Era media tarde cuando abrí los ojos. No me acordaba de haberme metido en la cama, menos haber llegado a casa. El último recuerdo que tenía era haberme hechado en un sillón con el plan de descansar un poco antes de que me vinieran a buscar y después…nada, estaba acostada en mi cama.
Me dolía la cabeza y seguía cansada. No hacía nada bien cambiar las horas de sueño de forma tan brusca, pero valía la pena.
Sonreía mientras me levantaba y bajaba a la cocina en busca de algo para comer. Lo había pasado realmente bien el día anterior, incluyendo la tarde que había pasado Jake. No lo quería admitir, pero estaba muy intrigada y quería saber más sobre los Adelfas y Jake era la fuente de información perfecta, una fuente que estaba dispuesta a revelarme todo y saciar mi deseo de conocimiento. Pero no sería ese día. Me daba perfecta cuenta de que me estaba inundando la tentación de unirme a ellos, conocer el mundo que decía que pertenecía, pero sabía muy bien que una ve entraba en él no habría vuelta atrás.
La casa estaba en silencio, no me encontre con nadie durante mi camino, perecía una casa fantasma. Llegue a la cocina con el estómago rugiendome de hambre. Abrí el refrigerador y me topé con el proste que habían preparado para el almuerzo de ese día, o lo que quedaba de él, que no era poco. Era un gran bol hasta la mitad con Musse de chocolate y almendras, nada más rico se me podría haber pasado por la cabeza, estaba dichosa de haberlo encontrado. Saqué un posillo, lo llene hasta el tope de esta dulce sustancias, saque una cuchara y me dirijí a la sala de estar a ver televisión mientras comía mi rico postre.
No había nadie. Al parecer se habían ido todos y ni se habían dignado en avisarme, pero no me importaba, me gustaba poder tener la casa para mi sola.
Después de comer y lavar lo ensuciado pense en ducharme, pero unas ganas locas de tocar alguno de mis intrumentos me empujo a ir a mi salita de estudio y tomar algun instrumento. Al llegar allí no lo pense y tome el violín que estaba guardado en su caja, hace mucho que no lo tocaba, por lo que cuando pase el arco sentí como todas las notas estaban desafinadas. Me dedique un cuarto de hora a afinarla y cuando me encontre satisfecha empecé a tocar.
Al principio fueron solo notas sueltas y melodias que no tenían conección entre ellas hasta que sin darme cuenta empecé a tocar Ave María de Schubert. No me di cuenta del paso del tiempo, pero cada vez que terminaba volvía a tocarla hasta que mis manos no pudieron más y se me cayó el arco si poder impedirlo, haciendome volver a la realidad. Era ya de noche y mis papás y hermanos ya deberían de haber vuelto de donde sea que hayan ido.
Me di la vuelta tranquilamente, me gustaba tocando hacia la ventana, me era más comodo, por lo que siempre le daba la espalda a la puerta. Al girarme completamente me encontre con mi mamá mirandome desde allí, apoyada en el marco de ella. Tenía los ojos cerrados y una expresión de paz inundaba su rostro. De repente los abrió y pude ver una gota de tristeza en ellos, que trato de esconder con una sonrisa.
-No sabía que tocaras tan bien el violín, es un placer escucharte… deberías tocar más seguida y para la familia, no solo en esta habitación donde nadie es capaz de escuchar tu talento – mientras decía esto no pude dejar de notar la gota de tristeza que antes había visto en sus ojos.
No sabía como reaccionar. Nunca antes nadie de mi familia, a excepción de mi papá me había escuchado tocar realmente, solo pequeñas actuaciones en las que cometía algun error a proposito y tocaba algo más sencillo como “Estrellita dónde estás”. Mi mamá siempre había creido que tenía un talento regular para la música o por lo menos eso creía yo que pensaba ella, al parecer me había equivocado.
-Has crecido tan rápido, todavía me acuerdo cuando te tuve en brazos por primera vez o cuando volviste a la clinica con ese ojo rojo como única secuela de la grave enfermedad que pasate… – la melancolia inundaba su voz –. Y ahora eres toda una mujer, pronto vas a cumplir diecisiete y nos dejarás, irás a estudiar a algun lugar que sí sea un desafío para tu mente – una lágrima cayó por su mejilla.
ESTÁS LEYENDO
Adelfa, mi historia.
AventurăMi vida a sido un completo secreto, he crecido ocultando mi realidad al mundo, mi capacidad para aprender que supera cualquier espectativa, por muy extrema que sea, todo esto por ser un Adelfa. No se nace siendolo, te conviertes en uno y yo me conve...