Capítulo 54: Victoria

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—Bueno, fue un gusto conocerlos chicos. —Dice Magali retrocediendo un poco.

—No seas payasa. —Angela cierra los ojos, hace la intia de invocación y una vez la línea se transforma en su lanza, se dirige a la puerta y la clava tratando de destrozarla.

La lanza atraviesa la puerta protectora pero no la destroza.

Alejandro observa como los gigantes de piedra y la puerta se distorsionaron al mismo tiempo que cuando la lanza la atravesó.

—Esto es como en el cristo redentor. —Deduce. —¡La puerta!. —Grita con esperanza. —Destrozarla es la única forma de salir vivos de esta.

Dyllan mueve su mano de izquierda a derecha e invoca su tridente. —A ver si con esto. —Se acerca y con fuerza atraviesa su tridente, pero la puerta aún no a sido destrozada.

Los gigantes de piedra se siguen acercando.

Alejandro comienza a asustarse pues ni la lanza de Angela ni el tridente de Dyllan fueron suficientes.

Justo como Teyaka dijo.

—Ay, me lleva la verga. —Alejandro comienza a entrar en desesperación.

Observa a Alfredo y no parece estar asustado por lo que viene, sigue viendo sus manos, parece que está decepcionado y no puede contra eso.

Alejandro se acerca al chico.

—No se que es lo que sucedió, pero estoy seguro de que si lo intentas de nuevo lo lograrás, solo concéntrate de la mejor forma.

—No... No puedo. —Dice triste.

—Si puedes. —Dice seguro. —Pudiste una vez, entonces puedes una segunda. —Recuerda. —Solo no pierdas la concentración, creeme que dependemos de ti.

Alfredo deja de mirar sus manos y ahora mira a Alejandro.

Escucha un ruido y es Angela que a intentado nuevamente incrustar la lanza y sigue sin ser suficiente.

Dyllan también reintenta con su tridente, pero no ayuda demasiado.

Alejandro siente que no puede quedarse ahí sin hacer nada, observa a Alfredo y asiente. —Recuerda, concéntrate, tu puedes.

Alfredo lo mira inseguro.

—Luis. —Llama Alejandro. —Tu escudo.

—Aceptalo Alejandro, estamos muertos. —Luis Angel baja la mirada.

—El invisible, rápido. —Sostiene.

Luis Angel suspira y se pone frente Alejandro e invoca su escudo. —No va a servir de nada, ellos ya saben que estamos aquí.

—En caso de que rompan tu escudo, agrandare el mío para protegerte también. —Informa. —Lo único que haremos será ganar un poco de tiempo, trata de que tu escudo resista todos los golpes posibles.

Luis sabe que no funcionará, pero igual, ya no pierde nada. —Esta bien.

Y como había dicho, Los gigantes a pesar de que ya no la veían, seguían dirigiéndose hacia ellos.

Llegó el primero.

—Tu puedes Benitez. —Alienta Alejandro.

El gigante golpea fuertemente el escudo y casi lo quiebra pero aún permanece.

—¡Vamos!. —Sigue alentando Alejandro, pero el siguiente golpe rompe el escudo de Luis e incluso lo tira al suelo. —Bueno no.

Alejandro termina de agrandar su escudo y el golpe que le da el gigante agrieta su escudo, pero no tanto como el de Luis.

Defensores: El Secreto Del LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora