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Hermione se despierta al día siguiente sintiéndose satisfecha y ligera.

Después de cenar con Harry, regresó a su habitación para encontrar a Draco de un humor particularmente juguetón. Se había burlado de ella y la sedujo, obligándola traviesamente a otra ronda de juego mutuo. Esta vez, se deslizó el vestido sobre la cabeza, dejándose completamente desnuda ante su ojo evaluador. Del mismo modo, él se quitó sus ordenados botónes que revelaron cada centímetro de su piel de alabastro, incluida la marca de un loco en su brazo y las cicatrices en su pecho. Aunque él tenía una figura impresionante y excitante, ella se había distraído al punto de la pena por lo que él había sufrido.

—¿Eso fue lo que te hizo Harry?— habló en voz baja. Hermione se acercó al lienzo, sin avergonzarse de su desnudez, y dejó que un dedo se deslizara suavemente sobre el lugar donde estaría su cicatriz.

—Pensé... tenía miedo de que estuvieras más preocupada por esto. —dijo, repentinamente inseguro, levantando su antebrazo y revelando su marca.

Ella había sacudido la cabeza hacia él, todavía mirando su pecho. —Eso lo sabía. Pero esto... Draco, Harry casi te mata.

Él se rió suavemente de ella y estuvo de acuerdo. —Lo hizo. Probablemente más cerca de lo que nadie se dió cuenta fuera de Snape y de mí. Todavía tiene que salir del otro lado también como un héroe. —Había una amargura en su voz, pero suavizado con una melancólica resignación.

—Se sentía terrible. —le dijo. —Sé que eso no lo mejora, pero él nunca quiso lastimarte así. Nunca se dio cuenta... Todavía tiene culpa. —continuó, mirando la cicatriz con incredulidad, —y ni siquiera sabe lo malo que fué realmente.

Draco se encogió de hombros hacia ella y rápidamente volvió la conversación a otras actividades. —Suficiente sobre eso. Prefiero hablar de ti. —Con los ojos rastrillando sobre Hermione, él había trazado su mano a lo largo de la silueta de sus curvas, silbando bajo. —Eres jodidamente exquisita, Granger. ¿Podemos jugar un poco más esta noche?

Absolutamente fascinada por él, Hermione aceptó, y se exploraron visualmente durante horas durante toda la noche. Después, exhaustos y gastados, se acostaron en la oscuridad, hablando de cosas triviales y menos que triviales.

Hermione aprendió detalles que nunca hubiera imaginado sobre este hombre inmortalizado. Nunca quiso ser un Buscador, pero se sintió obligado a competir con Harry, prefiriendo ser Guardián de todas las posiciones de Quidditch. Amó el chocolate toda su vida, pero pensó que no había vivido realmente antes de descubrir La Maison du Chocolate en París muggle. Su padre lo castigó, a un niño de quince años en ese momento, por escaparse de su familia. Más tarde, después de que la familia regresó a Wiltshire, Draco le mintió a su madre cuando encontró la caja en su habitación, alegando que los chocolates que había llevado de contrabando a casa eran importaciones de Honeydukes.

—Honeydukes desearía poder hacer chocolate así. —comentó.

Se enteró de que le gustaba la Transfiguración como asignatura, pero siempre se sentía a la defensiva alrededor de McGonagall, asumiendo que la mujer lo odiaba. Su desempeño había sufrido a causa de ello, y dijo que lamenta incluso ahora las calificaciones que recibió.

Había leído con voracidad cuando era niño, y disfrutaba especialmente las historias de aventuras sobre la vida de magos y brujas reales en campos peligrosos o emocionantes. Sus personajes favoritos, aquellos que trabajaban con dragones.

—Sabes, uno de los Weasley es un domador de dragones. — comentó hacía el techo, tocándose perezosamente con la yema del dedo sobre su clavícula.

Looking Glass *Traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora