Capítulo 42: Poder Natural

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—Muy bien, entonces, se supone que con la información que tenemos, hay un mecanismo que activa alguna piedra de esta construcción para que se oculte y salgan las piedras en dónde nos tenemos que sentar ¿No?. —Pregunta Alejandro

—Efectivamente. —Fany confirma. —Ese mecanismo se activara únicamente si Jesus cae en la piedra adecuada, así que Jesus, es hora de caerse. —Invita Fany a su amigo.

—Ay si, ahorita me caigo. —Jesus se acerca a Magali. —¿Dijiste que sabías dónde caía exactamente?.

—Si. —Rie Magali. —Es en esa que tiene forma de triángulo. —Señala.

—Bien, pues ahí vamos. —Jesus camina hacia el lugar indicado.

—¡Pero te tienes que caer menso!. —Grita Angela riendo.

—Cáete tu. —Responde Jesus molesto por las peticiones de sus amigos.

Dyllan les indica que guarden silencio a sus amigos y se acerca con mucho sigilo a Jesus.

Planea empujarlo, pero cuando ya está cerca de el, Jesus voltea de inmediato.

—¡No te atrevas!.

Dyllan se espanta. —Esta bien, está bien. —Retrocede levantando sus manos.

—Pendejo Dyllan, si hasta guardamos silencio para que pudieras empujarlo. —Fany y los chicos comienzan a acercarse.

—Hice lo que pude. —El chico levanta sus brazos.

Jesus trata de mover la piedra señalada hasta que lo logra y todo el santuario de Macchi Picchu comienza a transformarse como en la mayoría de previsiones.

Ocho piedras son las que aparecen en la parte más lejana y ahí es donde se dirigen.

—Y ¿Ahora?. —Pregunta Luis Angel.

—Pues, según, tenemos que sentarnos en frente por qué de aquí empezará a salir la canica. —Explica Alejandro.

El es el primero que se sienta, los demás proceden a hacerlo también.

—¿Tenemos que activar algo?. —Pregunta Jessica.

—No, al menos yo no ví algo sobre activar. —Confiesa Alejandro

—Tampoco yo. —Fany toca el pasto que tiene delante.

—Pendejo al que se le aparezca primero. —Dice Angela y después, en su sitio, una canica flota frente a ella. —Me lleva.

—Tómala. —Dice Fany que está a un lado de ella.

Angela acerca su mano, pero la canica se esconde entre el pasto y comienza a salir rápidamente y aleatoriamente entre todas las piedras y todos los chicos.

—Podría decir que ya empezamos lo chido de este nivel. —Alejandro trata de no perder de vista a la canica.

—¿Y solo tenemos que atraparla?. —Pregunta Jesus extrañado.

—Me parece que si. —Le responde pues lo tiene a un lado.

—¿Y si solo?. —Jesus pone las dos manos frente a el.

Alejandro observa los movimientos de su amigo. —¡No!. —Le grita y mueve sus manos hacia otro lado mientras la canica pasa frente a Jesus.

—Wey... Ya casi la atrapaba. —Jesus frunce el ceño.

—Estas cosas tienen la velocidad suficiente como para atravesar tu mano. —Alejandro dice mientras nota que de no haber echo lo de la previsión, Jesus hubiera salido herido.

Defensores: El Secreto Del LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora