy de acuerdo.— Dice Cameron, rompiendo el silencio.

—¿Con qué?— Pregunto.

—Con tus metas.

Suelto una risa y me doy la vuelta para mirarlo de frente, apoyando una mano en mi cabeza, y me doy cuenta de que él está en la misma posición, penetrándome con su mirada.

—Oh, lamento decepcionarte. ¿Tienes mejores ideas?

—No es que tus metas estén mal.— Se encoge de hombros. —Sólo que no creo que estudiar, tener un trabajo y una familia sea lo único que la vida tiene para ofrecer.

—¿Qué más tendría para ofrecer?

—No sé.— Baja la mirada, pensando en su respuesta, para después, mirarme de nuevo. —Suena aburrido si lo pones de ese modo. La vida debe ser divertida, con adrenalina e, incluso, un poco de peligro. Debes crear recuerdos que, en un futuro, te hagan reír y desear volver a ese momento, sin importar cuáles hayan sido las consecuencias. Saber que todo valió la pena.

Jamás me había puesto a pensar en ese tipo de diversión. La universidad será divertida, tener mi propio departamento será una gran experiencia y, una familia, sería lo mejor que la vida puede ofrecer. Me dejo envolver por el consejo de Cameron y me pregunto si mis metas me dejarán experiencias como las que él describe y, al saber la respuesta, la esquivo.

—De acuerdo. ¿Cuáles son tus metas?

—Mis metas...— Suspira, dejándose caer de nuevo en la manta y cruzando sus brazos bajo su cabeza. —No tengo ninguna.

—Todos tienen metas.

—Yo no.— Se encoge de hombros de nuevo, quitándole importancia al asunto. —Me gusta vivir minuto a minuto. Planear las cosas es una manera de prohibirle a la vida que te sorprenda.

—Tal vez no planear todo, pero algo debes tener planeado.

—No, nada.

—¿Cómo te ves a ti mismo dentro de veinte años?

Cameron se queda pensativo, como si toda su vida estuviera pasando frente a sus ojos, lo cual me deja curiosa. Frunce el ceño y vuelve a la realidad.

—No veo nada.

—¿Nada?— Pregunto, sé que miente.

—Como dije antes: quiero que la vida me sorprenda.

—¿Qué tal si no te sorprende de buena manera? 

Cameron me mira y sonríe, como si estuviera diciendo tonterías que le causan gracia.

—Sigues viviendo en el futuro. Tienes que aprender a vivir minuto a minuto.

Se pone de pie y estira su mano hacia mí, esperando que la acepte. Sin darle muchas vueltas al asunto, como siempre lo hago, tomo su mano y me pongo de pie junto a él. Lo miro, esperando a que me diga qué tiene en mente, pero Cameron, sin decir nada, comienza a quitarse las botas con los pies y de deshace de su chaqueta de cuero, seguida de su camisa blanca.

—¿Qué haces?— Digo extremadamente confundida, mirando alrededor para vigilar que nadie lo vea desnudarse en público.

—Minuto a minuto.— Sonríe. —Minuto a minuto.

Comienza a correr y se lanza al lago con tanta fuerza que se crea un círculo de peces nadando en dirección contraria.

—¿¡Qué haces!?— Grito un tanto divertida.

—¡Sólo hazlo!— Me grita en respuesta.

—¿¡Hacer qué!?

—¡Tienes que vivir, Les!

Ahí está de nuevo. Ese "Les" que me causa escalofríos.

Suelto una pequeña risa y, como antes, me obligo a mí misma a no darle vueltas al asunto. Me deshago de mis zapatos y me lanzo al agua.

Minuto A MinutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora