Capítulo 18

212 16 0
                                    

Abro lentamente los ojos y siento el pesado brazo de Cameron alrededor de mi cintura, sus pequeños y suaves ronquidos me dan la sensación de que sería mala idea despertarlo, así que quito su brazo con mucha delicadeza y camino hacia la ventana de la habitación, saliendo al pequeño balcón. 

El cielo comienza a aclararse y las olas del mar están tranquilas, debe ser muy temprano en la mañana. Me quedo ahí parada, mirando las aves, sintiendo la brisa con olor a playa y escuchando las olas.

Me sobresalto al sentir unas manos rodeando mi cintura, abrazándome por detrás.

—¿Qué miras?— Me pregunta con voz ronca.

—El paisaje.— Suspiro, deleitándome con el sentimiento que sus brazos producen en mí. —Es bastante romántico. —Suelto una risa tonta.

—Un paisaje romántico no se trata de la vista que tienes frente a ti, sino de con quién la miras.

—Ahora, el romántico es otro.— Río, dándome la vuelta para poder mirarlo.

Cameron me sonríe y deposita un corto beso en mis labios.

—Ya debemos irnos.— Dice.

Yo asiento y comienzo a vestirme de nuevo, Cameron hace lo mismo. Miro una vez más la casa, guardando cada rincón en mi memoria.

Al salir, Cameron entrelaza su mano con la mía, caminamos lentamente entre la arena, yo con mis tacones en mano. Un auto se estaciona en la parte de atrás de la casa y una pareja, de unos treinta y tantos años, sale del auto.

—¡Te lo dije!— Dice la chica. —Dejaste las luces prendidas.

—Cariño, estoy seguro de que las dejé apagadas.— Le contesta el chico.

Miro lentamente a Cameron en cuanto la pareja nota nuestra presencia.

—Corre.— Me susurra.

Con nuestras manos entrelazadas, comienza a correr, jalándome junto con él.

—¡Oigan!— Grita el chico, claramente enojado.

Al llegar al auto, suelta mi mano y entra, yo lo igualo. Una vez dentro, enciende el motor y acelera a toda velocidad.

—Leslie, de verdad lo siento.— Me dice.

Ni siquiera puedo mirarlo a los ojos, pero cuando lo hago, la risa me invade y estallo en carcajadas.

—Pero, ¿de qué carajos te ríes?— Me mira, con una sonrisa en sus labios.

—¿De verdad hemos entrado a una casa ilegalmente? Nos quedamos toda la noche ahí y cualquiera nos pudo haber descubierto.— Río.

—Sigo sin saber de que te ríes, ¿no estás enojada?

—Debería estarlo, me pudiste haber metido en unos buenos problemas.

Cameron baja la mirada y la velocidad del auto se va relajando.

—De verdad, lo siento.— Dice, sin quitar los ojos de la carretera vacía.

—¿Lo sientes?— Le pregunto. —Yo no lo siento, fue la mejor noche que he tenido en mis dieciocho años de vida.

Cameron me mira, un brillo en sus ojos hace un buen conjunto con la sonrisa que trae en los labios.

—También la mía, créeme.— Susurra.

Miro la carretera. Los árboles nos rodean y el sol comienza a pegarme en los ojos, sin ningún auto a la vista.

—Detén el auto.— Digo, un poco insegura.

—¿Qué?— Me mira confundido.

—Que detengas el auto.

—Les, si de verdad estás molesta por lo que hice, lo entiendo, pero déjame llevarte a casa.

—¿Tú que crees?— Lo miro burlona. —¿Que me voy a bajar del auto y caminar hasta casa por lo que has hecho?

Cameron me mira bastante confundido, no entiende lo que está pasando y, sinceramente, yo tampoco.

—Dije que detengas el auto.— Repito con seguridad de sobra.

Cameron resopla, bastante irritado, pero se hace a un lado en la carretera y apaga el motor.

Nos quedamos en silencio unos segundos, el corazón me late a mil por hora y mis manos comienzan a temblar, pero me obligo a mí misma a tener coraje para hacer lo que quiero sin miedo a nada.

Me levanto de mi asiento y me voy al de Cameron, quedando encima de él. Una sonrisa se forma en sus labios y sus manos se posan sobre mis muslos para acariciarlo, como dos imanes que no pueden estar separados.

—Ahora entiendo.— Suelta una pequeña risa. —No estás enojada, todo lo contrario, te ha gustado de más.

Sus labios se acercan a mi cuello y contengo el aliento.

—Te ha gustado la adrenalina de hacer algo que sabes que no debes hacer.— Deposita un beso.

Mi pecho sube y baja a gran velocidad y siento en mi cuerpo la necesidad de tenerlo más cerca, aunque ya es un poco imposible acercarnos más.

Le tomo el rostro y comienzo a besarlo con tanta necesidad que siento mis labios hinchándose debajo de los suyos.

—Les.— Se separa de mí, con la respiración igual de agitada que la mía. —Estamos en vía pública.

—Lo sé.— Susurro contra sus labios, sólo para besarlo de nuevo.

Siento su sonrisa entre beso y beso, así que no me aguanto más y comienzo a deshacerme del botón de su pantalón. Cameron gruñe y mete su mano bajo mi vestido, tomando mi ropa interior y, sin quitarla, haciéndola a un lado.

Me toma de las caderas y me alza un poco y, cuando caigo sobre él, un gemido se nos escapa a los dos.

Minuto A MinutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora