NOS CONOCIMOS POR CASUALIDAD. Tu padre había organizado un torneo con el objetivo de que conocieras a un importante lord que se interesara en ti para poder desposarte. No le di mucha importancia, ni siquiera te conocía. Mi forma de pensar cambio repentinamente cuando te vi charlando tan animadamente con tres jóvenes que tu padre decía, eran las mejores opciones: Quentyn Martell, Robb Stark y Edmure Tully. Me hubiera gustado ser una de esas opciones, y si era posible, la única. Pero el juramento que me ataba me lo impedía.Yo te observaba desde lejos.
Quería saber todo de ti; tu nombre, tus manías y tú forma de ver la vida; qué era lo primero que hacías por las mañanas, lo que más disfrutabas hacer por las tardes y lo último que pensabas antes de ir a dormir.Después de un rato anunciaron que el torneo daría inicio. Margaery Tyrell tomó tu brazo y te hizo caminar rápidamente para ir a sus lugares asignados. Estabas realmente concentrada, podía verlo, pero también un tanto horrorizada cuando uno de los caballeros caía al suelo al ser derrotado.
Vi a tu padre charlar con el mío. La idea de que podrían estar pactando una unión entre tú y mi hermano menor daba vueltas por mi cabeza y no me agradaba la idea. Debía hacer algo para poder acercarme finalmente a ti.
Me emocione cuando anunciaron mi nombre y tú te mostraste curiosa. Seguramente porque ya habías escuchado antes de mi, quizá cosas malas en su mayoría. Pero no me importo, quería que tú atención fuera mía por un momento.
Y cuando me nombraron el ganador del torneo, no dude en aprovechar la oportunidad. Tome el ramo de rosas rojas y, paseándome frente a ti sobre mi caballo, las entregue en tus manos.
Tus mejillas se tornaron rosas, ni siquiera hiciste caso a los molestos susurros que se formaron a tu alrededor. Me miraste y sonreíste. Y ese fue mi más grande premio.Por la noche, durante el banquete en lo único que podía pensar era en verte. Pero cuando logre encontrarte, estabas en el centro de la pista bailando alegremente con Renly Baratheon.
Pasaste a mi lado, ni siquiera me miraste, lucías tan fastidiada como cualquiera a esta altura lo estaría. Pero no pensaba quedarme con los brazos cruzados, no cuando estabas tan cerca de mi.— Mi lady. —alcé la voz tratando de llamar tu atención. Te giraste con lentitud, como si en tu interior rogaras por no conceder un baile más— He querido hablar con usted toda la noche.
— Ser Jaime Lannister, ¿cierto? —indagaste un tanto avergonzada— Lo lamento, no soy muy buena recordando nombres.
— Descuide, no se equivoca.
— Soy una maleducada. —te dijiste a ti misma— En realidad, todo el día he tratado de agradecerte el detalle de las bonitas flores, pero mi padre...
— ¿Te mantiene ocupada? —supe que lo me equivocaba cuando soltaste una risa nerviosa— Debe ser fastidioso tener que tratar con todos ellos que tratan de conseguir tu mano.
— Algunos son agradables. —reconociste— Pero es cierto que me gustaría tener un descanso.
Era la oportunidad perfecta.
— Podemos escapar un rato.
— No creo que a nuestros padres les agrade esa idea.
— Bueno, yo no diré nada, si tú tampoco lo haces.
Con una mirada cómplice, miramos hacia todos lados antes de perdernos en los jardines. Muy poco se hablaba de ella, quienes lo hacían solían llamarla "La Rosa Dorada". Decían que su padre, Aarón Tyrell, era un tanto temperamental y a la vez muy sobreprotector con su única hija. En cambio, su madre, Rowena Baratheon, era tan dulce y amable que todos concordaban que su hija heredó todo de ella.
— Muy bien, Ser Jaime, ¿de que quería hablar conmigo? —me incitaste a iniciar la conversación.
— Primero que nada, me gustaría saber su nombre, mi lady.
Nuevamente sonreíste avergonzada. Supongo que en tu mente te reprochabas el ser tan distraída.
— Cassana. —respondiste, y yo quedé encantado.
— Bello nombre. —elogie.
— Mi madre lo escogió. Dice que debía tener algo de ambas casas.
Cada palabra dicha por ti era como una melodía. Sabías quien era, sabías lo que había hecho, y aún así no me despreciaste.
Podía sentirlo. No eras como todos los demás, que me llamaban Matarreyes a mis espaldas. Tú podías mirarme y decírmelo en la cara, sin embargo, no lo hiciste. Y después de horas en las que la confianza fue aumentando, me llamaste simplemente Jaime. Pronto ese se convertiría en mi sonido favorito.
Ahí, en ese jardín, junto a ti, podía olvidarme de todo; de mi pasado ya manchado en sangre y mi presente manchado de pecado. Todo se resumía a ti.La noche terminó y a la mañana siguiente, tuve que regresar a Desembarco del Rey. No volví a verte, pero si a saber de ti por el par de cartas que llegamos a intercambiar en algún momento. Cartas de las cuales sólo Tyrion estaba enterado, si Cersei llegaba a descubrirlas...
Pero un día, una carta ya no tuvo respuesta. Me dispuse a olvidarte, pues era imposible tenerte. Intente dejar de recordar tu nombre y el timbre de tu voz.
Hasta que un día de la nada, apareciste frente a mi.
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𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADA
Fanfiction𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 | "Caíste en las garras del león. Oh, mi pobre rosa. ¿Quien te va a salvar ahora?"