Capítulo 14

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—¿Podrías pasarme el labial café?— Dice Alice.

Termino de arreglarme las pestañas y le entrego lo que me pide.

—No puedo creer que nos estamos preparando para el baile de invierno.— Le digo, mirando en el espejo para confirmar que mi maquillaje está listo.

—Yo sí que puedo creelo.— Ríe sarcásticamente. —Seis meses más y seremos libres del instituto.

—Nuestras vidas cambiarán tanto.— Sonrío. —Ya no tendremos las clases que hemos tenido toda la vida, ya no veremos a las mismas personas con las que crecimos, no viviremos con nuestros padres, tomaremos todas las decisiones nosotras solas.

—Exacto.— Dice ella, asentando el lápiz labial en el tocador. —No puedo esperar.

Me pongo de pie y me miro en el espejo de cuerpo completo. Tengo un vestido azul celeste con pequeños brillos por todos lados, tiene escote de forma de corazón, me llega a la mitad del muslo, se pega a mi cuerpo en la parte de arriba, pero la falda es esponjada estilo princesa. Llevo unos tacones blancos y unos aretes del mismo color.

Mi cabello está amarrado, dejando a unos mechones rebeldes caer frente a mis orejas y mi maquillaje es sencillo.

—Iré por un vaso de agua.— Digo, antes de salir de mi habitación.

Al salir al pasillo, me encuentro a Jacob saliendo de su habitación.

—¿A dónde vas?— Me dice, sorprendido por mi atuendo.

—A un baile del instituto.— Me enojo de hombros.

—Oh.— Carraspea la garganta. —Te ves bien.

—Gracias.

Un incómodo silencio se apodera en el pasillo, ninguno se los dos sabe qué decir o cómo irse. Jacob abre la boca para decir algo, pero es interrumpido por el ruido de la puerta principal cerrándose.

—¿Les?— Se escucha la voz de Cameron, llamándome desde el piso de abajo.

Mi corazón, instantáneamente, comienza a acelerar su ritmo. Creo que nunca dejaré de ponerme nerviosa al saber que está cerca de mí, sin importar cuánto lo intente.

Le lanzo una media sonrisa a Jacob y bajo corriendo las escaleras, decidida a saltar a sus brazos y besarlo, pero, al verlo, me detengo en seco y, por acto de reflejo, contengo el aliento.

Está ahí parado frente a mí, mirándome con esos brillantes ojos avellana, tiene un ramo de tulipanes rojos en la mano, su cabello está despeinado y está vestido de traje, no hay cuero encima de él y unos zapatos boleados han reemplazado las botas.

Después de inspeccionarlo por horas, o eso parece, miro a Cameron a los ojos y noto que me está mirando de arriba a abajo, me sonrojo cuando lanza un silbido de sorpresa.

—Leslie Jones.— Susurra, conectando su mirada con la mía.

Bajo las escaleras y me detengo a unos escasos centímetros de él.

—Te ves jodidamente perfecta.— Dice, más para él mismo que para mí.

Suelto una pequeña risa y Cameron vuelve a la realidad, endereza la espalda y se ajusta el traje.

—Te he traído flores.— Dice entregándomelas mientras que se pasa la mano por el cabello.

¿Está... Nervioso?

—Gracias.— Le sonrío.

Me entrega las flores y me dirijo a la cocina, sintiendo las pisadas de Cameron detrás de mí.

—Puedes admitirlo.— Le digo, llenando un florero con agua.

—¿Admitir qué?— Disimula, pero cuando intenta apoyarse en la isla de la cocina, mueve sus brazos para despegar la tela del traje de su piel.

—Que te incomoda el traje.— Río, poniendo las flores dentro del florero.

—Sí, es incómodo.— Se encoje de hombros. —Pero fueron muy estrictos con la vestimenta como para oponerme.

—Pudiste haberte puesto cualquier cosa, te hubieras visto igual de guapo.— Digo, asentando el florero.

Cameron estira su mano hacia mí y yo la tomo, me jala hacia él y me aprieta entre sus brazos, dejándome inhalar mi droga favorita.

—Es una noche importante para ti, quería estar bien presentado.— Dice, tomando mi rostro entre sus manos y dándome un corto beso.

—No me eches la culpa.— Río. —Es una noche importante para todos, incluso para ti.

Veo la sonrisa de Cameron desaparecer por una milésima de segundo, pero luego vuelve a mostrar esa sonrisa perfecta que sólo él tiene, pero no me engaña, la sonrisa no llega a sus ojos.

—Te quiero, Les.— Me mira a los ojos. —Más de lo que algún día podré llegar a demostrarte, no te merezco y me aterra el hecho de que llegará el día en el que te des cuenta de eso.

—¿Por qué dices eso?— Pregunto preocupada, alejándome, sólo un poco, de él.

—Porque es la verdad. Eres lo que siempre quise tener y lo que nunca creí que conseguiría, pero aquí estás, gastando tu tiempo con alguien como yo.

—Cameron.— Le acaricio la mejilla con ternura. —Jamás voy a desear a alguien mejor que tú, porque sé que no lo hay, necesito que entiendas eso.

Cameron asiente con el rostro cubierto de tristeza, pero cuando me mira a los ojos, me jala de la cintura y sus labios atrapan los míos, en un beso que libera todos los sentimientos posibles.

—¡Traje vodka!— La voz de Mike entrando a la casa nos obliga a separarnos.

Cameron me da un beso rápido en la mejilla antes de que Mike y Alice entren a la cocina.

—¿Qué hacen?— Nos mira Alice desesperada. —¡Es hora de irnos!

—Te ves bien, Alice.— Ríe Cameron.

Mike y Alice se quedan como estatuas al ver a Cameron.

—Lo sé.— Me uno a ellos, poniéndome a su lado e inspeccionado a Cameron una vez más.

—¿Qué?— Pregunta Cameron serio.

—Nada.— Dicen Mike y Alice.

—¿En dónde dejó las chaquetas de cuero?— Me susurra Mike.

—Y las botas.— Lo iguala Alice.

—Muy graciosos.— Dice Cameron, haciendo una mueca.

—¡Hora de irnos!— Grita Alice de nuevo.

Cameron me toma de la mano y los dos salimos de la casa, listos para la noche que nos espera.

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