-Cincuenta más y sin detenerse. No puedes ser tan debilucha. Si aprendes rápido aprende esto: no te vas a ir hasta que hagas todo los ejercicios que tengo planeados para ti – la voz de Nick retumbaba por el gimnasio, que a esas horas de la mañana estaba vacío.
Llevaba una semana en ese lugar y no había tenido ni un momento libre. Entre las clases de matemáticas super avanzadas, de protocolo, de aprenderse de memoria las constituciones de los países que por el momento eran considerados los más importantes y los entrenamientos de Nick, definitivamente apenas tenía tiempo para dormir.
Pero definitivamente lo peor de todos eran loa entrenamientos, auqnue era la mejor profesora, sus clases eran muy intensas. Las otras eran fáciles, cada vez me era más fácil aprenderme las cosas de memorias, entender el funcionamientos de los ejercicios y los movimientos precisos que debía hacer frente a algún presidente, primer ministro o rey.
El problema con los deportes era que aprendía rápidamente la forma correcta en que debías ejecutarlos, pero no tenía ni la resistencia para hacerlos durante largos minutos ni la fuerza suficiente para realizarlos con la perfección adecuada. A causa de esto mis entrenamientos habían aumentado de dos horas diarias a cuatro. Pensaran que por lo menos haría cosas entretenidas y productivas. En realidad lo único que eran, según Nick, productivas, porque solo servían para fortalecer mi débil cuerpo y para que dejara de parecerme a pájaro desplumado recién salido del cascarón (palabras textuales de Nick).
Con un esfuerzo sobrehumano, el que nunca pensé poseer, logre terminar las flexiones de brazos después de tres intentos, porque cada vez que me tomaba más tres segundos abajo, me obligaba a partir de nuevo desde cero.
-Muy bien, vas aprendiendo, no es mentira que lo haces rápido. Normalmente me cuesta una larga temporada que los mentalistas logren hacer bien estos ejercicios y mejoren tan rápido su capacidad física, me asombras.
Estaba agotada y lo único que quería era que dijera las esperadas palabras: “terminamos, te puedes ir a duchar”. Pero en vez dijo otra cosa que nunca pensé que iba a sobrevivir para escuchar, porque los entrenamientos eran realmente dolorosos, hasta los complicados ejercicios de matemática eran un descanso en comparación.
-Felicitaciones, por fin estas en una condición física aceptable y podremos partir con las artes marciales y disminuiremos las horas a dos diarias, así podrás tener otras clases, como armas…
-No puedo creerlo, ¡por fin! – grité dando un salto en el lugar y corriendo a darle un fuerte abrazo.
-No es para tanto, relájate y anda a ducharte, que me tengo que ir a hablar con el señor Wilson sobre tus mejoras. Esta realmente interesado en tu desarrollo, aunque no lo culpo, con tu don cualquiera quisiera sobreexplotarte y sacar al máximo tus habilidades…
No escuche sus últimas palabras, ya que salí corriendo a las duchas, para llegar lo antes posible a la siguiente clase, terminar antes y poder tener aunque sea un momento libre para buscar a Jake, que apenas lo había visto durante la semana.
Una vez terminada las clases del día puede ir por fin a la biblioteca, pero cuando estaba saliendo de mi pieza tras haber dejado mis cuadernos, libros y apuntes, vi un pequeño escarabajo plateado justo al frente de la puerta. Hizo un movimiento raro y presentí que alguien me estaba observando.
-Hola.
Me volteé hacia todos lados buscando el lugar donde provenía la voz, pero solo escuche una risa metálica, dándome la pista que venía del escarabajo frente a mí, pero eso era imposible, era solo un escarabajo, ¿o no…?
-No eres tan inteligente como dicen por ahí.
-Yo nunca he dicho que sea inteligente –dije poniéndome en cuclillas para ver más de cerca el robot.
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Adelfa, mi historia.
PertualanganMi vida a sido un completo secreto, he crecido ocultando mi realidad al mundo, mi capacidad para aprender que supera cualquier espectativa, por muy extrema que sea, todo esto por ser un Adelfa. No se nace siendolo, te conviertes en uno y yo me conve...