— ¡me prometiste que ibas a intentar dejar la cocaina!
— ¡déjame de romper las pelotas, Julieta!
— ¡y vos deja de drogarte! — volví a gritar y tiré el polvo blanco que ocupaba su mesa — ¡¿a tu abuela le hubiese gustado verte así?! ¡no Tomás y si seguis drogandote vas a terminar igual que tu viejo!
Me callé. Él volteo a verme. Sus ojos no eran sus ojos. Estaban llenos de furia. En cuestión de segundos su mano impactó contra mí mejilla y de tan fuerte que fue el golpe que me dió, cai al suelo. Apreté mis ojos y negué con la cabeza mientras me alejaba cuando él intentaba acercarse a mí.
— amor, perdón, yo...
Trató de hablar pero me levanté rápidamente del suelo y salí corriendo de su casa. Habíamos tocado fondo y no había vuelta atrás después de esto. Un solo golpe para acabar con todo lo que luchamos por conseguir. Llegamos al final de nuestro amor.
¿Cómo tanto amor pudo hacernos tanto mal?
Julieta, presente.
Cerré mis ojos al recordar el principio de nuestro fin. Tomás seguía sentado frente a mí intentando convencerme de irme con él unos días a Neuquén ¿Y sí eso provocaba que la herida del golpe que aquella vez me dió vuelva a abrirse? ¿Y sí en vez de arreglarnos, terminaba de arruinarnos? Una lágrima rodo por mi mejilla y sentí los dedos de él deslizándose por mi rostro para sacarla. A pesar de todo, no podía dejar de querer a ese adolescente de dieciséis años, que un día me salvó, aunque después me hundió, primero me salvó de mis ruinas.
— ¿qué pasa, amor? — quebre en llanto al escuchar como me llamó y se acercó para pegarme a él, formando un abrazo — ¿dije algo, hice algo, qué...?
— el problema no es lo que decís, el problema es lo que hiciste. — lo interrumpí y me separé lentamente de él — me pegaste Tomás.
— basta con eso... — respondió en un hilo de voz — te pedí perdón un millón de veces, fue una sola vez Julieta y vos me dijiste que ya me habías perdonado, pero se nota que no lo hiciste — bajé mi cabeza y él soltó un largo suspiro después de levantarse de la cama — estaba drogado, solo un error tuve, uno solo ¿ese error pesa más que todo lo lindo que tuvimos y podríamos tener?
Abrí mis ojos y levanté rápidamente mi cabeza clavando su mirada en él. Tenía razón. El que una sola vez en su vida se haya equivocado conmigo no podía pesar más que todo lo bueno que hizo por mí. No podía pesar más que el hecho de que me salvó de mi viejo un montón de veces.
— fueron dos, igual. — le recordé el último y se dió la media vuelta para irse — perdón, pero no sé cual me dolió más.
— no puedo esperar toda la vida a que me perdones Julieta.
Terminó de decir y se retiró de mi habitación. Ahora la bronca invadía mi cuerpo ¿Por qué lo alejó tanto? De seguro porque cuando más mal lo trate, más lo voy a estar queriendo y así era.
Agarré un sobre de una de mis valijas que todavía no había desempacado a pesar de que llevaba más de un mes y medio en la mansión. Saqué las fotos e inevitablemente una sonrisa triste apareció. Quería volver a eso. Quería volver a tener lo que tenía con él. Quería volver con él.
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Sentí que el aire me faltaba. Lo necesitaba a él. No podía volver a dejarlo ir. Él intentaba luchar por mí y yo lo frenaba. Capaz, mi mejor amiga tenía razón, si la vida nos hizo encontrarnos nuevamente es porque siempre fuimos la persona correcta en el momento equivocado. Porque estamos destinados a ser y estar juntos. Y por eso después de equivocarnos, ya habiendo aprendido la lección, más maduros, más grandes, nos volvimos a cruzar.
Me levanté como pude de la cama y entré a su habitación. Frunció el ceño al verme parada en el marco de su cuerpo y tomé aire, pero no podía respirar. Necesitaba soltarlo. Ya no aguantaba más escondiendo lo que siento por él, más bien lo que nunca deje de sentir.
— está bien, viajemos. — accedí y él mostró todos sus dientes — cuando dijiste que querías que volvamos a Neuquén unos días para que te vuelva a amar...
— ¿qué?
— yo nunca dejé de hacerlo, nunca te deje de amar, te amo más que ayer y menos que mañana..., te amo Tomás.
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bueno, espero que les haya gustado medio corto pero bueno las amo.