Capítulo 12

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—Tierra llamando a Dana. ¿Donde tienes la cabeza, chica?

Dana se volvió hacia su mejor amiga quien la miraba con la ceja enarcada, mientras cerraba la revista de decoración y la dejaba sobre la mesa de centro junto a las tazas de té de ambas.

Dana supuso que no iba a poder centrarse en nada a menos que compartiese sus pensamientos con Amelia, y ella, conociéndola, tampoco iba a dejarlo pasar.

—Le dije a Bobby sobre mis sentimientos.

La boca de su amiga casi tocó el suelo de la impresión antes de soltar un grito dejándola sorda momentáneamente.

—¡Oh, Dios mío! ¿Y que dijo? No te quedes callada, Dana. Cuéntamelo todo ahora mismo.

—Si te callases un momento podría hablar.

—Está bien, lo siento. Son las hormonas.

Si, bueno. En algún momento se le acabaría esa excusa, porque últimamente la usaba para TODO.

—Al principio fue un poco incómodo, ¿sabes? Vinimos hasta aquí en silencio, pero cuando bajé del coche, él me pidió que fueramos a cenar esta noche y luego me beso.

Y ahí iba otro grito.

—Amelia, por favor. Estoy muy nerviosa.

Lia detuvo su emoción por un segundo y miró atentamente a su amiga.

Dana era alguien tan extrovertida, que realmente le sorprendía verla de ese modo.

Había tenido varios sueños con Dana y Bobby estando juntos, pero siempre aparecía una sombra entre ellos, como si algo se interpusiera.

No compartió eso con su amiga, por supuesto, pero le preocupaba.

Con todo el tiempo que Dana guardó cuidadosamente el secreto, no quería que por culpa de terceras personas se estropease lo que podría ser algo increíble.

Supuso que podrían dejar la decoración para otro momento.

Ahora mismo, lo principal, era su amiga.


Adrian lanzó una bala de heno hacia la otra punta del granero para evitar hacer lo que realmente quería, aplastar su puño contra la boca de Bobby Knight.

La imagen de ese niño bonito besando a Dana fue suficiente para ponerle de mal humor lo que quedaba de tarde.

—¿Crees que si salimos a cabalgar un rato, vas a sentirte mejor?

Adrian se volvió hacia su hermano, quien le miraba desde la puerta del granero con una sonrisa en los labios.

Para Evan era fácil. Estaba casado con la mujer de sus sueños. Su historia había salido bien incluso con todas las dificultades que enfrentaron en su momento.

—Creí que estarías de camino a tu luna de miel.

—Salimos mañana por la tarde. Hope necesitaba ir a casa de su padre y por algunas cosas.

—¿Y no has ido con ella?

Evan se encogió de hombros y avanzó hasta su hermano pequeño para quitarle otra bala de heno de las manos.

—Iba a hacerlo, pero entonces ambos vimos algo y te seguí.

No hizo falta que preguntase que habían visto. Tampoco serviría de nada negar como de afectado estaba. Lo tenía escrito por toda la cara.

—Supongo que montar me irá bien.

—Entonces vamos.

Evan no le dio tregua. Subido a lomos de Storm, su caballo galopó con todas sus fuerzas frente a él, quien a lomos de Lightning, le seguía a poca distancia.

Recorrieron los alrededores del rancho de sus padres sin detenerse, hasta que llegaron al claro donde tiempo atrás, Dana había caído del caballo.

Adrian detuvo a Lightning de golpe y se bajó de un salto.

Su respiración estaba acelerada.

Dejándose caer sobre la hierba, escondió la cara entre las manos tratando de calmarse.

Evan, a cierta distancia, bajó también de su caballo y ató a ambos en el tronco de un árbol antes de acercarse a su hermano y sentarse a su lado.

Levantando la vista hacia el cielo, sonrió.

Había pasado mucho tiempo desde que él sintió algo parecido a lo que atormentaba a Adrian en ese momento.

Mirando el anillo de boda en su dedo, amplió su sonrisa y palmeó la espalda de su hermano.

—No te atrevas a rendirte, Adrian. Los Stone no se rinden.

Eso sacó una sonrisa ronca de los labios de Adrian.

Ellos habían crecido escuchando esas palabras de su padre.

Los Stone no se rinden.

Y él era un Stone.


Después de que se tomase un par de tilas en casa de Amelia y Nathaniel, Dana estaba lo suficientemente calmada como para sonreír a Bobby fue a buscarla para llevarla a cenar.

Y la cena fue estupenda. Todo estaba delicioso y la conversación fue amena y divertida, pero entonces, cuando la dejó en su casa, los labios de Bobby rozaron los de ella antes de profundizar el beso y Dana sintió... Nada.

Puedes tenerme (Serie Love 20)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora