Semejanza

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Prompt 11 - Never too late

Capítulo de transición, espero que lo disfruten.


Blanca Peonía; Nubes Doradas

Semejanza


La ventisca invernal es tan fuerte e imponente en su poder que ni siquiera el alba naciente mitigó el ímpetu.

Es usual que en las épocas relentes surjan borrascas de nieve cubriéndolo todo, e impidan que las personas salgan de su morada un tiempo indeterminado. Por lo general, dichas ventiscas acontecen una vez cada estación y no suele durar muchos días.

Por eso, cuando Lan Xichen abre los ojos, lo primero que sus pardos vislumbran son unos mechones castaños desiguales disparándose en cualquier dirección, incluso hay uno en la punta de su nariz que le hace cosquillas ligeramente; y lo segundo que ve, o, mejor dicho, percibe, es el rumor intenso del viento silbando, transportando con velocidad las escarchas níveas que congelan todo a su paso sin clemencia.

Lan Xichen suele despertar con rapidez. Su mente no necesita procesar que está vivo. Cuando son las cinco de la mañana, sólo abre los ojos y se incorpora para comenzar su nuevo día. Por eso, cuando este día Lan Xichen abre los ojos a las cinco de la mañana y percibe su cuerpo pesado, una pesadez agradable que lo llena de sopor, la consciencia le susurra que ese día será uno diferente.

Un hecho que se acentúa gracias a la persona que yace en sus brazos con el rostro enterrado en su torso cubierto ya desprolijo por la túnica de muselina que en algún punto de la noche anterior se deslizó y ahora Lan Xichen puede sentir cómo la suave respiración acompasada de Meng Yao lame la piel de su pecho, un vaho caliente que lo estremece.

Debería apartarlo, podría dejar que siga durmiendo o despertarlo para comenzar correctamente su día, pero la ventisca afuera es aguda y aunque Lan Xichen nunca se molestó en la circunstancia, pudiendo salir al exterior perfectamente sin sufrir daño alguno, sabe que no será lo mismo para Meng Yao. Además de la tormenta, hay un agradable sosiego que se percibe casi perfecto. Lan Xichen nunca ha sido adepto a dormir de costado, pero ahora lo está, teniendo en sus brazos un menudo cuerpo que encaja con el suyo como una pieza de rompecabezas.

Sus piernas están flexionadas, ensambladas a otras mucho más pequeñas, incluso puede sentir como unos fríos dedos acarician el dorso de su pie en oscilaciones efímeras que seguramente son producto de algún movimiento hecho por la inercia del sueño.

Nunca pensó que una posición tan íntima e intrínseca pudiera sentirse correcta.

Cierra los ojos, inspirando las hebras que cubren la mitad inferior de su rostro. A pesar de que lo tiene corto, Meng Yao posee un cabello liso, castaño como un buen vino de pera añejado durante muchos eones. Emana un olor a flores siendo transportadas por el viento de otoño meciendo las últimas hojas de su tibia estación. Lan Xichen no tiene sueño, pero sus párpados se sienten repentinamente pesados y sabe que, si no se incorpora pronto, volverá a dormir, con ello añadiendo la décima regla quebrantada a su lista.

Duerme con la idea de que cuando vuelva a despertar, copiará las reglas.

Quizás Meng Yao lo ayude y así ambos expíen los pecados que sabe, no dejarán de cometer.

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La segunda vez que despertó, Meng Yao lo estaba observando. El pardo parpadeante de su mirada adormilada se encuentra cerca a unos orbes ambarinos que lo contemplan con aguda suavidad. Siguen acostados de lado, pero ya no se abrazan. Afuera, continúa escuchándose el rumor del viento silbando con ímpetu, no ha mermado ni un poco. En realidad, parece hacerse más tenaz en su poder brioso.

Blanca Peonía; Nubes DoradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora