CAPÍTULO 10

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CON EL PASAR DE LOS DÍAS, SUS ESPERANZAS IBAN EN DECLIVE. Después de la carta llena de mentiras que la reina le hizo enviar a Highgarden, sus padres no volvieron a intentar comunicarse con ella. Así que cualquier esperanza que tuviera por regresar a casa, era nula.
Se sintió afligida. Hace un tiempo, su padre hubiese sido el primero en dar la cara y exigir el regreso de su hija, pues siempre fue muy sobreprotector con ella. Todo cambio con aquella discusión, en donde ella básicamente le grito a los cuatro vientos que no se casaría con quien él le impusiera.

Esa discusión terminó por crear una gran brecha entre padre e hija, que hasta ahora, se mantenía. Quizá su padre creyó totalmente en las palabras escritas, o en el peor de los casos, ya ni siquiera le importaba lo que le sucediera.

Pero una cosa si era segura; no volvería a Highgarden en un buen tiempo.

Lo poco que es estos días pudo llegar a escuchar, gracias a Lord Varys, fue que ahora Robb Stark marchaba directo a la capital declarando la guerra a la corona; Tywin Lannister tuvo que movilizar rápidamente a todo su ejército.
En lo primero que Cassana pensó, inevitablemente, fue en el caballero rubio del cual no tenía noticias desde que partió. Luego de conocer la verdad de los mellizos, le era difícil recordarlo sin sentirse culpable. Pero al final del día, era lo último en lo que pensaba antes de dormir.

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Lo dejaron caer tan bruscamente que todo su cuerpo golpeó la tierra, sus manos estaban atadas al frente así que tuvo que poner mucho esfuerzo para incorporarse por su propia cuenta.
Se sentía un tanto avergonzado, era un caballero, un guerrero de élite y un chiquillo inexperto en guerras lo había derrotado tan fácilmente.

Debía admitir, que Robb Stark mostraba fiereza y determinación, pero eso no era suficiente para ganar una guerra. Era sólo un niño jugando a ser un hombre.

— Lady Stark, le ofrecería mi espada pero la perdí. —dijo con sorna ante la mujer de pie frente a él, que lo miraba con desprecio.

— No es su espada lo que quiero. —musitó Catelyn Stark— Regréseme a mis hijas, a mi esposo.

— Creo que también los perdí.

— Mátalo, Robb. Envía su cabeza a su padre. —sugirió el chico Greyjoy. No es como si su opinión le importara mucho— Mató a diez de nuestros hombres.

— Nos sirve más vivo que muerto. —declaró el joven lobo— Al menos hasta que Joffrey y la reina liberen a mis hermanas y a Lady Cassana.

Su nombre hizo eco en su cabeza. Trataba de hallar un motivo por el cual Cersei tendría cómo prisionera a la chica. La Casa Tyrell aún no tomaba partido en esta guerra y dudaba que lo hicieran, entonces ¿por qué desquitarse con ella? Inmediatamente se culpó a sí mismo, tal vez a esta altura, su hermana ya sabía lo que pasaba entre ellos y no descansaría hasta hacerla totalmente miserable.
Si sus manos no estuvieran atadas, mataría a cada uno de los que ahora lo tenían preso, sólo por ir con ella.

— ¿Cassana? —murmuró.

Nadie pudo escucharlo, a excepción de una persona. Robb Stark lo miraba con el ceño fruncido, y por dentro, comenzó a preguntarse por qué Jaime Lannister decía el nombre de la chica con tanta angustia.

— Llévenselo y encadénenlo. —ordenó Lady Stark y sus soldados no tardaron él levantarlo del suelo, sujetándolo de ambos brazos con fuerza.

𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora