Capítulo 70: Esperanza

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Tu debes...

Alejandro apenas alcanza a ver algo.

Tu puedes.

Lo ve muy distorsionado, tal vez... Es el musdux.

Alejandro despierta por el sonido retumbante de un relámpago que cae cerca de el.

O de ellos.

Alejandro se siente adolorido, siente pequeñas gotas que caen en su cuerpo y los vientos se sienten con más fuerza.

Sus ojos han enfocado el cielo.

A pesar de que ya amaneció, el cielo se sigue viendo oscuro.

Alejandro se semilevanta y se agarra la cabeza.

El huracán a crecido bastante y encierra una gran oscuridad.

Teyaka también a aumentado su tamaño.

Alejandro respira.

—Tenemos... —Siente que no puede más. —Tenemos que detenerlo.

Quiere levantarse pero no puede.

Entonces gatea hasta donde está Fany y la mueve. —Fany... Levántate. —El chico apenas puede pronunciar las palabras.

Pero la chica no reacciona.

—Vamos... —Mueve con más intensidad el chico. —Tienes... Tienes que levantarte.

La chica entonces tose y abre los ojos lentamente. —¿Que paso?... —Dice con voz baja. —¿Dónde... Dónde estamos?.

Alejandro no se toma el tiempo de orientar a su amigo. —T-tenemos que detenerlo.

Fany entonces se da cuenta de la situación.

Recuerda todo lo que pasó.

Y también recuerda lo que está a punto de pasar.

—Tenemos que despertar a Jesus y a Jessi. —Alejandro ahora gatea hacia la chica. —Tenemos que detenerlo.

Fany está un poco aturdida.

Está frustrada, quiere gritarle mil cosas a Alejandro.

Quiere decirle que habían fracasado, que todo se había ido a la mierda.

Que no podrían rescatar a la tierra.

Pero ver a Alejandro hacer lo posible para despertar a sus amigos y tratar de detenerlo...

¿Que podía hacer ella?.

Cuando logra despertar a Jessica, Alejandro dice lo mismo que con Fany.

"Tenemos que detenerlo".

Jessica también tardo un poco en orientarse.

—¿Detener que?. —Pregunta con las fuerzas que aún le quedan.

Alejandro la ve fijamente. —A Teyaka.

—Alejandro... —Jessica se escucha cansado. —No lo haremos, no detendremos a Teyaka...

—Claro que si... —Responde de inmediato Alejandro. —Si tan solo...

—No Alejandro. —Jessica se recarga en sus manos. —No fuimos entrenados para detenerlo... —Piensa. —Tal vez si haya alguien que lo pueda hacer, pero nosotros no.

—Jessica. —Toma aire para utilizar las pocas fuerzas que aún le quedan mientras que las pequeñas gotas comienzan a empapar a los chicos. —Somos lo único que tiene la tierra... Si nosotros le entregamos las dentias, entonces nosotros tenemos que solucionar esto.

Defensores: El Secreto Del LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora