05. DANZA INSANGUINATA

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Baile sangriento

Nota: Este capítulo me tomó tiempo y esta algo larguito, así que les sugiero que se acomoden, busquen algo para picar y espero que les guste.

*

En un abrir y cerrar de ojos ya era viernes. Estaba en mi última clase, ansiosa de que sonara el timbre que daba por finalizado el día. Por fin era fin de semana.

Después de la semana que había tenido, pensar en el baile de inauguración de La Lune me había aliviado un poco de la muerte de Margaret y el regreso de Jacob. Aun así, sabía que no podía alegrarme por mucho.

—Puedes llevar dos acompañantes. Supongo que irás con Eris.

Me encontré con Dante en nuestro casillero. Había salido casi corriendo del salón de Arte para dejar mis libros e irme a casa con mi bello vecino italiano. No tenía idea de que me pondría mañana por la noche, pero sabía que algo se le ocurriría a Bea.

—Sí —susurré en cuanto vi como Jacob me miraba desde cierta distancia, con una mirada de locura extrema.

—Estoy nervioso de que conozcas a mi padre —murmuró Dante en cuanto salimos de la escuela y nos dirigimos hacia casa. Usualmente sus hermanos nos recogían, pero habían llamado horas antes avisando que no podrían pasar; estaban ocupados con lo de mañana.

—¿Tan malo es? —pregunté viendo a mis espaldas y me llevé un tremendo susto al ver que Jacob nos seguía. Después de lo sucedido con Margaret, mis nervios habían aumentado a tal punto que todo me causaba terror y pánico. Más él por motivos que todavía me costaba olvidar.

—¿Irás a la fiesta? —Su voz salió rasposa, como si no hubiera hablado en un largo tiempo. Su mirada de loco seguía ahí, pero a la vez se le veía cansada. Dante a mi lado pegó un brinco y miró a Jacob molesto.

—Piérdete y deja de molestar a Evelynn.

Jacob sonrió macabramente y se acercó a mí. Muerta de miedo, retrocedí hasta que mi espalda golpeó el pecho de Dante. Este paso su brazo sobre mis hombros, un ademán protector que solía hacer mi padre cuando tenía catorce.

—Oh, ella sabe que jamás le haría nada malo... ¿No es así, Evelynn? —Apreté los ojos con tanta fuerza que creí que los párpados me iban a sangrar.

Le tenía miedo y mucho.
Sabía que parecía una loca paranoica, pero Bea sabía todo al respecto.

Me costó tres años olvidarlo, pero el recuerdo seguía allí, en lo más profundo de mi mente. Palpitando y recordando todo lo que hice. Todo lo que no pude hacer.

—Aléjate de mí y de mi casa. —Traté de sonar lo más ruda que pude, pero mi voz se quebró al final de la frase. Él alzó ambas cejas y sonrió.

—Sabes que no puedes deshacerte de mí tan fácil, Lam.

Y con esto, se alejó y perdió entre las calles de Barley.

Solté todo el aire que estaba conteniendo y me giré para ver a Dante. Él me miraba un tanto asustado y triste, como si se quisiera comparecer de que mi loco exnovio me estaba acosando.

No dijimos nada y seguimos caminando hasta llegar a nuestra calle.

Eris debía andar en la panadería, por lo que deje que Dante se quedara conmigo mientras llegaba Bea con algunos vestidos que tenía ocultos en su casa. Ella llegó a eso de las diecisiete horas, junto con una bolsa y muchas cosas para comer. Supuse que su madre la había dejado quedarse en mi casa.

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