Capítulo 05

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El médico examinó a Dana mientras Adrian se paseaba arriba y abajo por delante de la habitación de Amelia.

—Hijo, ¿puedes detenerte un segundo? De este modo no la ayudas.

Detuvo sus pasos y miró a su madre, quien estaba pálida en brazos de su padre.

—¿Lo sentiste?

Ella simplemente asintió mientras una lágrima escapaba de sus ojos.

Adrian cerró los suyos mientras maldecía interiormente.

Odiaba ver a su madre sufrir.

Ella, al igual que todas las mujeres de la familia, había nacido con un don.

El de Aurora Stone había despertado cuando ella tenía doce años, y no era algo bueno.

Ella tenía la capacidad de sentir en su propia piel el dolor de otros.

Había vivido un infierno antes de conocer al que ahora era su marido, y gracias a este, su dolor no era tan insoportable como había sido en el pasado, sin embargo, todavía la hacía palidecer y a menudo, su propia piel sufría las consecuencias, llegando incluso al punto de marcársela durante unos breves minutos.

Aurora miró fijamente a su hijo pequeño a los ojos y vio en ellos la verdad.

Poniendo las manos sobre sus labios, liberó aun más lágrimas sabiendo que su hijo amaba a la mujer que se encontraba inconsciente tras la puerta.

—No pasa nada, mamá. Estaré bien. Solo necesito saber que ella lo está también.

La puerta se abrió entonces y el médico salió para hablar con ellos.

No habían podido localizar a la madre de Dana, por lo que Bobby se ofreció a ir a buscarla.

Aprovechando que el médico hablaba con sus padres, se coló en la habitación y observó a la chica dormir.

El corte había sido curado y cubierto. Todavía estaba un poco pálida, pero ver el movimiento que hacía su pecho al subir y bajar, lo tranquilizó un poco.

—¿Por qué estás aquí, Adrian?

Acercándose a la cama, se agachó a su lado y esperó a que ella le mirase.

—Quería ver por mi mismo que estabas bien. Nos asustaste.

—Lo lamento. Yo no quería que nada de esto ocurriese. Solo quería alejarme un poco y que dejase de doler, pero Stella se asustó cuando una ardilla se cruzó de repente y no pude controlarla.

—Deberías hablar con Lía. Ella ha estado llorando todo el tiempo temiendo que no despertaras.

—Tengo la cabeza dura.

—Me alegra que estés bien.

—Gracias. Eres muy amable.

No soportando el estar tan cerca y no poder tocarla, se levantó y se dirigió de nuevo a la puerta.

—¿Adrian?

—Dime.

—¿Él está ahí afuera?

—Ha ido a buscar a tu madre. No hemos podido localizarla por teléfono.

—Vale.

Antes de abrir la puerta, se volvió hacia ella una última vez.

—Díselo, Dana. Yo querría saberlo de estar en su lugar. Quizá las cosas sean extrañas en un principio, pero os conocéis de toda la vida. Nada cambiará vuestra amistad. Ni siquiera un chico.

—No es solo un chico para mi, Adrian. Y ese es el problema. Hay veces en que quiero ser egoísta y gritarles lo que siento, pero sé que no tengo ninguna oportunidad. Mientras Lía esté cerca, soy completamente invisible a sus ojos.

—Entonces es idiota.

Se marchó antes de acabar diciendo algo que le dejase en evidencia.

Entendía completamente lo que ella sentía.

Cuando la puerta se cerró tras él,  Dana volvió la mirada hacia la ventana y cerró los ojos.

Era una cobarde.

La puerta se abrió de nuevo, esta vez de golpe y su madre entró como una exhalación.

—Hija, ¿como estás?

—Solo un poco magullada, mamá.

—Estaba tan asustada... Bobby me ha traído enseguida. Es un buen muchacho.
Si que lo era. Bueno e inalcanzable.

—¿Seguro que estás bien?

—Si.Creo que es mejor que vuelva a casa. Ya he causado demasiadas preocupaciones aquí.
Su madre la miró a los ojos y tras unos segundos, asintió.

—El médico dijo que deberías permanecer tumbada un poco más, pero si te sientes con fuerza, cogeré tus cosas e iremos a casa.

—Eso sería genial, mamá.

—Bien. Ahora vuelvo, cielo.

Adrian se dirigía a su habitación cuando vio a su hermana frente a la suya hablando bajito por teléfono.

—Ella está bien por lo que dijo el médico, pero me asusté tanto... Ojalá estuvieses aquí. Lo sé... Te amo también.
Ella no le vio. Entró en cuanto finalizó la llamada y él no pudo evitar preguntarse que era lo que escondía Amelia.
Estaba seguro de que no hablaba con Bobby, porque acababa de cruzarse con él.
¿A quién le dijo que le amaba entonces?

Puedes tenerme (Serie Love 20)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora