CAPÍTULO 7

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UNOS CUANTOS DÍAS PASARON, para este tiempo, la pierna de Ned Stark mostraba mejoría y la idea de volver a Winterfell quedó en el olvido, al menos por un tiempo. Indagando discretamente, sólo pudo descubrir que el norteño tenía sospechas de algo que no supo con seguridad. Hasta que no descubriera la verdad, no regresaría al norte.
Durante esos días, Cassana pudo escuchar nuevamente aquellos detestables rumores acerca de Jaime y su hermana. Normalmente nunca prestaba atención a los chismes; le parecía de muy mal gusto husmear en la vida de otras personas, más aún cuando se trataba de inventar algo tan horrible. Todos los nobles que conocía, o al menos la gran mayoría, siempre llamaban a Jaime el Matarreyes, apodo que le había costado gran parte de su reputación. Ella decía, que el caballero rubio ya estaba lo bastante afectado como para que ahora inventaran esa historia con su hermana.

Era temprano cuando decidió salir a caminar por los jardines. Con Loras entrenando y Renly acompañando a Robert en su cacería, no tenía muchas personas con las cuales pasar el rato. Arya ocupaba gran parte del día en sus clases con Syrio Forel, y Sansa, bueno, ese es un tema aparte.

— Mi hermano vale más que tu amigo.

La voz de la reina sonaba cerca, y no tenía alguna idea de con quien podía estar hablando, hasta que vio al hombre norteño frente a ella.

— ¿Hermano? —inquirió— ¿O tú amante?

Se sorprendió al escuchar semejante acusación.

— Los Targaryen se casaron entre hermanos durante trescientos años para mantener los linajes puros. Jaime y yo somos más que hermanos. Compartimos vientre, vinimos a este mundo juntos, nos pertenecemos el uno al otro.

Pero más le sorprendió que la reina no lo negara, al contrario, lo aceptó con mucho orgullo. Siempre supo que Cersei era una persona de la cual cuidarse, nunca sabias que era lo próximo que iba a hacer. Pero de todo lo que espero, nunca se imagino algo así.

— Mi hijo te vio con él... —dijo Ned. El accidente de Bran fue todo un misterio, hasta ahora comenzaba a ser más claro.

— ¿Amas a tus hijos?

— Con todo mi corazón.

— No más de lo que yo amo a los míos.

— Y son todos de Jaime. —acusó.

— Gracias a los dioses.

Eso fue demasiado. Mucho más de lo que podía soportar. Ahora tenía sentido porque Stannis siempre alegaba del poco parecido que tenían a los Baratheon. Eran unos Lannister completamente, hijos bastardos del hombre al cual se entregó.

No pudo reaccionar, algo en ella le decía que se fuera de ahí, no necesitaba seguir escuchando esa conversación. Se negaba rotundamente a que Jaime fuera capaz de hacer eso. Él la quería a ella, se encargó de asegurárselo cada vez que podían estar juntos antes de que partiera, ¿cómo había podido mentirle de esa forma?

Al cabo de unas horas, y para agregarle más desgracia a su día, Ser Barristan llegó con su armadura dorada manchada de sangre al informarle del estado del rey. Cassana corrió, alzando ligeramente la falda de su vestido para ir más rápido sin tropezar. Al abrir la puerta, se encontró igual a Ser Barristan; además de Pycelle, la reina y Joffrey. El herido y robusto hombre, tendido sobre la cama, charlaba con su hijo mayor.
Cassana miró de reojo a la rubia; todo lo que escuchó hace unas horas aún la atormentaba y no era capaz de mirarla a los ojos.

𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora