Concurso de talento

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La semana se pasó volando, entre el colegio, los ensayos y tratando de evitar por todos los medios a Jake no me di cuenta del rápido paso del tiempo.

Lo más dificil era evitar a Jake, estaba en todas parte, quería terminar la conversación, quería contarme más sobre los Adelfas, lo qué somos, cómo vivimos, dónde y no se que cosa más. El punto es que lo veía estuviera donde estuviera. Salía del colegio y estaba parado afuera, apoyado en un árbol. No se daba cuenta que de esa forma llamaba la atención, pero noooo, eso a él no le importaba ni tampoco el hecho de que me hacía ser el centro de atención mirandome tan fijamente como lo hacía.

Al no estar mis papás, especialmente papá, tenía más libertad y menos restricciones por parte de mis hermanos, que me dejaban hacer lo que quisiera si me sacaba buenas notas, por lo que esa semana me había “esforzado” más. El punto era que había salido casi todos los días con mis amigas a algún lugar, tomar un helado, pasear, patinar en hielo… Y en todos esos lugares lo veía, como si me estuviera vigilando, una sombra tras mí.

En verdad no lo entiendo. Dicen que me dan la oportunidad de elegir lo que quiero hacer y no dejan de perseguirme. Por suerte solo en una ocación dejó que mis amigas lo vieran y lo saludarán, pero yo ni me acerqué, me despedí lo más rápido que puede de ellas al darme cuenta de sus intenciones.

En casa Sofía no cabía en sí de felicidad. Saltaba por toda la casa diciendo que ibamos a ganar el concurso sin ninguna duda. Aunque de repente le venían unos bajones de autoestima y decía que estaba segura que perderíamos por causa suya. Que no cantaba tan bien, que se desafinaba, que no alcanzaba la nota, que era tonta, que era fea… No logré entender qué importaba su físico en un concurso de canto donde solo iba a cantar, eso sería lo que los jueces evaluarían. Pero aun así le venía esos momentos depresivos, que rápidamente desaparecían de un momento a otro, llegando hasta merearme por sus burscos cambios de personalidad.

Pasaron los días, pero por fin llegó el día del concurso. La jornada escolar sería igual que todos los viernes hasta después del almuerzo, donde se daría inicio al esperado concurso de talentos.

Ese día ninguna de mis compañeras me miraban ni dirijían la palabra a menos que sea muy necesaria, a excepción de mis amigas que se reían por ese comportamiento. Seguían enojadas conmigo por haber accedido a participar en el concurso con mi hermana. Decían que era una traidora, que dónde estaba mi pasión por la alianza que tanto decía tener. En realidad lo que pensaran ellas no me influía lo más mínimo, nunca pensé que serían tan inmaduras. Además si ganaba igual dividirían los puntos, por lo que no le veía el problema.

Las primeras dos horas fueron de castellano con la profesora Ester. Me encantaba sus clases, especialmente en esos momentos en que estabamos leyendo Don Juan Tenorio, una comedia de José Zorrilla. Dividimos los papeles como en todas las obras de teatro que leíamos y actuamos las escenas lo mejor posible, aunque era muy dificil aguantar la risa en algunos momentos, por lo que de repente no se podía evitar escuchar una carcajada de alguna de mis compañeras que formaban el público.

Tras estas horas vino una media hora en que teníamos que estar en la sala trabajando en silencio y pude evitar ese rato, ya que la miss Ester me sacó a hablar.

En el colegio había un programa de tutoría que consistía que algunas profesoras sacaban a determinadas alumnas en algun momento durante la semana o el mes y hablaban. Así de simple, perdías clases para hablar de cualquier cosa con tu tutora. A veces era algo productivo, trataba de ayudarte a mejor tu rendimiento escolar o a solucionar algun problema con amigas. Pero en mi caso, normalmente hablabamos de libros o de cualquier cosa.

Las siguientes dos horas, tras el recreo, eran las peores de la semana. Dos horas seguídas con miss te odio y haré todo lo posible para fregarte Antonia. Como odiaba sus clases. Se dedicaba por lo menos la mitad de la hora en tratar de avergonzarme frente al colegio. Tras tres años haciendome clases no lograba darse cuenta de que eso era imposible. Siempre respondía a la perfección sus preguntas, sin importar la dificultad. Por esta razón matemáticas era uno de los ramos en que mejor me iba. No podía trabajar perfecto en clases y después tener un promedio mediocre en esa asignatura. Pero si por mí fuera tiraría a esa vieja por la ventana. Realmente no la soportaba.

Adelfa, mi historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora