𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADA

CAPÍTULO 13

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LA MOLESTA VOZ LLEGABA HASTA SU CAVIDAD AUDITIVA PROVOCÁNDOLE DESAGRADO. Joffrey llevaba varios minutos gritando y ordenando a sus guardias buscar a la pelirroja norteña y llevarla hasta su presencia. Estallaba en cólera cada vez que uno de ellos le informaba que no podían encontrarla en ninguna parte de la Fortaleza Roja. Eso provocaba más gritos, donde llamaba inútiles a todos.

Cassana puso los ojos en blanco. Pensaba que no le vendría nada mal hacer las cosas él mismo. Pero también se preguntaba en donde se había metido Sansa; desde que todo ocurrió, muy difícilmente la dejaban pasar tiempo con ella.

Las fuertes pisadas llenas de enojo se detuvieron frente a ella. Con su mirada en el suelo pudo ver unas botas negras perfectamente pulidas, con adornos dorados en la parte superior. Así que bufo al ver de quien se trataba.

— ¿En dónde está Sansa? —le preguntó, con la mandíbula apretada y una expresión nada agradable.

— ¿Me ves cara de niñera?

— Tú eres su amiga, debes saber en donde está.

Eso es lo que quisiera saber. Estaba en Desembarco con la intención de cuidarla lo más que pudiera, pero no podía hacerlo si desaparecía de esa forma.

— Soy su amiga, pero tú quien gobierna. Debes saber todo lo qué pasa en tu palacio, ¿no?

El rubio luchaba internamente por saber qué responderle. También le hacía enojar el hecho de que Cassana no se sintiera intimidada como todos, cuando él estaba cerca.

— Si tanto quieres encontrarla, ¿por qué no la buscas tú mismo? Así nos dejas respirar con tranquilidad a todos los que te rodeamos.

No era su intención tetarlo de esa forma, pero su humor en ese momento no era el mejor. No después de que Varys supiera de su secreto. Estaba irritada y Joffrey pagó los platos rotos.

— ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? —dijo, con una mano en el pecho claramente ofendido— ¡Yo soy el rey!

— Si, si, ya lo sé. Lo escuche bien la primera vez.

Ignoro los gritos desesperantes del rubio y camino directo a su habitación. Últimamente ese era el lugar en el que prefería estar. No tenía ganas de ver los mismos rostros de siempre, los jardines ya no parecían tan entretenidos y a
Sansa solo podía verla cierto tiempo.
No quería ver a Varys, porque sabía que tan pronto la viera, la llenaría de miles de preguntas que la abrumarían y quizá terminara hablando de más; Baelish siempre parecía escupir veneno cada vez que hablaba y Pycelle era un viejo pervertido que cada vez que la miraba sentía náuseas.

No tenía noticias sobre Jaime. La guerra se encontraba en un punto sin retorno; las condiciones de Robb habían sido entregadas a la reina hace unos días y tal parece, fueron desechadas a la basura casi de inmediato.
Llegó a cuestionarse, si lo mejor hubiese sido ir con Arya. Ella ya debería estar muy lejos, mientras ella aún estaba en la jaula de oro.

— Lady Cassana...

Se giró, encontrándose con su único confidente, acompañado de una bella mujer.

— Lord Tyrion, me alegra verlo.

— ¿De verdad? No parece muy feliz. —comentó, frunciendo el ceño, mirándola como si tratara de averiguar lo que pensaba.

— Todo el asunto de Lord Varys me tiene un tanto nerviosa. —confesó— Por las mañanas despierto pensando que mi cabeza adornará las murallas.

— No debe preocuparse por eso, me aseguraré de controlar ese detalle. —le aseguró— Mi lady, quiero presentarle a Shae. Es una amiga mía.

Una de las cosas que había aprendido, era a diferenciar la forma en que pronunciaban la palabra amiga.
La joven hizo una torpe reverencia acompañada de una forzada sonrisa.

— Creo que ambos sabemos que...

— Descuide, Lord Tyrion. No tiene porque explicarme.

El león asintió agradecido.

— Quería comentarle además, que ella será su nueva doncella. Con todo esto de Varys, mi hermana...

— Comprendo. —interrumpió. Sabía muy bien que no sólo ellos se encontraban en riesgo, también la joven extranjera— Será un placer tenerla a mi lado. —dijo sonriente.

Por las siguientes horas, Cassana se dedicó enteramente a conocer más a su doncella. Al no estar familiarizada con esto, difícilmente sabía cuales eran las tareas que debía llevar a cabo. Y aunque Cassana le repitiera que no era necesario, Shae insistía, con el propósito de despistar a la Reina y a los demás.

Shae sabía lo que pasaba entre el caballero y la joven, Tyrion no tuvo otra opción más que explicárselo para detener las insistentes preguntas.

— ¿No es algo mayor para ti? —opinó  Shae, a mitad de la conversación.

— Créeme, no eres la primera en decirme eso. —contó riendo, recordando las mismas palabras dichas por Sansa.

Llegaron al corredor en el cual se encontraba su habitación. Se extraño al ver la puerta entreabierta, pues recordaba haberla cerrado al salir.

La pesadilla se hizo realidad.

Apenas empujó la puerta, se encontró con un verdadero desastre en el suelo; sus cosas estaban regadas por todas partes, algunas incluso estaban rotas, su ropa estaba tirada junto a las cajitas de madera donde guardaba sus joyas.

Cersei se encontraba en medio de la habitación, acompañada por Sir Meryn y la doncella que llegó a considerar leal a ella. Al final, no fue Varys quien la traicionó.

La leona sonreía victoriosa pero al mismo tiempo la miraba como si quisiera matarla en ese momento.

— ¿Qué significa todo esto? —exigió saber, alzando la voz.

La rubia rió. Alzó su mano derecha, sosteniendo un pequeño papel enrollado que Cassana recordaba haber guardado muy bien, y tal vez esa fuera la razón por la cual su habitación estaba en ese estado.

— Busca a Tyrion. —le susurró a Shae, quien no tardo en salir corriendo por el mismo camino por el que llegaron— Ahora no sólo soy tu prisionera, sino que también husmean en mis cosas.

— ¿Sabes, Cassana? Siempre supe que debía cuidarme de ti. —admitió la reina— Pero nunca creí que llegarás a este grado, pequeña golfa.

Sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Todo había acabado para ella, este era el final.

— Sir Meryn... —dijo en tono de orden.

El caballero asintió, y se aproximó hasta ella tomándola bruscamente del brazo, llevándola con él.