Capítulo 17

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Me da un último beso antes de comenzar a bajar mi ropa interior. Puedo sentir mi corazón luchando para salirse de mi pecho, tengo la respiración entrecortada y estoy más nerviosa de lo que jamás he estado, pero cuando Cameron acerca su rostro al mío y me mira, sé que no hay nada en este mundo que desee más que a él. Él es todo lo que necesito.

—¿Estás segura?— Pregunta, la preocupación en sus ojos sólo me hace estar aún más segura.

—Estoy segura.— Susurro.

Cameron separa mis piernas y me penetra despacio, pero no puedo evitar soltar un pequeño gemido, el cual él atrapa con un lento beso.

Mi cabeza da mil vueltas mientras que lo siento moverse dentro de mí, yendo más rápido poco a poco.

Comienza a besarme el cuello y mis uñas se aferran a su espalda mientras que la mía se arquea debajo de él.

Las embestidas cada vez son más fuertes y más placenteras. Cierro los ojos disfrutando de cada movimiento y de cada beso.

Después de un tiempo, que pareció eterno y, al mismo tiempo, un segundo, siento una explosión dentro de mí que me hace pegar un pequeño grito, para después, sentir a Cameron caer sobre mí.

Nuestras respiraciones agitadas se unen y yo mantengo los ojos cerrados, disfrutando de cada sentimiento que recorre mi cuerpo en este momento. Felicidad, amor, electricidad, deseo.

Cameron esconde su rostro en mi cuello y yo dirijo mis manos a su cabello, haciéndole masaje.

—Te quiero.— Susurra.

Mis ojos se abren de golpe y una sonrisa se forma en mis labios. Cameron apoya su peso en un brazo y me mira fijamente.

—Te quiero.— Repite.

—Te quiero.— Contesto, jalándolo hacia mí para poder besarlo.

Las ventanas abiertas dejan que el sonido de las olas del mar estrellándose contra la orilla entre directamente a la habitación, dejando un ambiente más relajado.

Cameron se separa de mí y me mira.

—¿Te puedo hacer una pregunta un poco personal?— Pregunta serio.

—Claro.

Cameron dirije sus dedos a la parte inferior de mi antebrazo, acariciando suavemente todas las líneas sin sentido que hay en éste.

No tiene que preguntar nada, está más que claro la explicación que busca.

—Comencé a cortarme cuando tenía catorce años.— Lo miro, pero él es incapaz de quitar sus ojos de las heridas. —Es una manera de convertir el dolor emocional en uno físico, el cual es más fácil de tratarse. Es una manera de auto-castigarse. Es una manera de relajar el estrés que llevas dentro.

—¿Cada cuando?— Me mira.

—Las veces que sean necesarias.

Una rápida lágrima se resbala por su mejilla y evita mi mirada. Coloco mi mano en su mejilla y lo obligo a mirarme, tiene el rostro lleno de furia y tristeza.

—Desde que te conocí lo hago un noventa por ciento menos.

—¿Qué tengo que hacer para que no lo hagas en lo absoluto?— Pregunta, con la voz entrecortada.

—No eres tú, Cam.— Explico. —Tengo problemas conmigo misma que intento resolver aún, pero no es que no me hagas lo suficientemente feliz, todo lo contrario, simplemente, sigo lidiando con cosas.

—"Cam"— Repite, soltado una pequeña risa. —Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿verdad?

—Lo sé.

Cubro mi brazo con las sábanas, pero Cameron me detiene.

—No tienes que esconder ninguna parte de ti, no conmigo. Eres perfecta así como eres, con tu sonrisa y tus demonios.

Ahora las lágrimas resbalan por mis mejillas, pero Cameron me distrae besándome, poco a poco, comienzo a colocarme sobre él y siento un cosquilleo en la punta de mi estómago, el cual me hace reír.

—Lección número dos.— Me mira con una sonrisa pícara.

Ataca mis labios de nuevo y, entre risas y placer, se vuelve mi maestro.

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