Aquí comienza la segunda parte de la historia.
***
Trece meses después...
Había pasado la mayor parte del tiempo impartiendo clases de lunes a viernes, todos los días me despertaba a las cuatro de la mañana y bajaba al gimnasio del edificio en el cual vivía; luego volvía a mi departamento y tomaba una ducha de treinta y dos minutos, elegía la misma ropa de siempre: pantalón negro de vestir, alguna camisa de botones y las botas negras que me acompañaban todo el tiempo. Recogía mi cabello y luego salía del departamento para esperar el taxi que me llevaba al edificio donde trabajaba.
Era una rutina; de siete a once de la mañana impartía clases, luego de once y media de la mañana a las dos de la tarde pasaba por las oficinas donde estaban mis amigos, hablaba con mi padre durante veintidós minutos y luego volvía a casa a seguir estudiando. A las cuatro de la tarde comenzaba con mi investigación sobre las bombas y a las nueve de la noche volvía a cuántico para practicar mis tiros.
Una, dos, tres, cuatro horas; las cuales se iban volando y siempre terminaba con lo mismo: conmigo llorando en un rincón.
Habían pasado trece meses desde que había sido mi última misión dentro de Estados Unidos. Había tenido un par en México y otros países de América Latina, pero no dentro del país donde radicaba. ¿la razón? El equipo y la jefa pensaban que era lo mejor para mí. Cuatro pequeñas misiones en trece meses. Todas vinculadas con el narcotráfico, tráfico de órganos y trata de blancas, había cambiado mi look un montón de veces que ahora me parecía raro mirarme con el cabello castaño oscuro.
Aun no podía volver al cien por ciento a resolver casos, sólo dos al mes, era algo duro y que hacía que mis días se volvieran más monótonos y casi tan aburridos que pensaba en renunciar.
Hasta que todo se complicó, de nuevo. Paula Galindo había pedido libertad condicional y estaban por dársela gracias a su buen comportamiento dentro de la cárcel, según el juez ella no era tan peligrosa como el FBI decía. Así que me tocó viajar en diciembre a Boston.
No fue nada distinto, todo seguía normal como cuando estuve ahí. Esta vez estaba acompañada por Patsy, ella aún se mantenía a mi lado, ella era la única que sabía que a veces me rompía, ella era la única que sabía que en verdad yo estaba un poco mal. Ambas sabíamos que yo había perdido la cabeza, pero que sabía en qué momento podía seguir; el momento era todos los sábados durante seis horas donde la pasábamos investigando sobre un nuevo caso que me había sido asignado. Dentro de cinco meses me tocaría viajar a Venecia y tenía que convertirme en una criminal.
-¿Crees que esta es información real?- le pregunte a Patsy mientras le entregaba mi Tablet para que leyera lo que había en ella.
Según un periódico europeo, el narcotraficante más poderoso mundialmente estaba pidiendo ser trasladado a una penitenciaria de baja seguridad.
-Es algo estúpido.- musitó mi compañera mientras daba un par de vueltas en su silla y se movía hasta su ordenador. -Pero aquí veremos si eso es real.- agregó mientras sus dedos tecleaban códigos.
-¿eso es legal?- pregunté curiosa mientras me acercaba en mi silla.
-¿alguna vez te conté como entré al FBI?- cuestionó riendo.
Sí, si me lo había contado. -La reina del hack.- musité con una sonrisa. -Te atraparon hackeando uno de los mejores bancos en California, eras una especie de virus que infectaba cada banco importante en esa costa del país.
-Lo tengo.
La noche nos llegó muy rápido, había decido hacer compañía a Patsy durante un par de horas más mientras el equipo estaba en Washington resolviendo un caso.
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[RESUBIENDO] Agente Encubierto: MJ Garzón.
FanfictionRESUBIENO / EN EDICIÓN. -Haremos esto. Pondré el temporizador y tienes dieciocho minutos para confesarte.- Daniela me miró, y esta si era Daniela no Diana, la dulce Diana de la que yo me enamoré. -Lo siento...- la miré desde mi lugar mientras cargab...