34. Eliza.

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El ruido de la pesada puerta de madera me hizo despertar. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero mis párpados pesaban de tal manera que podían haber sido horas.

Suaves pasos se desplazaron por la habitación hasta que se detuvieron frente a mi cama.

-Señorita, ¿Preferiría quedarse en el cuarto de invitados?-

-No Sophie, aquí estaré bien.-

-Como usted quiera señorita.- contestó resignada Sophie.

-Sophie, usted encontró a Justin, ¿Verdad?-

-Así es señorita.-

-¿No tiene idea de lo que le pudo haber pasado?- preguntó Alli con curiosidad.

-La verdad no. Yo estaba en la entrada y vi salir corriendo a la señorita Gray, me preocupé y vine a ver si el joven Justin estaba bien, y terminé encontrándolo en el suelo. Parecía asustado.- murmuró.

-Ya veo. Gracias por haberte preocupado.-

-De nada señorita. El joven es muy amable, se merece la preocupación de todos. Me retiro señorita. Pase una buena noche.

-Usted también Sophie.-

Escuché el sonido de la puerta cerrándose suavemente.

Me removí entre las cobijas para poder sentarme.

-Hey.- susurró Alli mientras se acercaba a mí.- ¿Te sientes mejor?-

-Mucho mejor, gracias.- intenté sonreír pero aún sentía un poco de malestar.

-Al parecer no lo estás del todo. ¿Por qué no te acuestas y duermes un poco más?- pidió mientras me empujaba suavemente para que me tumbase.

-Acuéstate conmigo.- pedí sin vergüenza. Tenía demasiado tiempo separado de ella y aprovecharía cualquier excusa para tenerla junto a mí.

-Bien, pero te dormirás, ¿De acuerdo?- asentí automáticamente.

Me hice a un lado para darle espacio. Ella se acomodó junto a mí, subí las sábanas y nos cubrí a ambos.

La acerqué a mí, estrechándola con mis brazos. Besé el tope de su cabeza y me acomodé con ella. Inhalé su dulce aroma antes de dejarme vencer por el sueño.

ºººººººººº

-¡Mamá! ¡Hay una chica durmiendo con Justin!- ese fue el grito que me hizo abrir los ojos.

Al principio no captaba bien a lo que Dereck se refería, pero luego fijé mi vista en Alli. Tan hermosa, dormida profundamente en mis brazos.

Su rostro estaba sereno, apacible. Como si no hubiese nada en el mundo que pudiera perturbarla.

Como extrañaba verla dormir. Extrañaba su expresión de tranquilidad y que me contagiase con ese sentimiento. Pero extrañaba aún más el estar con ella y saber que estaba bien, a salvo, protegida.

-Alli.- llamé para despertarla. Sabía que ella tendría que ir a trabajar y por más que yo desease tenerla sólo para mí, no podía.- Preciosa, es hora de levantarse.- canturreé en su oído.

Ella se removió en mis brazos, enterrando su rostro en la almohada. Dejé escapar una leve risita, ella era tan linda.

-Vamos preciosa, levántate.- volví a intentar, pero ella no quería.

-Justin, quiero seguir aquí.- contestó mientras sus manos se aferraban a mi camisa.

Yo también quería que estuviera aquí.

Porcelana {Adaptada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora