Capítulo 23

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La puerta de mi habitación se abre y los ojos de Cameron se endurecen en una milésima de segundo al ver a Jacob. Él, por su parte, no hace nada, se queda parado y sosteniendo la mirada de Cameron, mientras que la mía viaja del uno al otro.

—¿Leslie?— Dice Cameron sin apartar la mirada de Jacob, claramente buscando una explicación.

¿Qué esperaba?, ¿que lo estaría esperando todo el día mirando el techo hasta que decida dar señales de vida?

—Hola.— Tonto, lo sé, pero es lo único que se me ocurre decir.

—¿Necesitas ayuda acomodando los libros?— Me pregunta Jacob, rompiendo su combate de miradas con Cameron para mirarme a mí.

—No, yo lo haré, gracias.— Le lanzo una media sonrisa.

—De acuerdo.— Comienza a caminar a la salida, pero se detiene antes de llegar a ella. —Gracias por hoy, me divertí mucho.

Asiente en forma de despedida y sale de la habitación, Cameron lo sigue con la mirada y, cuando cierra la puerta a sus espaldas, me quedo sola en la habitación con un castaño que me mira como si lo hubiera traicionado de la peor manera posible.

Sin decir nada, comienzo a sacar los libros de la caja para acomodarlos en el estante que está pegado a mi pared. Sé la conversación que está por llegar y, con sólo pensarlo, ya me siento cansada.

—¿No dirás nada?— Pregunta Cameron a mis espaldas, por la distancia de su voz sé que no se ha movido ni un centímetro.

—¿Qué quieres que te diga?

—Quiero que me expliques qué hacía en tu habitación.

—Me ha ayudado a cargar la caja de los libros que compré.

—¿Fueron a comprar libros?— Hace una pausa. —¿Juntos?

—Él también quería un libro, y lo he acompañado.

—Yo te pude acompañar, no había ningún motivo para que vayas con él.— Dice serio, un poco más alto y sus palabras serían gritos.

—¿Tú me pudiste acompañar?— Me río sarcástica y me volteo para mirarlo, mientras que lo acuso con el dedo. —¿Acaso no recibiste mi llamada o fue demasiado agotador despedirte en la mañana antes de irte? Quería un libro y he ido, eso es todo. En todo caso, la que debería estar molesta soy yo, ¿qué has hecho tú todo el día?, ¿con quién has estado? Pues no me interesa porque confío en ti y qué lástima que tú no puedas decir lo mismo.

El silencio se crea en la habitación, a excepción de mi respiración agitada. Camero camina hasta la cama y se sienta al borde de ella, cruza las manos detrás de la cabeza y apoya los codos en las rodillas. Suspiro para tranquilizarme, camino hasta él y me siento a su lado, poso mi mano sobre su hombro y él me mira, con unos ojos brillantes y la mirada más suave que le he visto hasta ahora.

—Jacob...— Lo dudo, pero no puedo tenerle miedo a su reacción, no debería ser así. —No es tan malo cuando lo llegas a conocer.

—Y, ¿tú ya lo conoces?— Aparta la mirada y bufa con una risa amarga.

—Lo conozco mejor que antes, sí. Vive en mi casa, Cam, no me hace nada mal tener un amigo más.

—Un amigo.— Repite, de manera muy pensativa, como si no se tragara mis palabras.

—Sí, un amigo.

—¿Y si, cuando lo conozcas mejor, te gusta más que yo? Podrías dejarme por él.

Una oleada de ternura me recorre el cuerpo y no puedo evitar sonreír. Cameron no es así, nunca se muestra intimidado o inseguro, pero saber que lo puede llegar a ser cuando se trata de mí, me encanta.

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