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Tomás, hace tres años y medio.

Que hermosa que sos Julieta ¿Qué hice para merecerte? Pensé, mientras la veía rapear en la competencia.

Las cosas no estaban muy bien últimamente, mi relación con mi viejo iba de mal en peor, la cocaína parecía la única solución para olvidar la vida de mierda que estaba teniendo. Merca y Julieta, solo ellas dos me podían salvar.

— ¿qué onda Crackero? — me saludó Luck, un pibe que hace poco venía a rapear, pero siempre H, Julieta o yo le terminábamos ganando — ¿esa es tu wacha?

— sí, ¿por qué?

— ¿pero es serio, por qué...?

— ¿te querés levantar a mi novia, gato? — lo interrumpí de mala gana y sus ojos se llenaron de miedo cuando lo empujé — ¿qué te pasa? pedazo de bobo.

— a ver ¿qué está pasando acá? — se metió Lucas en medio para separarnos.

— este gil, me dijo que quiere levantarse a Julieta. — le conté a mi mejor amigo y él revoleo los ojos — tomatela y no te aparezcas más por acá, salame. — volví mi mirada al pelivioleta y desapareció mientras que H no paraba de mirarme mal — ¿por qué me miras así?

— porque hace seis meses que estás comiéndote a Julieta, un poco larga la apuesta ¿no te parece? — bajé la cabeza ante su comentario, nunca le había dicho a H lo que realmente me pasaba con ella, seguía metiendo la excusa de la apuesta incluso después de haberla ganado — la morocha es muy buena piba ¿te gusta de verdad o es solo un juego?

— es solo un juego H... — dije en el tono más convincente que pude — ¿te pensás que yo, me voy a enamorar? — solté una risa irónica y negué con la cabeza — ni en pedo.

— terminalo cuanto antes entonces, si vos no la querés, deja que otro la quiera.

Ordenó y se fue de mi lado para meterse a la ronda y rapear contra ella. Yo ya había perdido, así que decidí alejarme un poco y apoyar mi cuerpo contra un árbol y prenderme un cigarrillo. No entendía porque no podía decirle mis verdaderos sentimientos a Lucas. Solo que no quería terminar con ella. Era la única persona que me hacía bien. Que me hacía sentir completo. Cuando yo siempre sentí que algo me faltaba y era eso, el amor. El amor que ella me da todos los días cuando yo no soy capaz de decirle a mi mejor amigo que la quería, como nunca pensé que iba a querer a una persona.

— adivina quien ganó... — dijó Julieta mientras caminaba hacía mí con los billetes en la mano — toma, amor.

— no. — desvíe la mirada y apagué el cigarrillo — no quiero que me sigas dando la plata que ganaste vos.

— ¿otra vez con lo mismo Tomás? — preguntó y vi como cruzo sus brazos — te dije que yo no la necesito, vengo acá a rapear y nada más, en cambio vos...

— en cambio yo soy un villero al que le das la plata para que no salga a robar. — no la dejé hablar y gire a verla, sus ojos se habían cristalizado y yo me odiaba por ser tan insensible e intentar descargarme con ella por todas las cosas que me estaban pasando — ¿no es así?

— Tomás yo solo quiero ayudarte.

— ¡no necesito ayuda!

Grité y al recibir la atención de las demás personas de la plaza, me colgué mi mochila en la espalda y empecé a caminar hacía mi casa. Devuelta al infierno. No tenía plata y H no iba a acompañarme a robar e ir solo significaba terminar en la comisaría. Así que, me esperaba el peor golpe de mi vida. Como el que me daba cada vez que llegaba sin plata.

dos extraños | c.r.o y cazzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora