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Julieta, presente.

"te prometo que nos vamos a volver a ver, morocha."

Abrí mis ojos rápidamente y los volví a cerrar de golpe al sentir una luz blanca sobre ellos. Me refregue los párpados y esta vez, intente abrirlos lentamente.

— despertaste...

Escuché su voz, como si de un sueño se tratara y ladee mi cabeza encontrándome con el peliverde a mi lado, sentí su mano sosteniendo la mía y una sonrisa se formó en mi rostro. Él, estaba conmigo. Me había salvado. Tomás, había salvado mi vida y cumplido con la promesa que me hizo hace dos años de volver a vernos.

— lo hiciste... — hablé como pude, pero se me dificultaba pronunciar bien las palabras — me salvaste.

— ¿ya me tocaba, no? — bromeó y solté una pequeña risa — siempre me salvaste vos, ahora te tengo que salvar yo.

— ¿me prometes que no te vas a arrepentir?

— te lo prometo, morocha.

Mostré todos mis dientes y cerré mis ojos. Volvía a sentirme en paz. Como en casa. Él era mi hogar.

Abrí nuevamente mis ojos y me encontré con un doctor en la habitación que al parecer quería chequearme y yo lo único que quería era irme, con él, con Tomás y empezar de cero, como mi canción.

— te vas a quedar esta noche en revisión y si mañana estás bien, te vamos a dar el alta. — asentí con mi cabeza ante la indicación del doctor — te vamos a derivar con un psicólogo y si él lo amerita, un psiquiatra.

— no estoy loca.

— no, pero intentaste suicidarte. — solté un largo suspiro ante el comentario del médico y me giré a ver a Tomás quien no dejó de sonreirme en ningún momento — si te derivo a un psicólogo, es para que no te lleven presa, es un delito atentar contra tu propia vida ¿vas a ir?

— va a ir. — respondió Tomás por mí y bufé — vas a ir y yo te voy a acompañar, es más ¿puede derivarme a mí también? — le preguntó al doctor y este lo miró sin comprender — soy adicto y necesito rehabilitarme.

El médico asistió con su cabeza y sacó de su bolsillo un recetario para darnos un turno directamente con un psicólogo, se lo entregó a Tomás y nos dejó a solas. Que fácil era acceder a salud mental cuando uno tenía plata, si esto lo hubiese hecho años atrás, de seguro todavía estaría en el pasillo del hospital esperando a que me atiendan.

— yo no sé si puedo pagar la terapia...

— pero yo si, dije que te iba a salvar y lo voy a hacer.

— ¿en serio te querés rehabilitar? — él asintió con su cabeza y le regalé una sonrisa — ¿por qué ahora?

— porque el verte tirada en esa cama me hizo dar cuenta del daño que te hice. — desvíe mi mirada y sentí mis ojos llenarse de lágrimas — un daño que no te merecías, fuiste y seguis siendo un angel para mí, llegaste a mi vida para sacarme de mis ruinas y lo hiciste, yo solo me metí en otras mucho peores. — comentó y deslizó sus dedos por mis mejillas — si yo nunca me hubiese vuelto adicto a la cocaína probablemente seguiríamos juntos y te pido perdón por eso, todo esto es mi culpa.

— Tomás...

— déjame terminar. — me interrumpió — te hiciste tan dependiente de mí que, terminaste intentando matarte cuando te dije que no quería volver a intentarlo, pero si te rechacé fue para protegerte de mí.

— yo me intenté matar por lo de...

— por mí Julieta. — una vez más no me dejaba terminar de hablar y revolee mis ojos permitiéndole a la primer lágrima salir — lo de tu viejo fue la gota que rebalso el vaso, lo que te impulsó a hacerlo, pero fue por mi y esta dependencia, te hace mal a vos y a mí también.

— ¿osea que no querés volver a estar conmigo por que estoy enferma? — pregunté de mala gana y volví a verlo — ¿eso me estás diciendo?

— sí quiero, quiero volver a estar con vos pero cuando vos te ames a vos misma primero y claramente no lo haces si te lastimas.

— ¿entonces...?

— entonces vamos a empezar los dos terapia y si funciona, vamos a volver a estar juntos y sino... — alzó sus hombros y negó con su cabeza — lo mejor es que seamos dos extraños como querias en un principio.

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epa
fin del maratón.
las amo.

dos extraños | c.r.o y cazzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora