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Julieta, presente.

no le des bola, no es con vos, es así de forro con todos.

Me palmeo la espalda Ivo y asentí con mi cabeza y una sonrisa fingida. Si mi mejor amigo supiera... Si es conmigo el problema. Fue conmigo. Es. Soy su ex. La piba que llegó después de dos años a invadir su espacio personal. Después de todo lo que vivimos juntos, nos volvíamos a encontrar. Cuando cortamos, él me lo prometió. Me dijo que íbamos a volver a encontrarnos, porque estábamos destinados a estar juntos, al igual que me lo repetía siempre Aldana. Pero después de la actitud fria que acababa de tener, me demostraba que se había olvidado de su idea de que nos perteneceriamos por siempre el uno al otro. Según Lucho, él era un mujeriego y no me extrañaba. Siempre había buscado vicios para huir de su realidad. No me sorprende que uno de ellos ahora sean las minas. Pero, el que nos volvamos a ver era solo una casualidad. Una consecuencia de trabajar en el mismo ambiente. Solo eso y nada más.

— que se yo... — alzó sus hombros Mauro y lo miré sin entender — Cenfe es raro, pero en el fondo es buen pibe, para mí es un hermano más.

— Tomás no es raro, es una persona que sufrió un montón, que está herida. — apareció Lucas en el comedor y yo voltee a verlo — pasa que ustedes, lo conocieron dolido, pero aunque no lo crean, él antes sonreía.

— ya sé boludo, pero nunca nos cuenta nada y vos tampoco nos ayudas mucho a entenderlo.

— no me puedo meter en su vida. — vi como agarraba su campera y se dirigía hacia la puerta — voy a ir a convencerlo de que venga hoy, bienvenida Cazzu.

Le regalé una sonrisa a Homer y este salió por la puerta. "Ustedes lo conocieron dolido." Cerré los ojos al escuchar las palabras del mejor amigo de mi ex repetirse en mi cabeza. Es verdad. Vino dolido. Yo más que nadie sabía la vida de mierda que había tenido Tomás, todas las cosas que tuvo que pasar, que afrontar de tan pibito. Yo lo había acompañado. Nuestro amor era de lo más sincero que podía existir. O eso creía yo, hasta el momento que me rompió el corazón. Pero no podía culparlo por ser tan distante, tan ermitaño. Los golpes de la vida lo habían hecho así.

— ¿pizzas o empanadas? — preguntó Mauro cuando se hicieron las diez de la noche. — ambas. — decidió solo y llamó al delivery.

— yo me voy a bañar.

Avisé y me retiré del comedor para subir al primer piso donde se encontraban las habitaciones. Entré a la que sería mía hasta que por fin pueda conseguir un lugar para mí. Y me encerré en el baño. Necesitaba bañarme, necesitaba procesar todo lo que me acababa de pasar. Reencontrarme con la persona que más ame y amo hasta el día de hoy, fue un giro de ciento ochenta grados, dejándome patas para arriba, sin entender nada, sin saber que hacer. Completamente perdida.

Al terminar de ducharme me envolvi con la toalla y vi la puerta de la pieza de Tomás entre abierta. Me asomé al pasillo para ver si había alguien y al comprobar que no, me metí en su habitación. A diferencia de la mía, tenía las paredes pintadas de negro. Pósters de Nirvana, Linkin Park y otras bandas en la pared. Una sonrisa se formó en mi rostro al recordar las horas que nos pasábamos juntos escuchando sus gustos musicales. Compartimos tantas cosas. Fuimos un amor joven, nuestro primer amor. Bajé mi vista y pude ver el borde de lo que probablemente sería una caja abajo de la cama. Me agache y la agarre, la abrí y empecé a observar el contenido.

Solté una risa triste al ver una foto de él con dieciséis casi diecisiete años

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Solté una risa triste al ver una foto de él con dieciséis casi diecisiete años. A la edad que lo había conocido. Esos piercings en el labio que tanto me hacían mirarle la boca en su momento y sin la mayoría de los tatuajes que tenía ahora.

Seguí revolviendo la caja y sentí cómo mi corazón se partía una vez más al ver una foto de nosotros juntos.

Seguí revolviendo la caja y sentí cómo mi corazón se partía una vez más al ver una foto de nosotros juntos

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Apreté mis ojos y una lágrima rodo por mi mejilla. Eso fue días antes de separarnos. Dejé las cosas en la caja y volví a esconderla debajo de la cama. Creía haber cerrado la herida de Tomás Campos, pero era la segunda vez que mi corazón me demostraba que no. Que dentro de este, su recuerdo estaba más vivo que nunca. Que su herida nunca había cicatrizado, seguía abierta. Y cada vez que la tocaba dolía y como lo hacía.

— ¿no te enseñeron que es de mala educación entrar sin permiso a la pieza de los demás?

Tragué saliva al escuchar su voz detrás de mi y quité las lágrimas que anteriormente se habian deslizado por mi mejilla, rápidamente de esta. Me levanté del suelo y voltee a verlo. Estaba despeinado y con un cigarro en la mano, mirándome con odio. ¿Cómo tanto amor pudo haber quedado en la nada? Al menos de su parte, este parecía haber desaparecido. ¿Cómo puede ser que de un día al otro, el amor deje de existir? Se esfume. ¿Cómo nos habíamos hecho tanto mal, cómo, si nos amábamos? Nunca iba a entenderlo y nadie iba a explicarmelo. Y lo que más me dolía, es que antes me miraba con amor y hoy lo hace con bronca, como si yo le molestara, como si nunca me hubiese querido. Al fin de cuentas, yo fui la que le pidió borrar todo rastro de que algún día hubo un nosotros; Pero como dijo el ayer, los dos muy bien sabemos, que hubo un nosotros y que nos amábamos con locura. Pero tal como estaba el verbo, abamos, nos amábamos, en el pasado. Hoy, ya no nos conocemos.

— te pregunte algo ¿qué hacías viendo mis cosas?


Feliz San Valentín

dos extraños | c.r.o y cazzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora