[25]

924 72 11
                                    

Tomás, presente.

— no lo hice... – dije dando un trago al Whiskey que me acompañaba todas las noches — no te engañe.

— despertaste con una mina en bolas al lado tuyo y no me cagaste — soltó una risa irónica y desvió su mirada — suena lógico ¿no?

— la mina, cogio con Lucas, no conmigo. — dije y volvió a fijar su mirada en mí — resulta ser que cuando me desperté él estaba en el baño y yo me fui, dormimos los tres juntos porque yo estaba pasado de droga y alcohol pero te juro por lo que más quiero en este mundo que sos vos, que no te engañe.

—¿y si fue así por que nunca me buscaste para decírmelo?

— porque cuando lo supe, ya estaba en Buenos Aires y...

— y no viniste a buscarme. — me interrumpió en un hilo de voz — ¿por qué no intentaste recuperarme?

— porque soy un drogadicto Julieta. — confesé y ella bajó su cabeza — un drogadicto que no te va a llevar a ningún lado.

— prometiste dejar la cocaína...

— y lo hice, porque fue la segunda culpable de haberte perdido, el primero fui yo. — solté y me bajé la mitad de la botella de Whiskey — pero encontré nuevas mierdas para meterle a mi organismo, para apagar el dolor, para...

— ¿si no me vas a llevar a ningún lado por qué estamos acá?

Preguntó mirando a su alrededor. Estábamos en nuestro lugar. En frente en realidad. La casa abandonada donde nos besamos por primera vez, había sido reconstruida. Ahora vivía gente ahí. Gente que se había llevado nuestros recuerdos. Como el tiempo. El tiempo es un hijo de puta y duele un montón cuando pasa sin tener a la persona que uno ama a su lado. Cuando la tenes, el tiempo vuela, en cambio cuando la perdes, se hace eterno. El dolor, se hace eterno. Y duele, duele muy adentro.

— Tomás... – rompió el silencio y apoyó su hombro en mi, yo terminé mi botella de Whiskey y la dejé a un lado — ¿me dejas salvarte?

— ¿otra vez? — solté una pequeña risa y sus ojos brillaron — vos siempre me salvaste reina, yo lo único que hice fue hundirte.

— eso no es verdad, el final dolió, pero nunca tuvo que existir porque vos... — quebró en llanto y yo apreté mis ojos, dolia tanto no tenernos — fuiste lo mejor que me pasó en la vida Tomás.

— y vos fuiste lo mejor que le pasó a la mía, amor.

— eso. — me tomó del mentón y clavó sus ojos en mí — el amor, tiene que salvarnos.

— ¿por qué de golpe querés volver a estar conmigo? según vos somos dos extraños.

— porque duele más perderte que tenerte y yo te quiero volver a tener.

Una sonrisa se formó en mi rostro. Ella dejó un dulce beso sobre mis labios y me aferro a sus brazos, abrazandome. Siempre intentó protegerme, cuando debía ser al revés. Siempre me salvó. Ella era la única que podía sacarme de la perdición porque justamente. La perdición era no tenerla. Y me perdí desde que la perdí.

— además... — retomó el tema — dos extraños que se pueden conocer.

— ¿y vos crees que vamos a poder?

— ¿qué?

— arreglarnos. — solté y se separó lentamente de mí — recuperarnos del pasado, empezar de cero.

— empecemos de cero, que de tanta gente en el mundo, contigo me quedo.

Empezó a cantar y mostré todos mis dientes. Su voz siempre me trasmitió paz. Lo hacía porque ella era un Ángel, mi Ángel.

Sacó de su bolsillo un papel y me mostró la letra de lo que cantaba, noté que lo escribió por mi. En cada una de sus canciones hay un poco de mí y en cada una de mis canciones, hay un todo de ella.

Ella es mi musa, siempre va a serlo. Julieta es el amor de mi vida y nunca nadie va a poder cambiar eso.

— ¿y, entonces...? — volvió a hablar y frunci el ceño — ¿empezamos de cero?

— lleva mi corazón de regreso a casa.

— ¿qué?

— vos sos mi casa Julieta, mi hogar, no puedo perderte de nuevo, no sobreviviría.

— no me vas a perder, estoy acá Tomás,  siempre estoy y siempre voy a estar.

Capturó mis labios nuevamente y sonreí entre besos, ahora podía volver a respirar, volver a vivir, porque ella era la vida. Ella vive en mí. Es mi vida.

— ¿podemos volver a tenernos, aunque sea un poquito?

— no quiero un poquito.

— ¿qué querés decir?

— que te quiero tener de nuevo Tomás, no quiero que sigamos siendo dos extraños.

.

eeeeea

dos extraños | c.r.o y cazzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora