31. No te angusties.

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{Recuerden que a partir de ahora, las narraciones serán por Justin.}

Aún sin abrir los ojos, sabía que era de día. La sensación de haber estado acostado durante mucho tiempo me lo decía. Giré en la cama para poder levantarme.

Me enderecé y abrí los ojos con pereza.

Me llené de pánico al no hallarme en mi habitación de siempre.

Había un gran ventanal por donde entraba gran cantidad de la luz del día.

La habitación era enorme, nada que ver con mi habitación habitual.

Y la cama... Esa no era la cama que yo solía ocupar.

¿Dónde estaba?

Mi pánico era creciente. Con la desesperación aflorando en mí, recorrí la habitación con la mirada. 

Cuando dirigí la mirada en el buró junto a la cama, divisé dos porta-retratos. Inmediatamente los tomé en mis manos. Al reconocer las personas en las fotografías, mi cabeza lentamente recordó en donde estaba y el por qué.

Estaba en casa de Andrew.

-Estoy en casa.- dije en un susurro a modo de tranquilizarme. 

Después de un rato en el que intenté pensar detenidamente en todo, recordé bien  los últimos días y dejé escapar una risa. Tanto de alivio como de ironía. No era la primera vez que me pasaba. 

Al menos no fue como en el primer día. Empecé a gritar y Andrew corrió a mi habitación para calmarme. Gracias al cielo Eliza no me escuchó, lo que menos quería era asustarla.

Volví la mirada a las fotografías de mis manos. Una era la de mis padres conmigo en mi cumpleaños. Y la otra era... la de Alli conmigo el día de mi cumpleaños. Uno de los días más felices de mi vida, el más feliz probablemente.

Sonreí con cariño al pensar en ella. La extrañaba. Era lo único que extrañaba de estar en el hospital. Tenerla junto a mí las veinticuatro horas del día. 

Pero debía saber estar alejado de ella. Por mi bien y el suyo. Debía aprender. 

Eso me repetía Adam después de algunas sesiones. Aunque a veces me parecía que se lo decía más a él que a mí.

Con cuidado posé los marcos de nuevo en la cómoda, de tal manera que ambos estuvieran a simple vista para mí.

Un poco confundido todavía, fui al baño y me arreglé para bajar a desayunar.

-Buenos días, joven Justin.- me saludó la chica que se encargaba de la limpieza mientras bajaba las escaleras.

-Buenos días.- le contesté cordialmente.

Caminé hacia la cocina para buscar mi desayuno. 

-Buenos días, cielo.- me saludó Eliza cuando entré.

-Buenos días Eliza.- dije mientras me acercaba a ella para besarle su mejilla. Estaba sentada frente a un plato de fruta a medio comer. 

-Déjame servirte tu desayuno.- sonrió mientras se ponía de pie. 

-No te molestes...- quise interrumpirle pero ella ya estaba sirviendo un panqueque en un plato.

Porcelana {Adaptada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora