Epílogo.

979 69 20
                                    

Julieta, dos años después.

— ¿esto, se nos va a volver una costumbre? — pregunté, bastante agitada de hecho, él levantó su cabeza y mordió mis labios — ¿encontrarnos cada dos años y hacernos uno?

— morocha... — gimió, sus besos pasaron a mi cuello y nuevos escalofríos recorrieron mi cuerpo — no quiero que pasen más dos años para volver a verte.

Dos años antes...

— ¿Julieta, estás acá? — escuché la voz de Tomás entrando a mi camerino y salí del baño de este para encontrarme con mi ex y el amor de mi vida, después de dos años sin vernos, de habernos despedido, volvíamos a encontrarnos, otra vez.

— Tomás, ¿qué haces acá? — pregunté, sin entender su presencia en mi camerino cuando él debía estar cantando — tenes que salir a cantar al...

Intenté hablar, pero me interrumpió estampando sus labios contra los míos. Mis manos se posaron en su nuca y las suyas en mi cadera, tomándome de estas para subirme a la mesa de mi tocador, después de tirar todos los maquillajes que estaban sobre este. Sin dejar de besarme, levantó mi vestido, corrió mi ropa interior y antes de desabrochar su pantalón, fijo su mirada en mí.

— no aguanto más. — dijo sobre mis labios y antes de que me pida hacerme suya, asentí con mi cabeza — te amo, morocha.

— yo también te amo, crackero.

Terminé de decir y se introdujo en mí.

Hoy.

Tomás y yo después de dos años, volvíamos a cruzarnos en un show. Y al igual que hace dos años atrás, nos veíamos a escondidas en mi camerino para hacernos uno.

Al parecer la vida se empeñaba en encontrarnos, aunque a mí me gustaba pensar que era solo una casualidad, porque nos movimos en el mismo ambiente. Siempre lo hicimos y siempre lo vamos a hacer. ¿Pero, será solo por eso que estamos destinados a encontrarnos?

— ¿qué quisiste decir? — pregunté, mientras me colocaba la remera — ¿con qué, no querés que vuelvan a pasar dos años para verme?

— que, no quiero esperar más. — dijo y una leve sonrisa se formó en mi rostro — creo que la vida no para de decirnos que tenemos que estar juntos y yo... — soltó un largo suspiro — te extraño, todos los días de mi vida.

— ¿entonces?

— entonces me vuelvo a Argentina y vos y yo podemos empezar de cero.

Mostré todos mis dientes. Si bien, él no podía venir, hacer y deshacer conmigo lo que quería seguia siendo mi primer amor, el amor de mi vida. El que nunca se olvida. Seguía teniendo ese poder sobre mí y yo no podía dejar irlo otra vez. Me acababa de proponer empezar de cero y  no iba a decirle que no. Tal vez, la vida nos encontraba cada dos años más maduros, para que intentemos nuevamente, para que por fin lo nuestro funcione porque siempre fue y tuvimos que ser y aunque no supimos como; Nos pertenecemos el uno al otro.

— no quiero que seamos nunca más, dos extraños.

.

Sorpresa!

dos extraños | c.r.o y cazzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora